El presente artículo, dedicado a un caso concreto que ocurrió en Candelaria en 1806, solo pretende poner de manifiesto la férrea legislación que se aplicaba a los desertores de las Milicias Canarias, los cuales eran perseguidos, detenidos y encarcelados. También se desprende de este caso la dificultad que ofrecía su detención, pues los fugados eran protegidos por familiares y amigos, que en algunos casos también eran detenidos por auxiliarlos.
En 1806 se vivió uno de los momentos más tensos de la historia de Igueste, al ordenarse la detención de dos milicianos de dicho pueblo, don Lorenzo Batista y don Manuel Núñez, ambos casados y con hijos, que no querían incorporarse a la Columna de Granaderos y Cazadores Provinciales de Tenerife a la que habían sido destinados, huyendo hacia el monte de la localidad. En cumplimiento de lo dispuesto, la partida militar fue a la búsqueda y captura de los desertores, pero como inicialmente no los pudieron capturar detuvieron a las dos hermanas de uno de ellos que los socorrían, las cuales enseguida fueron puestas en libertad. Como comisionado para dicha actuación se nombró a un vecino del mismo pueblo, don Francisco Ángel Pérez, a quien se prometía reconocimiento y premio por su actuación; éste sugirió a sus superiores que también se debía detener a otro hermano que les llevaba el sustento al monte, a la vez que advertía de que los prófugos habían amenazado de muerte tanto a él como a cualquiera que los fuese a apresar, por lo que si se le acercaban tiraría a matar…
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