Candelaria: Don Eugenio de la Cruz Alberto (1864-1940), soldado voluntario y corneta profesional de Milicias, carbonero, guardia municipal de Santa Cruz de Tenerife y somatenista; y su madre “Tía Isabel Albertos”, romancera y personaje popular de la capital tinerfeña

Nuestro biografiado, nacido en Barranco Hondo de Candelaria, se estableció en su niñez en Santa Cruz de Tenerife, donde ingresó en las Milicias Canarias como soldado voluntario, cuando no había cumplido los 17 años y aún no sabía escribir; luego ascendió a corneta de Milicias y prestó sus servicios como militar profesional, tanto en la capital tinerfeña como en Arrecife de Lanzarote. Una vez licenciado trabajó como carbonero en el puerto tinerfeño y luego obtuvo una plaza de guardia municipal de Santa Cruz, que desempeñó durante 27 años, con distintos nombramientos, recibiendo un galón de distinción y una felicitación por sus servicios; con él se inició una saga familiar vinculada a la policía local de dicha capital. Además, fue somatenista y presidente suplente de una mesa electoral en dicha ciudad.

En cuanto a su madre, doña Isabel Albertos Romero, conocida por “Tía Isabel Albertos”, natural también de Barranco Hondo, vivió desde su juventud en Santa Cruz de Tenerife, donde fue muy conocida como romancera y contadora de historias, así como por su longevidad. Llegó a ser uno de los personajes más populares de la capital tinerfeña, dado a conocer al resto de la isla por el periodista Leoncio Rodríguez, en un artículo publicado de La Prensa y en su libro “Estampas tinerfeñas”.

Nació en el pago de Barranco Hondo de Candelaria el 3 de mayo de 1864, a las once de la noche, siendo hijo natural de doña Isabel Albertos Romero. Dos días después fue bautizado en la iglesia de Santa Ana de Candelaria por el beneficiado propio don Antonio de la Barreda y Payva; se le puso por nombre “Eugenio de la Cruz” y actuó como madrina doña Juana Francisca Espinosa, casada, jornalera y vecina de El Rosario. Sus abuelos maternos fueron don Agustín Albertos, ya difunto, y doña María Josefa Romero, naturales y vecinos de Barranco Hondo…

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La primera escuela pública de niños de Santiago del Teide (1865-1934), cuando aún no existía escuela pública de niñas

Como ocurrió con la mayoría de los pueblos del Sur de Tenerife, dada su pobreza y la consiguiente falta de fondos de sus Ayuntamientos, Santiago del Teide tardó en asumir como prioridad la enseñanza primaria, en lo que también influyó su escasa población y su dispersión en numerosos núcleos. Por ello, según un informe de 1790 en dicho valle no existían escuelas públicas, solo el cura párroco y el sochantre daban enseñanza por caridad a unos pocos niños, pues la mayoría tenían que ayudar a sus padres en la agricultura y el pastoreo; mientras que una mujer enseñaba a algunos niños y niñas en el pago de Tamaimo, de forma privada. Poco después de establecerse por el Gobierno la enseñanza obligatoria para los niños, con la Ley de Educación Pública de 1857, se creó la primera escuela pública de niños de esta villa, que ya funcionaba en 1865 y que se mantendría con dificultades, tanto por la renuncia de muchos maestros, dado que el Ayuntamiento tardaba mucho en pagar su sueldo, lo que dio lugar a que el gobernador civil embargase los fondos municipales, como por el mal estado de los locales alquilados utilizados como escuela, lo que incluso motivó su traslado al pago de Tamaimo. Pero lo más grave es, sin duda, que éste fue el único municipio sureño que no contó con escuela pública de niñas hasta la II República Española, en 1934, dificultando con ello, durante muchas décadas, el acceso a la educación de la mitad de la población local. También tardó mucho en abrirse nuevas escuelas en los pagos mayores y más alejados, lo que vino a ocurrir en 1929 en Tamaimo y Arguayo, con un carácter mixto.

En 1779, el cura párroco propio de la villa de Santiago y del pueblo de Guía, don Joseph Antonio de León Ferrera, quien por problemas con el Señor del Valle residía en esta última localidad, envió una carta al obispo de Canarias, en la que se puede apreciar la triste situación de la enseñanza en Guía, aunque por su experiencia sin duda servía también para la villa de Santiago: “Sera útil también si pusiere escuela para enseñar muchachos a quienes cuando no andan en los campos con sus ganados, se apiñan en la plaza de la Iglesia desde la mañana a la noche a sus juegos con intolerable algazara, que ni dan sosiego para rezar el oficio divino y ojalá hubiera una maestra para muchachas que lo mismo sucede […]”. En 1790, según el alcalde y el párroco de la villa, aún no existía escuela pública de niños ni de niñas, solo el párroco y el sochantre se dedicaban a enseñar a los pocos niños que asistían, por tener la mayoría que ayudar a sus padres en la agricultura y el pastoreo. Basado en la información remitida por los alcaldes, el corregidor don Joaquín Bernard emitió un informe general en La Laguna el 29 de marzo de 1791, según el cual, en el año 1790 la villa de Santiago era un “pueblo de señorío de D. Juan del Hoyo” y contaba con 151 vecinos; carecía de escuela de niños y para las niñas, “Una mujer con algún estipendio de los padres da escuela en uno de los pagos del pueblo”; y se proponía, al igual que para la escuela de San Andrés, la asignación de 20 fanegas de trigo (12 para un maestro y 8 para una maestra), por el fondo pio beneficial o de los propios diezmos locales, “pues no ofrece otro la pobreza del pueblo”…

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Güímar: Don Antonio Mauricio Jorge de Fleitas Perdomo (1767-1836), capellán, clérigo presbítero adscrito a la parroquia de San Pedro y mayordomo de la imagen y Cofradía de los Remedios de Güímar

Como otros miembros de su familia, incluidos dos de sus hermanos, nuestro biografiado decidió seguir la carrera eclesiástica. De este modo, tras obtener una capellanía fundada por sus antepasados, cursó estudios de Latinidad, Filosofía y Teología en el convento de Santo Domingo en Soriano de su pueblo natal, continuándolos en el colegio de la misma localidad que había sido fundado por el presbítero güimarero don Florentín Núñez y Torres. Una vez que obtuvo la preparación adecuada fue recibiendo la prima Tonsura, las Órdenes Menores, el Subdiaconado y el Diaconado. Simultáneamente, siendo ya clérigo diácono, se le concedió el nombramiento de mayordomo de la imagen y Cofradía de Ntra. Sra. de los Remedios. Posteriormente fue ordenado de Presbítero y, como tal, estuvo adscrito como capellán a la parroquia de San Pedro Apóstol de Güímar, donde colaboró con los sucesivos párrocos hasta el final de su vida.

Nació en Güímar el 22 de septiembre de 1767, siendo hijo de don Juan Jorge de Fleitas Perdomo y doña María (Leandro) Pérez Texera. El 29 de ese mismo mes fue bautizado en la iglesia de San Pedro Apóstol por el beneficiado don Joseph Fernández Camillón de Mederos; se le puso por nombre “Antonio de San Mauricio” y actuó como padrino don Simón García de Sexas [sic], natural de la isla de El Hierro y vecino de dicho pueblo…

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Granadilla de Abona: Don Pedro Pérez Chaves y Rodríguez (1801-1888), capitán graduado de Milicias, regidor y síndico personero del Ayuntamiento, juez de paz suplente y titular, propietario agrícola y elector contribuyente

Después de establecerse en Granadilla de Abona, donde se casó, este destacado realejero ingresó por sorteo como soldado de Milicias en el Regimiento Provincial de Abona, en el que enseguida fue reconocido como soldado distinguido y, como tal, se le concedió una Cruz de Distinción; luego ascendió en el mismo cuerpo a subteniente y a teniente de Milicias, empleo este último con el que también prestó sus servicios en el Regimiento Provincial de Garachico y en el Batallón Ligero Provincial de Abona nº 3 de Canarias. Finalmente, se le concedió el grado de capitán, poco antes de obtener su retiro. Además, trabajó como propietario agrícola y desempeñó los cargos de regidor y síndico personero del Ayuntamiento de Granadilla, juez de paz suplente y titular del mismo término y elector contribuyente.

Nació en el Realejo Alto el 19 de octubre de 1801, siendo hijo de don Amaro Pérez de Chaves y de la Guardia y de doña Margarita Rodríguez de Barrios y Padrón, naturales y vecinos de dicho pueblo. Cuatro días después recibió el bautismo en la iglesia parroquial matriz de Santiago Apóstol de manos de don Pablo José Méndez, beneficiado rector de la misma y examinador sinodal del Obispado; se le puso por nombre “Pedro Alcántara Francisco” y actuó como padrino don Felipe Amador…

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La religiosidad y la situación social del municipio de Arico, según la Santa Misión de 1965

En 1965 se celebró una Santa Misión en la isla de Tenerife, que comenzó por el Sur de la isla siguiendo un orden geográfico, desde la parroquia de San Fernando de Santiago del Teide hasta la de San José de Barranco Hondo (Candelaria), por disposición del entonces obispo de la Diócesis, don Luis Franco Cascón. Tuvo lugar entre la segunda semana de mayo y la segunda de julio, evitando la época de la zafra del tomate, que solía trastocar la vida en el Sur al ocasionar un considerable trasiego de personas, dedicadas en esos meses casi exclusivamente a dicho trabajo. La dirección de esta campaña misional fue encomendada por el citado obispo a un prestigioso sacerdote jesuita, el padre Sebastián Puerto, director del Centro Misional del Beato Juan de Ávila, en Montilla, a quien acompañarían otros siete jesuitas de la Península, más cuatro paúles y dos dominicos de Candelaria.

En esa época, el municipio de Arico ya estaba constituido por numerosos núcleos de población y, según la descripción realizada por el canónigo don José Trujillo Cabrera en su Guía de la Diócesis de Tenerife, contaba con tres parroquias: la de Nuestra Señora de la Luz en Arico el Nuevo, de la que era cura ecónomo don Sebastián Hernández Cabeza, fue creada en 1929, tenía la categoría de ascenso, una población de hecho de 2.750 habitantes y ocho pagos: Arico el Viejo (con la ermita de la Cruz), La Sabinita (con la capilla de la Cruz), La Degollada, Porís de Abona, Icor, El Bueno, Colmeneros y La Florida, así como los caseríos de Fuente Nueva, Chajaña, Madre del Agua y Lomo Oliva, todos ellos sin ermita; la parroquia de San Juan Bautista en El Lomo o Villa de Arico, matriz de todo el término, estaba regentada por el cura encargado don José Noda Díaz, había sido erigida en 1639, tenía la categoría de ascenso y contaba con 1.886 habitantes y los pagos de Punta de Abona (con la ermita de Ntra. Sra. de la Merced), La Cisnera (con la ermita de San José Obrero), San Miguel (con otra ermita dedicada a San José) y Los Gavilanes -Teguedite- (con la ermita de San Isidro Labrador); y la de San Bartolomé Apóstol en Río de Arico, cuyo cura ecónomo era el mismo don José Noda Díaz, fue creada en 1929 como parroquia filial e independizada en 1943, tenía la categoría de entrada y contaba con 1.675 habitantes e incluyendo a los pagos granadilleros de Chimiche (con la ermita de la Virgen del Carmen) y Las Vegas (con la ermita de Ntra. Sra. de la Esperanza).

En la Santa Misión que nos ocupa, se establecieron siete centros misionales en el municipio de Arico: uno en la villa capital y los otros seis en Río de Arico, La Cisnera, Arico el Nuevo, Arico el Viejo, La Sabinita y El Bueno. En la Villa de Arico, Río de Arico y Arico el Nuevo tuvieron como sede sus respectivas iglesias parroquiales; en La Cisnera, la ermita de San José y una antigua escuela; en Arico el Viejo, la ermita de la Cruz; en La Sabinita y El Bueno, locales habilitados como capillas. A continuación, vamos a analizar como tuvo lugar dicha Misión en este término municipal, tal como fue descrita por los propios misioneros que la llevaron a cabo en cada uno de los centros misionales, lo que nos permite conocer como era por entonces la vida religiosa y social, así como la situación económica y demográfica, en algunos de los núcleos que integraban el término municipal, con datos a veces muy curiosos. Llama la atención que en esta ocasión no se estableciesen centros misionales en los núcleos costeros, sobre todo en Porís de Abona, cuyos vecinos se supone que acudirían a los centros misionales más cercanos. Lamentablemente no se describió la Misión en Arico el Viejo, centro misional que se segregó de Arico el Nuevo, como se indica en la crónica de este último…

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San Miguel de Abona: Don Francisco Gómez Gómez (1831-1923), maestro de Primera Enseñanza, notario público eclesiástico, secretario del Ayuntamiento y del Juzgado Municipal, propietario agrícola, compromisario para la elección de senadores, interventor electoral, juez municipal suplente y alcalde de San Miguel de Abona

Nuestro biografiado, miembro de una destacada familia, fue propietario agrícola y obtuvo el título de Maestro Elemental de Primera Enseñanza, ejerciendo como maestro de la escuela de niños de San Miguel. También fue, durante varias décadas, notario público eclesiástico de la parroquia y secretario del Ayuntamiento y del Juzgado Municipal de San Miguel. Además, fue bienhechor de la parroquia, miembro de la “Asociación de empleados provinciales y municipales” de Canarias, elector contribuyente, compromisario para la elección de senadores, interventor electoral, juez municipal suplente y alcalde de San Miguel de Abona.

Nació en San Miguel de Abona el 10 de octubre de 1831, siendo hijo de don Bernardo Gómez del Castillo Alonso y doña Josefa Gómez del Castillo y Rodríguez Monroy. Cinco días después fue bautizado en la iglesia del Arcángel San Miguel por el cura párroco propietario don Francisco Guzmán y Cáceres; se le puso por nombre “Francisco de Borja Luis Daniel” y actuó como padrino su bisabuelo don Bernardo Alonso…

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Güímar: Don Antonio Damián Herrera Chávez (1977-2022), cura párroco de Garafía (La Palma) y Agache (Güímar), capellán del Hospital Universitario, responsable del servicio religioso católico del tanatorio «Servisa Tenerife» y vicearcipreste de Güímar

Hace menos de un mes que nos dejaba repentinamente el joven cura párroco de Agache, en el municipio de Güímar. Me hubiese gustado no tener que hacer esta reseña, pues lo normal es que, por su edad, él me hubiese sobrevivido, pero su inesperada muerte y la repercusión que ésta ha tenido, así como la profunda huella que ha dejado en esta comarca, me obligan a ello.

Nuestro biografiado, nacido en la capital gomera, cursó sus estudios eclesiásticos en el Seminario Diocesano de Tenerife y, una vez concluidos, fue ordenado de presbítero en la iglesia parroquial de Ntra. Sra. de la Asunción de San Sebastián de La Gomera, en la que había sido bautizado y en la que celebró su primera misa. Su primer destino fue el de cura párroco de Garafía, en La Palma, donde regentó durante cuatro años las parroquias de Nuestra Señora de La Luz de la villa capital, San Vicente Ferrer de Franceses y San Antonio de Padua de San Antonio del Monte. Luego fue trasladado a la comarca de Agache (Güímar), al ser nombrado párroco de San José de El Escobonal, San Antonio de Padua de La Medida, La Santa Cruz de Lomo de Mena y Nuestra Señora de Agache-San Carlos Borromeo de El Tablado, al frente de cuyas parroquias permaneció durante 13 años y medio, hasta su prematura muerte. Simultáneamente, ejerció como capellán del Hospital Universitario de Tenerife y del Tanatorio “Servisa Tenerife”, vicearcipreste de Güímar y miembro del Consejo Presbiteral de la Diócesis. Su carácter, sencillo y cercano, así como su bonhomía, han dejado una profunda huella en El Escobonal y el resto de la comarca de Agache, en lo que también ha influido el ser el párroco que más tiempo ha permanecido en esta tierra y el primero que muere en la misma en plena labor pastoral.

Nació en San Sebastián de La Gomera el 22 de septiembre de 1977, a las cinco de la tarde, siendo hijo del marinero don Antonio Alejo Herrera Aguilar, natural de Las Palmas de Gran Canaria y oriundo de dicha villa, y doña Ramona Elena Chávez Medina, que lo es de Agulo. El 16 de octubre inmediato fue bautizado en la parroquia de La Asunción de la Santísima Virgen de la capital gomera por el cura párroco don Prudencio Redondo Camarero; se le puso por nombre “Antonio Damián” y actuaron como padrinos sus tíos, don Manuel Chávez Medina y doña María Dolores Herrera Aguilar…

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Candelaria: Don Bruno Alberto Sabina (1925-2022), destacado futbolista, presidente y directivo del “C.D. Candela”, que da nombre al campo de fútbol municipal, pescador, jornalero, auxiliar de Abastos en el Ayuntamiento, emigrante, limpia-coches, estanquero, empresario, cofundador y directivo de sociedades

A lo largo de su vida, nuestro biografiado trabajó inicialmente como pescador, jornalero y auxiliar de Abastos en el Ayuntamiento; luego emigró a Venezuela, donde trabajó como limpia-coches y estanquero; y a su regreso ya ejerció como empresario, dedicado a la compraventa de terrenos, desmontes y alquiler de compresores. Pero su auténtica vocación fue el fútbol, en el que destacó como futbolista del “C.D. Candela”, “C.D. Güímar”, “C.D. Granadilla” y “C.D. Arico”; luego lo hizo como directivo del “C.D. Candela” durante más de tres décadas, asumiendo los cargos de vocal, presidente en tres etapas y vicepresidente-relaciones públicas, siendo la persona que más tiempo ha formado parte de su junta directiva, amplio período en el que fue el auténtico motor del club y su socio nº 1. Ello que le valió una Placa de Honor de la Federación Tinerfeña de Fútbol, diversos homenajes y, al final de su vida, la nominación oficial del campo de fútbol municipal de Candelaria como “Bruno Alberto Sabina” y la presidencia de Honor del citado club. Además, su compromiso social le llevó a ser vocal del Casino de Candelaria, cofundador y presidente de la Asociación de Vecinos “San Blas”, y cofundador y vocal del Club de la Tercera Edad “Antón Guanche”.

Don Bruno nació en el Callejón de Cartas de Candelaria el 5 de octubre de 1925, a las once de la noche, siendo hijo de don Domingo Alberto Marrero, natural de El Chorrillo (El Rosario), y doña Magdalena Sabina del Castillo, que lo era de la Villa Mariana. Tres días después fue inscrito en el Registro Civil de Candelaria, ante el juez municipal suplente, don Gregorio Rodríguez Sabina, y el secretario del Juzgado, don Agustín Jacinto del Castillo, siendo testigos don Ildefonso del Castillo Ramos y don Romualdo García Panasco. Fue bautizado en la parroquia de Nuestra Señora del Rosario de El Tablero y confirmado en la de Santa Ana de Candelaria…

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Fasnia: Don Rudesindo Chico González (1915-1998), maestro nacional, cabo habilitado para sargento de Artillería, secretario del Taller Escuela “Virgen de las Nieves”, presidente de la comunidad de aguas “La Providencia” de Fasnia, de la Asociación de Cazadores de la isla de La Palma y de varias mesas electorales

Nuestro biografiado obtuvo el título de Bachiller en el Instituto de La Laguna y fue socio de la Sociedad Cultural “Primero de Febrero” de Fasnia, en la que actuó como actor aficionado. Luego, como perteneciente al reemplazo de 1936, fue movilizado con motivo de la Guerra Civil, prestando sus servicios como artillero 2º, cabo y cabo habilitado para sargento de Artillería, tanto en Tenerife como en la Península; por entonces publicó un artículo patriótico en la prensa tinerfeña. Una vez licenciado, obtuvo el título de Maestro tras un curso de capacitación, gracias a su título de Bachiller, y comenzó a ejercer como maestro interino en Mazo, Tiguerorte y Realejo Bajo; luego, tras superar la correspondiente oposición, fue propietario provisional de las escuelas de niños de Barlovento, San Andrés y Sauces, La Cisnera (Arico) y Lomo de Arico. Posteriormente, ya como propietario definitivo, ejerció durante un curso en Vilaflor, dos en Araya de Candelaria, cuatro en Breña Baja y 25 en Santa Cruz de La Palma. Durante su actividad docente, también fue director de la Mutualidad Escolar “San Andrés Apóstol” de San Andrés y Sauces; responsable del centro de alfabetización de Vilaflor; y secretario del Taller Escuela “Virgen de las Nieves” de la capital palmera. Además, fue presidente de la comunidad de aguas “Sociedad civil «La Providencia»” de Fasnia; presidente de la Asociación de Cazadores de la isla de La Palma (Zona Norte); y presidente de varias mesas electorales.

Nació en Fasnia el 9 de julio de 1915, a las ocho de la noche, siendo hijo de don Domingo Chico Díaz y doña Dominga González Tejera. El 25 de ese mismo mes fue bautizado en la iglesia de San Joaquín por el cura párroco don Luis Navarro y Nóbrega; se le puso por nombre “Rudesindo Ángel Cenobio” y actuaron como padrinos don Ángel González Chico, viudo, natural y vecino de Fasnia, y doña Antonia Marrero Díaz, soltera, natural de Arico y vecina de Fasnia, siendo testigo don Nicanor González, de la misma vecindad…

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Güímar: Doña Josefina Perdomo Pérez (1903-1990), maestra nacional de El Escobonal, El Charcón, Masca, Arafo y Teno

Nacida en el seno de una familia modesta, nuestra biografiada cursó la carrera de Magisterio y, una vez obtenido el correspondiente título, ejerció como maestra interina en diversas localidades tinerfeñas, dos de ellas situadas en el extremo más alejado y aislado de la isla: El Escobonal (Güímar), pueblo del que era oriunda; El Charcón (La Laguna); Masca (Buenavista del Norte), durante nueve años; Arafo; y Teno Alto (Buenavista del Norte). Solicitó en varias ocasiones su admisión a concursos-oposiciones para acceder en propiedad al Magisterio público, pero no consta que se presentase a ellos. Su actividad docente fue reconocida en dos de sus destinos con sendos homenajes: en El Charcón, con motivo de su cese; y en Masca, muchos años después de su muerte, donde se colocó una placa en su recuerdo, que allí continúa. En cuanto a su esposo, el fasniero don Domingo de la Rosa del Pino, fue chófer de vehículos de transporte público (taxis y guaguas) y propietario de un camión; además, fue un activo promotor de la explotación de galerías y pozos. Ambos tuvieron una destacada sucesión.

Nació en la calle de Herradores nº 16 de La Laguna el 17 de septiembre de 1903, a las ocho de la noche, siendo hija de doña Luisa Perdomo y Pérez, natural de El Escobonal (Güímar). El 28 de ese mismo mes fue bautizada en la parroquia del Sagrario Catedral por el coadjutor don José Tolerá, con licencia del párroco don Eduardo Martín y Rodríguez; se le puso por nombre “Josefina Tomasa” y actuó como madrina doña Balbina Martínez Chávez, casada…

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