Le conocí cuando él ya era una persona mayor y yo casi un adolescente. A poco de tratarlo sentí un gran afecto por aquel hombre de aspecto bonachón y ojos vivarachos, yo diría que hasta pícaros, que transmitía en verso todos sus sentimientos, personales, afectivos, sociales y políticos. Se le conocía en su Agache natal como Adolfo “El Pajarero” y en los pueblos del Valle como “El Viejito del Sombrero” o “El Poeta del Sombrero”. De mi mano alegró varias fiestas de El Escobonal, al igual que había hecho anteriormente en Candelaria, Güímar y Arafo.
A lo largo de su vida trabajó como peón, jornalero, capataz y propietario agrícola, y perito del Banco Hispano. Emigró a Cuba, donde asumió todo tipo de trabajos (agricultor, talador, carretero, cocinero, etc.), y vivió al final de su vida en Candelaria. Pero nunca olvidó el pequeño pueblo en el que había nacido, Pájara, hasta el punto de que su mayor ilusión era leer el nombre del mismo en un rótulo vertical de la Carretera general del Sur, pues era el único núcleo de la comarca de Agache (Güímar) que no lo tenía; desgraciadamente no lo pudo ver realizado, pues se vino a colocar tras su fallecimiento. Después de jubilado dio rienda suelta a su afición poética, participando en muchos actos públicos. En los últimos años de su vida viajó por las islas de la mano del Ayuntamiento de Güímar y del Club de la Tercera Edad de esa misma ciudad, no pasando desapercibida su presencia en ninguna de ellas. También fue el militante más viejo de la Agrupación Socialista de la Villa de Candelaria y su Presidente de Honor. Poco después de su muerte, el Ayuntamiento de Güímar quiso perpetuar la memoria de este conocido hijo dando su nombre a una calle del caserío de La Caleta, en la costa de su Agache natal.
Pasé con él muchas horas, hablando de política o escuchando su fácil improvisación poética. Curiosamente, ambos habíamos nacido en Agache y nos habíamos afincado en la Villa de Candelaria. Le prometí que recopilaría sus poesías en un libro, pero tampoco pudo ver hecha realidad esta ilusión personal por su repentino e inesperado fallecimiento. Varios años después de su ida, cumplí la promesa que le hice a este entrañable paisano, a quien, a pesar de la diferencia de edad, consideré siempre como un verdadero amigo.
Nació en el pago de Pájara (Güímar) el 19 de enero de 1901, a las ocho de la mañana, siendo bautizado el 20 de febrero inmediato en la iglesia de San Pedro Apóstol de Güímar por don Rafael Tiburcio Rodríguez, cura ecónomo de la misma; se le puso por nombre “Adolfo Pedro” y actuó como madrina doña María Benítez García y como testigos don Rafael Hernández Delgado y don Pedro Feo Cabrera. Don Adolfo pasó los primeros años de su vida en el pueblo natal, en compañía de su madre, doña María, por la que siempre profesó una filial devoción…
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Artículo-ADOLFO PÉREZ DE LA ROSA