Como ya he señalado en otras ocasiones, la Guerra Civil Española fue una tragedia colectiva para este país en su conjunto, pero sin duda lo fue aún más para las pequeñas localidades que perdieron a numerosos hijos y, sobre todo, para aquellas familias que tuvieron que ver como sus hijos, en algunos casos casi unos niños, eran movilizados a la fuerza y llevados al frente para combatir en un enfrentamiento absurdo entre paisanos, solo por tener ideas diferentes. En Canarias, la primera región que quedó incorporada al bando franquista por iniciarse aquí el alzamiento, todos los jóvenes fueron obligados a alistarse en el Ejército Nacional, en la mayoría de los casos en contra de su voluntad y en muchos en el lado opuesto a sus ideas políticas, para sufrir en esos años de enfrentamiento un trauma psicológico que les dejaría marcados para el resto de su vida. Pero un porcentaje no pequeño dejó su vida en el frente, o sufrieron heridas graves que les ocasionaron secuelas permanentes; incluso algunos enfermaron durante la Guerra y, aunque regresaron a su tierra, murieron a consecuencia de ello. Sin duda, esos jóvenes también fueron víctimas del franquismo, del golpe militar que acabó con la II República Española, tras una cruenta guerra que duró casi tres años. A ellos vamos a dedicar este artículo y en otra ocasión nos ocuparemos de los represaliados por los vencedores de la Guerra y el régimen dictatorial que le siguió.
Según recordaba un ex-combatiente del Bando Nacional, durante la Guerra Civil española “hubo unos tres caídos de Fasnia y unos cinco o seis de La Zarza”. Pero, en realidad, en esa triste contienda bélica murieron un total de 18 vecinos o hijos del municipio de Fasnia: un alférez (vecino temporal de la localidad, donde no tenía familia), 3 cabos y 14 soldados. De ellos, 14 eran naturales del propio municipio (4 de Fasnia, 5 de La Zarza, 3 de Sabina Alta y 2 de La Sombrera) y cuatro habían nacido fuera (uno en El Escobonal, otro en Arico, un tercero en Santa Cruz de Tenerife y un cuarto en La Laguna). La mayoría murieron en acciones de guerra o de las heridas sufridas en ellas, pero tres fallecieron a consecuencia de enfermedades contraídas en el frente. El primer caído fue don Rafael de la Loma Miesu, a comienzos de agosto de 1937, y el último don Pedro González Pérez, el 3 de febrero de 1939. Los más jóvenes fueron don José Manuel Díaz Delgado, don Alberto Díaz Díaz y don Juan Díaz Frías, que contaban tan solo 19 años, mientras que el de mayor edad fue el mencionado don Pedro González Pérez, de casi 27 años.
Tras finalizar la triste contienda bélica, a raíz de una disposición del Gobierno de la nación, se acordó colocar en Fasnia una Cruz de los Caídos, para recordar a todos los fasnieros fallecidos en el Bando Nacional durante la Guerra Civil. Así, en la sesión celebrada el 22 de octubre de 1939 el Ayuntamiento Pleno acordó erigir un monumento a los Caídos en el frente. Éste consistió en un pequeño templete adosado a la fachada de la iglesia de San Joaquín, en el que se colocó una cruz latina en madera y, clavado en la fachada de la iglesia, un pequeño cuadro, en el que figuraba la “ Relación de los que dieron generosamente su vida por la Patria, en el pasado Glorioso Movimiento Nacional”. Dicho templete también serviría de escenario para algunos actos públicos, sobre todo para impartir desde él sus discursos las distintas autoridades que visitaban el pueblo. Fue demolido en 1967, con motivo de las obras de reforma del templo parroquial. Por ese motivo, la cruz se adosó a la torre del campanario de la iglesia de San Joaquín, en la fachada lateral derecha. Estaba coloreada en tonos negros y era de grandes dimensiones; por su parte, el cuadro con la relación de los caídos se guardó en el interior de la iglesia de San Joaquín, conservándose en el coro, aunque muy deteriorado. En la última reforma del templo, se eliminó dicha cruz del lateral de la torre…
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