Nuestro biografiado vino al mundo en el mismo año en el que fue destruido por un incendio el Convento de la Orden de Predicadores de Candelaria, en el que, una vez reconstruido, estudiaría y profesaría. Siendo ya religioso dominico, se ordenó de sacerdote y desempeñó numerosos cargos: lector (profesor) en Artes y maestro de estudiantes en el Convento-colegio de La Laguna; prior del Convento dominico de Santa Cruz de Tenerife, en el que también ejerció como lector habitual de Teología, lector para los casos de Conciencia y misionero del Santísimo Rosario; confesor mariano para los conventos de la isla de La Palma; y prior del Convento Real de Candelaria. Ostentaba este último cargo en el momento de su cierre, por lo que se enfrentó con el comisionado del Gobierno que vino a incautarse de sus bienes, al que llamó ladrón. Además, obtuvo el título de Presentado “a título lectionis” y actuó como cura encargado de la parroquia de Santa Ana de Candelaria. Con motivo de la Desamortización fue exclaustrado y obtuvo la secularización. Posteriormente fue destinado a Tegueste, residió en Candelaria y La Orotava, y emigró a América, donde se perdió su pista.
Nació en Candelaria el 4 de agosto de 1789, siendo hijo de don José Rodríguez Fariña, natural de la misma localidad, y de doña María Lorenza Hernández Montano, que lo era de Arafo. Seis días después fue bautizado en la iglesia de Santa Ana por don Agustín Tomás de Torres, cura teniente del beneficiado; se le puso por nombre “Domingo José” y actuó como padrino don José Vizcaíno, mozo y vecino del citado pueblo de Arafo. Curiosamente, sólo habían transcurrido seis meses desde que la antigua Basílica y el Convento dominico de Candelaria habían sido destruidos por un incendio…
En el siguiente enlace se puede descargar el artículo completo: