En 1755 se bendijo y abrió al culto la primitiva ermita de San José en el pago de El Escobonal (Güímar), concretamente en la zona de Cano, junto al Camino Real pero en el extremo inferior de dicho pueblo. Por ello, a partir de entonces la mayoría de los vecinos de la comarca de Agache comenzaron a acudir a ella para asistir a la celebración litúrgica dominical y a la fiesta del patrono, dada su mayor proximidad frente a la lejana iglesia parroquial de San Pedro Apóstol de Güímar. Un siglo después, en 1854, el ilustre beneficiado de Güímar don Agustín Díaz Núñez, oriundo de El Escobonal por su abuelo paterno, propuso la creación de una ayuda de parroquia en dicha ermita, precisamente por su lejanía a la parroquia matriz, que fue informada favorablemente por el Obispado en 1856, pero considerando que debía ser una parroquia totalmente independiente. Pero a pesar de las buenas expectativas, ese arreglo parroquial quedó paralizado durante más de una década.
Por entonces, el mencionado párroco o beneficiado propuso la construcción de un nuevo templo en una zona más céntrica de El Escobonal y con mayor capacidad, dado su incremento de población, que lentamente fue construido por el vecindario, siendo bendecido y abierto al culto en 1862. Éste ya contaría con servicio religioso permanente, pero los bautismos, matrimonios y entierros debían continuar celebrándose en la parroquia de San Pedro, única existente por entonces en el municipio y con jurisdicción sobre todo él, con las dificultades de alejamiento que ello suponía. Por ello, en 1867 se reactivó el expediente de la parroquia de San José y en ese mismo año, tras los informes correspondientes, el obispo fray Joaquín Lluch y Garriga decretó su creación.
Pero el Gobierno de la nación paralizó la propuesta y no respondió a ella hasta 1895, disponiendo que se completase el expediente, lo que así se hizo, por lo que en 1897 el obispo don Nicolás Rey Redondo decretó de nuevo la creación de dicha parroquia, que volvió a quedar paralizada, porque el Gobierno no la ratificó. Mientras tanto, para favorecer la asistencia al culto, los párrocos encargados de las ermitas de El Escobonal ya celebraban en ella la mayoría de los bautismos y matrimonios, a los que se unieron desde 1919 los entierros, tras la construcción del cementerio de El Escobonal, aunque las partidas debían anotarse en los libros parroquiales de San Pedro de Güímar.
Finalmente, en 1926 se retomó de nuevo por la feligresía la necesidad de elevar a parroquia a la ermita de San José de El Escobonal y en 1928 el obispo de la Diócesis, fray Albino González Menéndez-Reigada, dispuso que se abriese expediente sobre el arreglo parroquial del Arciprestazgo de Güímar, que fue informado por el arcipreste, que por entonces era don Domingo Pérez Cáceres. En virtud de ello, en 1929 fue erigida por el mencionado obispo la nueva parroquia de San José de El Escobonal, que esta vez si fue aprobada por el Gobierno de la Nación y sancionada por el Rey, por lo que 75 años después de haber sido propuesta inicialmente, el 1 de enero de 1930 comenzó a regir dicha parroquia…
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