Las tragedias se ciernen sobre la Casa Fuerte de Adeje en el siglo XX. El esplendor y la desgracia en un edificio histórico y emblemático del Sur de Tenerife.

La Casa Fuerte de Adeje fue durante casi tres siglos y medio el centro político, económico y social de dicha villa histórica, al ser la sede del Mayorazgo, el Señorío jurisdiccional y el Marquesado, así como el punto de referencia en su ordenación urbana a través del tiempo. Tras una larga época de esplendor, en el siglo XIX se inició su declive, que alcanzó su punto álgido en 1902, con un incendio que destruyó la edificación en su mayor parte, y continuó con la poco favorable sucesión de propietarios. Tras la destrucción parcial del bello edificio, a lo largo del siglo XX se sucedieron las tragedias en las extensas propiedades de la Casa Fuerte: un niño ahogado en una de sus represas; un incendio en sus almacenes del Puertito de Adeje; otro incendio en su pinar particular; el saqueo del archivo; el incendio de la cocina; y el grave accidente con un muerto y varios heridos, por una salva disparada por el cañón de la Casa Fuerte al comienzo de las Fiestas Patronales de Adeje. A pesar de su prolongado deterioro, las ruinas de la Casa Fuerte de Adeje continúan en pie y todo el recinto fue declarado Bien de Interés Cultural (BIC) con la categoría de Monumento, albergándose desde hace muchos años la ilusión de la restauración de este histórico edificio, uno de los más emblemáticos del Sur de Tenerife, que frenaría su ruina y permitiría su aprovechamiento turístico y cultural.

Concebida como un palacio-fortaleza para residencia de la familia Ponte y sus descendientes, la solicitud de autorización para su construcción fue dirigida al Rey por don Pedro de Ponte y Vergara (?-1569), alegando su necesidad ante las frecuentes incursiones que los piratas franceses e ingleses hacían en las costas de Adeje; y le fue concedida mediante Real Cédula del 2 de mayo de 1555, expedida en Valladolid por la Princesa Doña Juana, en nombre de su padre el Emperador don Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico. También se le concedió la alcaldía perpetua de la fortaleza, para sí y sus herederos, sin otra obligación que la de prestar pleito homenaje a los Reyes de España. Probablemente se comenzó a construir en ese mismo año…

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Peregrinación en el Valle de Santiago del Teide en 1904

En la villa de Santiago, que aún no tenía el nombre oficial de Santiago del Teide, en 1904 el cura párroco y arcipreste de Garachico, don Antonio Verde y León, encabezó una peregrinación con la imagen de San Joaquín, acompañado por los dos niños huérfanos que tenía recogidos en su casa, que fueron sus ayudantes. Se celebró el sábado 16 y el domingo 17 de abril de dicho año, a pesar de que el párroco de dicha villa no pudo ayudarle por estar gravemente enfermo, pero en sus inicios sí contó con la colaboración del párroco de El Tanque, suponemos que al atravesar dicho municipio en el traslado desde Garachico hasta el Valle. Llegaron a la villa de Santiago en la tarde del primer día, en que comenzaron los actos en la iglesia matriz de San Fernando, con repique de campanas y sermón, impartido por el mencionado sacerdote garachiquense; al día siguiente, se celebró misa y se partió con dicha imagen hacia Tamaimo, de donde salió a recibirlos la imagen de Santa Ana, titular de su ermita, acompañada por el alcalde de barrio, los feligreses más piadosos y los numerosos niños de la escuela; la procesión estuvo muy concurrida, pues hasta dicho lugar se acercaron muchos fieles de Arguayo, Chío e incluso Guía de Isora. En la ermita de Tamaimo se celebró otra misa al mediodía y los dos huérfanos emocionaron al público con sus versos. Curiosamente, el sacerdote debió permanecer en el Valle con la imagen durante 15 días, pues durante ese tiempo el paso por la cumbre estuvo cerrado a causa de las continuas lloviznas y los vientos reinantes.

En una carta dirigida al “Excmo. é Iltmo. Sr. Obispo Dr. D. Nicolás Rey Redondo” y publicada en el Boletín Oficial del Obispado de Tenerife el 20 de mayo de 1904, firmada en Garachico el 2 de dicho mes por el párroco y arcipreste de dicha villa y puerto, don Antonio Verde y León, se resumían las dos peregrinaciones que ese sacerdote había organizado con la autorización del prelado: una con la imagen de San Juan Bautista por la villa de Garachico, San Pedro de Daute y la Caleta de Interián; y otra con la de San Joaquín por la villa de Santiago y Tamaimo,…

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El fútbol en Candelaria en los años veinte del siglo XX: los orígenes del “Candela F. C.”

Es de sobra conocido que Candelaria ha tenido una larga tradición luchística, con excelentes individualidades y equipos en casi todos los núcleos de población del municipio; pero no todos saben que además cuenta con una tradición futbolística que ya es casi centenaria.

Al margen de los primeros equipos formados en los núcleos de Igueste y Barranco Hondo, de los que ya nos hemos ocupado con anterioridad, en el casco del municipio se contó inicialmente con el “Achbinico”, el cual ya existía hacia 1923, al que sucedió el histórico “Candela”, que ya competía en 1924 y aún continúa manteniendo la afición por el fútbol en Candelaria. Pero en la misma cabecera municipal también existieron otros equipos más efímeros, como el “Libertad Fútbol Club”, fundado en 1932; el “Atlético Candelaria Club de Fútbol”, cuyo reglamento fue aprobado en 1942; y el “C. D. Céntimo”, que ya jugaba en 1942.

En este artículo nos vamos a centrar en los orígenes del “Candela F.C.”, el histórico club candelariero, en el período comprendido entre 1924 y 1930, del que gracias a la prensa conocemos algunos de los primeros partidos disputados y el primer torneo que organizó, así como varias de sus alineaciones…

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La religiosidad y la vida social en el municipio de Granadilla de Abona, según la Santa Misión de 1965

Hace poco más de medio siglo, en 1965, se celebró una Santa Misión en la isla de Tenerife, una vez concluidas las realizadas en las demás islas de la Diócesis Nivariense, y poco después de la recordada peregrinación de la Virgen de Candelaria por esta isla, con el fin de recaudar fondos para el nuevo Seminario Diocesano. Después de un asesoramiento previo, el que por entonces era obispo de esta Diócesis, don Luis Franco Cascón, dispuso que se celebrara dicha Misión empezando por el Sur de la isla y siguiendo un orden geográfico, desde la parroquia de Santiago del Teide hasta la de Barranco Hondo. Tuvo lugar entre la segunda semana de mayo y la segunda de julio, evitando la época de la zafra del tomate, que solía trastocar la vida en el Sur al ocasionar un considerable trasiego de personas, dedicadas en esos meses casi exclusivamente a dicho trabajo, “de día y de noche sin descanso”. Al final de la campaña se tuvo que hacer una ligera variación, para que no coincidieran las fiestas patronales de San Pedro de Güímar con la Santa Misión. Pero resultó interesante el que el Valle de Güímar quedase para el final, con el fin de que la concentración que se planteaba en Candelaria como clausura estuviese más nutrida, como así ocurrió. La dirección de esta campaña misional fue encomendada por el citado prelado de Tenerife a un prestigioso sacerdote jesuita, el padre Sebastián Puerto, director del Centro Misional del Beato Juan de Ávila, en Montilla (Córdoba), a quien acompañarían otros siete padres jesuitas de la Península, más cuatro padres paúles y dos dominicos de Candelaria. Con algo más de un mes de anticipación se desplazó a esta isla el director, con el objetivo de conocer el terreno, tomar contacto con todos los párrocos de cada Arciprestazgo y planear la Santa Misión según las necesidades de cada parroquia, lo que motivó la confección de un estudio sociológico previo en cada una de ellas. La idea que presidió el plan fue “que no quedara ningún grupo de personas, algo notable, sin que llegara a él la gracia de la palabra de Dios”; por ello, dicha misión se extendió a un total de 73 centros, entre parroquias y barrios.

En esa época, el municipio de Granadilla de Abona estaba constituido por numerosos núcleos de población y contaba con dos parroquias. La primera era la de San Antonio de Padua en la cabecera municipal, creada en 1617; tenía categoría de término y una población de hecho de 5.629 habitantes; por entonces, según la descripción de dicha parroquia realizada por el canónigo don José Trujillo Cabrera en su Guía de la Diócesis de Tenerife, se incluían entre sus pagos: El Salto, con la ermita de San Juan Bautista; San Isidro, con la ermita de San Isidro; El Médano, con la ermita de Ntra. Sra. de las Mercedes; Cruz de Tea, sin ermita; y Los Blanquitos, también sin ermita. La segunda parroquia era la de San Luis Rey de Francia en Charco del Pino, creada en 1943; tenía la categoría de entrada y una población de hecho de 3.157 habitantes; se incluían entre sus pagos: El Calvario, sin ermita; Los Abrigos, con la ermita de San Blas; y parte de dos compartidos con la parroquia anterior, San Isidro y El Médano. Curiosamente, otros dos pagos de este municipio estaban incluidos por entonces en la parroquia de San Bartolomé del Río de Arico: Chimiche, con la ermita de la Virgen del Carmen; y Las Vegas, con la ermita dedicada a Ntra. Sra. de la Esperanza.

En la Santa Misión que nos ocupa, se establecieron siete centros misionales en el municipio de Granadilla de Abona: uno en la cabecera municipal y otros seis repartidos en los pagos de El Salto (que también abarcó a los caseríos de Las Palomas, El Draguito, Velázquez y Las Margaritas), Los Blanquitos, El Desierto, Chimiche, San Isidro y El Médano. En la villa de Granadilla tuvo su sede en la iglesia matriz de San Antonio de Padua y en el cine de la localidad; en El Salto se utilizó la ermita de San Juan Bautista, que ya estaba casi concluida; en Los Blanquitos suponemos que se habilitaría un local particular, pues carecía de ermita; en El Desierto se llevó a cabo en un salón habilitado para ello; en Chimiche se centró en la ermita de Ntra. Sra. del Carmen; en San Isidro se utilizó un salón de empaquetado, por ser la ermita muy pequeña; y en El Médano, suponemos que se fijó como sede la ermita de  Ntra. Sra. de las Mercedes, pues no se especifica. A continuación, vamos a analizar como tuvo lugar dicha Misión en este término municipal, tal como fue descrita por los propios misioneros que la llevaron a cabo en cada uno de los centros misionales, lo que nos permite conocer como era por entonces la vida religiosa y social, así como la situación económica y demográfica, en algunos de los núcleos que integraban el término municipal, con datos a veces muy curiosos. Sorprende que no se llevase la Misión a la otra parroquia del municipio, la de Charco del Pino, que por entonces era el segundo núcleo de población del término. Asimismo, llama la atención que en los distintos centros misionales no se mencionasen otros pagos existentes por entonces en el término municipal, como Los Abrigos, Arenas del Mar, Atogo, La Cantera, Castro, Los Cuervos, La Higuerita, La Mareta, Sobre la Fuente, Cruz de Tea, Las Vegas y Vicácaro, cuyos feligreses se supone que acudirían a los centros misionales más cercanos…

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Grave incidente con la venta de biblias bilingües por el misionero protestante británico C. F. Barker en el municipio de Arafo (1890)

En 1917 se publicó un libro titulado “Dos años en las Canarias” del misionero inglés Charles F. Barker, representante de la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera (BFBS), quien lo subtituló como “Relato de un viaje por las Islas Canarias en coche, a pie y en bestia, con el objetivo de divulgar las Escrituras en lengua española”, el cual fue traducido y publicado en español en el año 2000. En él se recogían las incidencias de su recorrido por las Islas Canarias desde 1889 hasta 1891, en gran parte en compañía de su compatriota y compañero de religión Mr. Tisoe. Su objetivo consistía en la venta de las Sagradas Escrituras en texto bilingüe (español-inglés), tanto biblias como evangelios, testamentos y epístolas, para lo que contaba con el permiso del Gobierno español, a pesar de lo cual tuvo fuertes controversias o discusiones con el clero local. El libro, sacado del diario o agenda escrita por C. Barker, está lleno de descripciones geográficas y de los usos y costumbres de la época, así como del fuerte contraste entre el cosmopolitismo de su élite intelectual y económica, con la sencillez y pobreza de su campesinado, además de relaciones de personajes populares y destacados de nuestra región. De esta obra se desprende el desdén que sentían los británicos por la población campesina de las islas, a la que veían como un compendio de ignorancia y brutalidad, aunque el autor del libro no opinaba lo mismo, tras sus largas caminatas por los campos canarios.

Después de recorrer Gran Canaria distribuyendo la palabra de Dios, Baker llegó a Tenerife el 14 de mayo de 1890, con el propósito de continuar su labor en una isla que por entonces contaba con unos 105.000 habitantes. Comenzó su trabajo misionero en Santa Cruz, recorriendo luego el resto de la isla. El paso de este misionero protestante por Arafo fue bastante accidentado, pues cuando Charles F. Barker se encontraba mostrando la Biblia en una venta de dicha localidad aparecieron el cura ecónomo y el alcalde, cargos ocupados por el gomero don José Cruz Bencomo y el arafero don Esteban Núñez Pérez, respectivamente. El citado alcalde lo amenazó con su encarcelamiento si seguía con la venta de dichos libros, ya que tenía una orden del obispo para prohibirla, mientras que el párroco afirmaba que lo que contenían no era la palabra de Dios, sino del diablo; ante ello les enseñó el permiso del Gobierno, pero no dio resultado. Barker continuó su camino y, ante el temor de ser arrestado, escribió una nota para el cónsul británico comunicándole que estaba detenido en Arafo y se la entregó al niño que le acompañaba como guía, para que la llevara a Santa Cruz si tal arresto sucedía; pero, afortunadamente para él, no volvió a ver ni al párroco ni al alcalde. Sin embargo, no quedaría ahí la cosa…

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La inauguración de las aguas conducidas a Tamaimo (Santiago del Teide) desde la Fuente de Tenerguera (1912)

A pesar de ser el mayor núcleo de población del actual municipio de Santiago del Teide, el pueblo de Tamaimo ha tenido que luchar mucho para lograr que fuese dotado con los servicios más elementales. Tras ser abolido el Señorío del Valle comenzaron los intentos para que los principales servicios pasasen a este pueblo, donde además residían las personas más acomodadas y poderosas del mismo. Así, cuando éstas alcanzaron el poder, a partir de la segunda mitad del siglo XIX se inició el traslado paulatino a dicho pago de los principales servicios municipales: la cartería, en 1868; la escuela pública de niños, en 1903; el Ayuntamiento y el colegio electoral, después de 1910. Por entonces también se promovió la conducción de agua hasta Tamaimo, para el consumo de la población. Tras intensas gestiones y una considerable aportación económica por parte del vecindario, encabezado por los ricos propietarios don Manuel Quintero Delgado y don Antonio González Gorrín, con el apoyo del gobernador civil, don Antonio Eulate y Fery, quien también había autorizado el traslado del Ayuntamiento a esta localidad, las aguas llegaron por fin a Tamaimo en febrero de 1912, desde la fuente de Tenerguera, la más importante del Valle de Santiago, solo dos años después de que la erupción de El Chinyero tuviera en vilo a esta población.

La fuente de Tenerguera está situada en el salto del mismo nombre, al oeste del caserío de El Molledo y relativamente cerca del pueblo de Tamaimo. Según el informe militar titulado “Descripción topográfica de la isla de Tenerife”, redactado por el teniente coronel Julio Ardanaz y fechado en La Laguna el 31 de agosto de 1907, dicha fuente o manantial era por entonces la más importante del Valle de Santiago: “No abundando el agua tiene que surtirse de ella en Herjos, cuando es insuficiente la de las fuentes de Tenerguera, la más importante, Tierno, La Guancha y la de Santiago, situadas las tres primeras en las faldas de la montaña de la Cruz de Hijada y la última en el barranco de Vargas”; añadiendo luego sobre la aldea de Tamaimo, que “No teniendo agua para su vecindario se la proporciona de las inmediatas fuentes de Tenerguera y Guama, y en algunos casos del barranco Seco”; y que “Los caseríos del Retamar, El Molledo y la Vera de Tamaimo cuentan con recursos semejantes a los de Tamaimo y Santiago, pero en menor escala; faltos de agua se surten de la fuente de Tenerguera”…

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Los inicios de la lucha canaria en Araya de Candelaria, el equipo aficionado (1947-1952) y el primer club federado (1962-1972)

En el presente artículo nos ocupamos de la historia del “Club de Lucha Araya”, en sus primeras etapas. Las primeras referencias a este deporte en Araya se centran en algunos luchadores nacidos en este pueblo en el siglo XIX, los Chico, uno de ellos considerado el mejor puntal de Tenerife en su época. Medio siglo después surgió el primer equipo aficionado de lucha canaria que se formó en este pueblo, el cual compitió entre 1947 y 1952 con otros equipos del municipio y de la comarca, en encuentros apasionados pero no oficiales. Años más tarde, en 1962 se reorganizó dicho equipo, que se federó en 1965 y durante siete años, hasta 1972, participó en las competiciones oficiales de Tercera categoría. Luego, durante veinte años, se sufrió un período de inactividad luchística en esta localidad, hasta que en 1992 reapareció el “C.L. Araya”, iniciando una etapa brillante de grandes éxitos. Como curiosidad, en 2019 se le tributó un emotivo homenaje a los pioneros de este deporte en Araya.

La lucha canaria ha estado siempre unida a la historia de nuestros pueblos, pues llegó a ser la principal actividad deportiva de los jóvenes, quienes tras la dura jornada laboral en el campo se reunían en terreros improvisados para pasar parte de sus ratos de ocio, que combinaban con los bailes y las fiestas. Dada la larga tradición luchística de este pueblo, es fácil suponer que algunos arayeros interviniesen en la legendaria luchada de la “Media Montaña”, celebrada en las costas de Barranco Hondo de Candelaria en junio de 1834. Asimismo, es casi seguro que a lo largo del siglo XIX y en la primera mitad del XX, los luchadores más destacados de este pueblo participaron en el importante encuentro luchístico anual que se celebraba en agosto en Candelaria, con motivo de las Fiestas de la Virgen, en la explanada de arena que existía delante del Santuario. Igualmente, estoy convencido de que algunos luchadores de Araya participaron en las luchadas que anualmente se celebraban en la playa de El Socorro en la costa de Güímar, en la tarde del 7 de septiembre. Lo cierto es, que en el último tercio del siglo XIX ya figuraban algunos luchadores de este municipio formando parte del bando o “Partido del Sur”…

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La tramitación y aprobación de la Bandera municipal de Fasnia (1997-1998)

Después de tres años de gestiones y merced a la iniciativa del alcalde, don Miguel Suárez González, por Decreto del Consejo de Ministros del Gobierno de España del 25 de octubre de 1968 se acordó autorizar al Ayuntamiento de Fasnia para que adoptase su Escudo municipal, organizado en la forma propuesta por la Real Academia de la Historia, como ya pusimos de manifiesto en un artículo anterior. Se trata de un escudo cortado, donde aparecen dos grandes rocas sobre ondas de azul y plata; tres haces de cereales de oro bien ordenados, y una corona real abierta. Las dos rocas representan a los conocidos Roques de Fasnia, que existen en el litoral del municipio; los tres haces simbolizan los tres mayores núcleos de población del municipio y la preponderancia del tradicional cultivo de cereales. En él predominan los colores azul, plata y oro.

Al año siguiente se dotó al Ayuntamiento de un Repostero con el mencionado Escudo municipal, con el fin de que presidiese las sesiones de la corporación y los actos oficiales de la localidad. Luego, en 1998 se aprobó por el Gobierno de Canarias su Bandera municipal, confeccionada por la Comisión de Heráldica de la Comunidad Autónoma de Canarias, a propuesta del director general de Administración Territorial y Gobernación, cuando se cumplían 203 años desde la constitución de su Ayuntamiento. De la tramitación y aprobación de esta última nos vamos a ocupar en el presente artículo…

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Tragedias ocurridas en las galerías de agua de Arafo a lo largo del siglo XX

Desde finales del siglo XIX comenzaron las perforaciones de galerías en los barrancos de la zona alta del municipio de Arafo, en búsqueda de las aguas necesarias para el riego agrícola y el consumo doméstico, actividad que se reactivó con fuerza a lo largo del siglo XX, hasta alcanzar más de una treintena de ellas en 1960.

El trabajo en las galerías de agua ha sido siempre muy duro y peligroso, pues los obreros tenían que vivir durante muchos días junto a ellas, en instalaciones precarias y alejados de sus familias. En el interior de las galerías, el trabajo de perforación era bastante duro, pues algunas de ellas tenían varios centenares de metros, e incluso kilómetros, y desde su cabecera tenían que sacar las rocas extraídas en vagonetas hasta el exterior; además, la explosión de los necesarios barrenos produjo frecuentes accidentes, algunos de ellos mortales, así como los aplastamientos por desprendimientos de rocas, inhalación de gases o arrastre a los trabajadores por inesperados y fuertes afloramientos, al romper una bolsa de agua subterránea.

De momento conocemos once accidentes trágicos producidos en ocho galerías de Arafo, que en conjunto ocasionaron 13 muertos y tres heridos graves. El más grave fue uno ocurrido en la galería Amance en 1962, en el que murieron tres vecinos de Arafo, lo que obligó a suspender las fiestas patronales. Casi todos esos sucesos tuvieron una amplia repercusión en la prensa canaria, lo que nos ha permitido obtener una valiosa información…

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Los primeros alcaldes pedáneos de El Escobonal (Güímar) entre 1833 y 1894

Aunque en principio pueda parecer lo contrario, por lo menos en los dos últimos siglos la comarca de Agache (Güímar) ha tenido representantes municipales propios. Conocemos la designación de alcaldes pedáneos para el pago de El Escobonal (también llamado por entonces “Pago de San José”) desde 1833 hasta 1894, por lo general limitados a dicho pueblo, pero en ocasiones con jurisdicción sobre todos los núcleos de población de la comarca de Agache. Estos alcaldes pedáneos o de barrio eran delegados gubernativos para asuntos locales, nombrados por el alcalde de Güímar o por el gobernador civil de la provincia, previa propuesta de una terna por parte del Ayuntamiento. Luego, entre 1894 y 1936, se nombraron alcaldes de barrio independientes en todos los núcleos de Agache: El Escobonal, Lomo de Mena, La Medida y Pájara, aunque algunos de éstos tuvieron jurisdicción conjunta sobre Lomo de Mena – La Medida, o sobre La Medida – Pájara.

Además, con carácter esporádico se nombraron algunos jueces pedáneos, que colaboraban con los jueces municipales en asuntos de Justicia, pero solo en el ámbito territorial delegado por éstos. Simultáneamente, Agache también ha tenido representación en el Ayuntamiento de Güímar, del que casi siempre han formado parte regidores o concejales que han nacido y/o vivido en los distintos pueblos, algunos de los cuales han repetido en el cargo. De ellos, varios han ocupado tenencias de alcaldía, con autoridad sobre toda la comarca. Como curiosidad, Agache tuvo más ediles municipales entre 1838 y 1900 que en todo el siglo XX; en el siglo XXI su cifra ha vuelto a aumentar e, incluso, en estos años dos ediles agacheros han ostentado la primera tenencia de alcaldía y la alcaldía del municipio de Güímar.

En este artículo nos vamos a centrar exclusivamente en los alcaldes pedáneos de El Escobonal, nombrados durante la primera etapa de la que tenemos documentación, de 1833 a 1894. Son 18 hombres, pues las mujeres en esa época no tenían opción de desempeñar dicho cargo, de los que sólo uno repitió en el mismo (en tres ocasiones). Todos fueron agricultores y propietarios de tierras; además, dos fueron venteros y uno patrón de barco…

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