La Guerra Civil Española fue una tragedia colectiva para este país en su conjunto, pero sin duda lo fue aún más para aquellas familias que tuvieron que ver como sus hijos, en algunos casos casi unos niños, eran movilizados a la fuerza y llevados al frente para combatir en un enfrentamiento absurdo entre paisanos, solo por tener diferentes ideas. En Canarias, la primera región que pasó al bando franquista por iniciarse aquí el alzamiento, todos los jóvenes fueron obligados a alistarse en el Ejército Nacional, en la mayoría de los casos en contra de su voluntad, para sufrir en esos años de enfrentamiento un trauma psicológico que les dejaría marcados para el resto de su vida. Pero un porcentaje no pequeño dejó su vida en el frente, o sufrieron heridas graves que les dejaron secuelas para siempre; incluso algunos enfermaron durante la Guerra y, aunque regresaron a su tierra, murieron a consecuencia de ello. Sin duda, esos jóvenes también fueron víctimas del franquismo, del golpe militar que acabó con la II República Española, tras una cruenta guerra que duró casi tres años. A ellos vamos a dedicar este artículo y en otra ocasión nos ocuparemos de los represaliados por los vencedores de la Guerra y el régimen dictatorial que le siguió.
Con motivo de la Guerra Civil entregaron su vida un total de 11 vecinos de Arafo, cuatro cabos (don Jesús Santiago Guanche Fariña, don Julián Gil Hernández, don Gabriel Domingo Fariña Fariña y don Nicolás Sosa Pérez) y siete soldados (don Domingo Albertos Borges, don Jaime Marrero Fariña, don Lucas González Fariña, don Paulino Batista Peña, don José Brito Marrero, don Baldomero Nicolás González Fumero y don Tomás Hernández Delgado). De ellos, siete eran naturales del propio municipio y cuatro habían nacido fuera (dos en Cuba, uno en Fasnia y otro en Santa Úrsula). Diez murieron en acciones de guerra o a consecuencia de las heridas sufridas en ellas y solo uno a causa de enfermedad contraída en el frente. Inicialmente, el destino parecía proteger a los combatientes de Arafo, pues en el primer año y medio de no falleció ninguno; pero luego se aceleraron las desgracias y diez murieron en el plazo de un año, pues el primer caído fue el cabo de Falange don Jesús Santiago Guanche Fariña (el 21 de enero de 1938); mientras que el último lo fue el cabo de Infantería don Nicolás Sosa Pérez (el 23 de enero de 1939), con la salvedad de don Tomás Hernández Delgado, quien falleció enfermo en su domicilio de Arafo el 9 de enero de 1940.
Al finalizar la Guerra Civil, a raíz de una disposición del Gobierno central, se acordó colocar en Arafo una Cruz de los Caídos para recordar a los araferos caídos en el Bando Nacional durante la Guerra Civil, la cual se terminó de instalar a comienzos de 1940. Luego ese monumento fue remodelado y reubicado en tres ocasiones, dotándosele de una lápida patriótica e incompleta, hoy de difícil justificación ante la Ley de la Memoria Histórica…
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Artículo-ARAFEROS FALLECIDOS EN LA GUERRA CIVIL-CRUZ DE LOS CAÍDOS