La Banda de Música “Tres de Mayo” de Barranco Hondo (Candelaria). Una corta pero emotiva trayectoria

FOTO BANDA DE BCO HONDO-1     Poca gente se acuerda ya de que la primera banda de música que existió en el municipio de Candelaria se formó en Barranco Hondo en 1936. Llevó por nombre “Tres de Mayo”, por el día de su debut, y se presentó en su pueblo por todo lo alto, incluso con padrinos. Llegó a actuar en Llano del Moro e Igueste de Candelaria, además de en Barranco Hondo, pero solo se mantuvo en activo durante dos meses y medio, pues el comienzo de la Guerra Civil acabó con su corta pero emotiva trayectoria. La dirección la asumió el músico don José Verdejo Rodríguez, natural de Cádiz, aunque residente durante muchos años en Garachico.

       A lo largo de la II República Española se produjo un intenso movimiento asociativo y cultural en todos los pueblos canarios, como en el resto del Estado, surgiendo numerosos casinos, así como agrupaciones musicales, políticas y sindicales. Siguiendo esta inquietud, en Barranco Hondo se fundó en 1932 la Sociedad “Teobaldo Power”; en 1934 el “Comité Local de Acción Popular Agraria”; y en 1935 la Sociedad “Recreo” (también conocida como “Sociedad Nueva”). Fue probablemente en este segundo casino donde se fraguó la idea de crear una banda de música…

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El terrible aluvión que azotó Tenerife en 1826 y sus irreparables daños en Candelaria

Candelaria-ruinas basílica-cementerio      Aunque ya me he ocupado en alguna ocasión de los daños ocasionados en el Valle de Güímar por el célebre aluvión o temporal de 1826, el más grave registrado en la historia de Tenerife, no queremos que se olvide ese suceso natural que en cualquier momento puede volver a ocurrir y del que, a pesar de haber transcurrido 186 años, aún quedan muchos datos por conocer. A continuación vamos a analizar someramente los efectos del aluvión en la isla, para centrarnos luego en las graves pérdidas materiales, humanas y religiosas que causó en Candelaria, donde se llevó el Castillo de San Pedro, con el cabo de guarnición y toda su familia, así como una docena de casas y parte de la Capilla del Convento dominico, de la que desapareció la primitiva imagen de la Virgen de Candelaria, la Patrona de Canarias.

      Los días 7 y 8 de noviembre de dicho año 1826 acometió a las islas, y con especial crudeza a Tenerife, uno de esos tempora­les de viento y lluvias torrenciales que en periodos más o menos largos suelen visitarla y que, por desgracia, siempre dejan hondas huellas de su marcha destructora. Pero si de todos los ocurridos habían quedado recuerdos imperece­deros, del que nos ocupa aún perdura su memoria aterradora, viva y fresca, durante casi dos siglos, pues tal fue la magnitud de sus estragos que se reputa por el mayor de los ocurridos después de la Conquista…

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Candelaria: Don José Sabina Albertos (1849-1893), maestro, sochantre-organista, notario público eclesiástico, mayordomo de la Virgen, alcalde, secretario y juez municipal suplente

Candelaria antigua-15      Don José Sabina Albertos fue uno de los personajes más destacados de Candelaria en la segunda mitad del siglo XIX, transcurriendo casi toda su vida en dicha localidad. Adquirió una notable cultura, que completó con el título de Maestro, y desempeñó en su pueblo natal todos los cargos que requerían una cierta preparación intelectual. Así, fue durante 21 años maestro de la escuela pública de niños, que obtuvo en propiedad por oposición; sochantre, organista y notario público eclesiástico de la parroquia; mayordomo del Santuario de la Virgen de Candelaria; secretario interino del Ayuntamiento y acompañado del Juzgado Municipal, en dos ocasiones cada uno; elector e interventor electoral; alcalde constitucional y juez municipal suplente.

     Conocido por “El Santo”, probablemente por su larga vinculación con la parroquia, nuestro biografiado nació en Candelaria el 5 de septiembre de 1849, siendo hijo de don José Nicolás Sabina y Llarena y doña Rosa Albertos de Frías, naturales y vecinos de dicha villa. Cuatro días después fue bautizado en la iglesia de Santa Ana por el cura párroco don Juan Núñez del Castillo y actuó como padrino don Aurelio Perdigón, vecino de Arafo…

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Candelaria: Fray Tomás Texera (1762-1829), sacerdote dominico, Presentado en Teología, administrador y prior del Convento Real de Candelaria, secretario del provincial y profesor

Capilla antigua-fiestas Candelaria    Muchas fueron las vocaciones religiosas que surgieron en torno a la Virgen y al Convento Real de Candelaria, gracias a lo cual la Villa Mariana destacó en el pasado por el número de sus hijos que ingresaron en la Orden de Predicadores. En este trabajo queremos recordar a uno de ellos, Fray Tomás Texera, sacerdote dominico que permaneció casi toda su vida como morador del citado convento, donde ostentó casi todos los cargos de responsabilidad: notario, cantor, depositario, administrador, profesor, suprior y prior; aunque también actuó como secretario y compañero del provincial. Recibió el importante título de Presentado en Sagrada Teología, que le fue retirado cuando se secularizó, con motivo de la supresión temporal del convento (1821-1824). Una vez reintegrado en su Orden y recuperado su título, continuó en dicho convento hasta su muerte, que se produjo mientras ostentaba el Priorato. A lo largo de su vida vivió dos tristes sucesos: primero, el incendio que en 1789 destruyó el convento y la basílica; y luego, el aluvión que en 1826 se llevó la primitiva imagen de la Virgen y el Castillo de San Pedro.

     Nuestro biografiado nació en Candelaria el 7 de marzo de 1762, siendo hijo de don Melchor Texera de Castro y doña Agustina Pérez. Cuatro días después fue bautizado, con óleo y crisma, en la iglesia de Santa Ana por don José Méndez y Azevedo, teniente de beneficiado; se le puso por nombre “Tomás del Rosario” y actuó como padrino don Agustín Lorenzo de Barrios…

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Artículo-FRAY TOMÁS TEXERA

Apuntes históricos de la desaparecida Batería de Santiago en la Marina de Candelaria

Batería Santiago-1      En un artículo anterior ya nos ocupamos del desaparecido Castillo de San Pedro que existía en la Marina de Candelaria, cuya construcción fue ordenada en 1697 por el capitán general don Pedro de Ponte. Tuvo gobernador o castellano puesto por el Rey, además de un condestable y media compañía de Artillería. A pesar de sus deficiencias, continuó cumpliendo su misión defensiva hasta que el aluvión de 1826 lo hundió en el mar.

      En 1779 ya se advertía que el citado Castillo, que tenía solo dos cañones, era de tan mala construcción y debilidad que servía de muy poco, por lo que era forzoso sustituirla por una batería situada junto al desembarcadero de Pocillo Santo, al otro lado de la playa, debiendo quedar la antigua fortaleza para la fusilería, como desahogo de la línea de defensa. Por este motivo, en 1793 se construyó la Batería de Santiago, explanada descubierta y semicircular capaz para cuatro cañones. Tras la desaparición del Castillo de San Pedro continuaron las obras de defensa del Santuario, siendo reconstruida y mejorada la Batería de Santiago, que permaneció en servicio hasta 1878, en que fue desartillada. A ella vamos a dedicar el presente trabajo…

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Candelaria: Don Juan Jerónimo Pérez y Pérez (1928-1995), escritor experto en lucha canaria y juego del palo, fundador y primer presidente del C.L. “Unión Santa Cruz” y de dos sociedades

Juan Jerónimo Pérez      Don Juan Jerónimo Pérez fue un investigador pionero sobre Lucha Canaria y Juego del Palo, publicando varios libros sobre ambos deportes autóctonos, que en su momento se convirtieron en manuales básicos, uno de ellos premiado a nivel nacional; además, dio a la luz otro libro sobre Lucha Libre Olímpica y fundó la primera revista del archipiélago especializada en Lucha Canaria. Fue designado delegado en Tenerife para la promoción de las Luchas Olímpicas y se le concedió la Medalla de Plata de la Federación Española de Lucha. Desde la faceta directiva, fue fundador y primer presidente del Club de Luchas “Unión Santa Cruz”, de la “Sociedad de Amigos del Juego del Palo y de la Lucha Canaria” y del “Centro de Estudios Aborígenes de Canarias”. En suma, durante toda su vida asumió un compromiso con las principales señas canarias de identidad, especialmente las deportivas, pero su tierra aún no ha reconocido su labor y lo ha tenido injustamente olvidado.

      Nuestro biografiado nació en Candelaria el 15 de julio de 1928, a las dos de la tarde, siendo hijo de don Fernando Buenaventura Pérez Rivero y de doña Ángela Pérez Nóbrega, naturales y vecinos de dicha villa en la calle de La Arena. Al día siguiente, su nacimiento fue inscrito por su padre en el Registro Civil del Juzgado Municipal de dicho pueblo, actuando como testigos don Manuel Muñoz Jiménez y don Bernardo García Panasco, vecinos de la mencionada calle…

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Artículo-JUAN JERÓNIMO PÉREZ PÉREZ

Candelaria: Don José Díaz Hernández (1827-1875), albañil, alférez graduado de Milicias y teniente de Infantería víctima de la Guerra Carlista

José Díaz Hernández-hoja       El personaje que nos ocupa creció en el seno de una familia sencilla de labradores y aprendió el oficio de albañil, que ejerció en su pueblo natal. Luego, al ingresar como soldado en las Milicias Canarias para prestar su servicio, se sintió atraído por la vida militar y fue ascendiendo sucesivamente a cabo 2º, cabo 1º, sargento 2º y sargento 1º, empleo con el que se reenganchó, alcanzando luego el grado de alférez; en ese tiempo fue condecorado con dos cruces. Luego pasó como alférez al cuerpo de Infantería y con este empleo participó en la Guerra Carlista, en la que fue herido gravemente, lo que mereció su ascenso a teniente; pero falleció a consecuencia de dichas heridas en el Hospital Militar de Santa Cruz de Tenerife, lo que truncó la que podía haber sido una brillante carrera. Le sobrevivió su esposa, con la que había procreado ocho hijos, de los que tres también prestaron servicio en el Ejército.

       Nació en el pago de Barranco Hondo el 27 de febrero de 1827, siendo hijo de don Juan José Díaz del Rey y Díaz, natural de La Laguna en El Rosario, y de doña María San Juan Hernández Marrero, que lo era del pago candelariero, donde estaban avecindados. El 4 de marzo inmediato fue bautizado en la iglesia de Santa Ana de Candelaria por el cura párroco don José de Elías y Hernández; se le puso por nombre “José Julián” y actuó como madrina doña María Antonia Mirabal, natural también de El Rosario…

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Artículo-JOSÉ DÍAZ HERNÁNDEZ

Datos para la historia del desaparecido Castillo de San Pedro en la Marina de Candelaria

      Con el fin de impedir el saqueo del Santuario de Ntra. Sra. de Candelaria, que siempre había sido una preocupación de las autoridades, en 1686, siendo comandante general de las Islas Canarias don Francisco Bernardo Barona (1685-1689), se proyectó un reducto, fortín o baluarte en las inmediaciones de la Cueva de San Blas, pues hasta entonces había permanecido sin defensa alguna y solo al cuidado del Tercio de Milicias de Güímar, creado en 1665; pero aún tardaría una década en hacerse realidad.

    Con la misma finalidad, en 1697 el capitán general don Pedro de Ponte ordenó la construcción del Castillo de San Pedro en la Marina de Candelaria, capaz para tres cañones. En él se estableció media compañía de Artillería y siempre contó con un castellano o gobernador de nombramiento real, así como un teniente castellano, además de un condestable, luego sustituido por un cabo o sargento de Artillería veterana, y un guarda almacén de Artillería. Durante 129 años cumplió su cometido, hasta que en 1826 fue destruido por el célebre aluvión que afectó gravemente a la isla de Tenerife y, concretamente, al pueblo de Candelaria, aunque por entonces su papel en la defensa costera ya era secundario…

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El curioso pleito entre las parroquias de Güímar y Candelaria por la impresión de una polémica estampa de la Virgen del Socorro (1852-1867)

      Tras la desaparición de la primitiva imagen de la Virgen de Candelaria en el aluvión 1826 y el cierre del Convento dominico de dicha localidad en 1836, decayó mucho la afluencia de fieles a las fiestas de la Virgen de Candelaria, coyuntura que fue aprovechada por el culto beneficiado de Güímar, Dr. don Agustín Díaz Núñez, natural de dicha localidad, para potenciar la festividad de la Virgen del Socorro. Por ello, en 1837 solicitó y obtuvo del obispo el traslado de fecha de dicha festividad del 26 de diciembre al 8 de septiembre, época más benigna desde el punto de vista climático, pues ello favorecería la asistencia de peregrinos. Otras decisiones posteriores de este beneficiado y sus sucesores, tendentes también a potenciar la Fiesta del Socorro, despertaron el recelo de los párrocos de Candelaria, que veían peligrar la privilegiada devoción de su venerada imagen. Por ello, tanto don Juan Núñez del Castillo, que ejerció como párroco de Santa Ana desde 1828 hasta su muerte en 1863, como su sucesor, don Antonio de la Barreda y Payva, que estuvo al frente de dicha parroquia desde ese mismo año 1863 hasta 1890, alegaron en diversas ocasiones que los vecinos de Güímar hacían esfuerzos por atraerse las romerías de Candelaria a la ermita del Socorro. Por dicho motivo, se opusieron a las aspiraciones de los güimareros, considerando que eran perjudiciales a los derechos del Santuario de Candelaria, por lo que promovieron dos curiosos pleitos: el de las estampas de la Virgen del Socorro, iniciado en 1852 y revitalizado en 1866; y el de la Ceremonia de los “guanches”, que se litigó en 1872, cuando ésta se representó por primera vez en El Socorro. En este trabajo nos vamos a ocupar del primero de dichos enfrentamientos.

        En 1852, el obispo de Tenerife autorizó al beneficiado de Güímar, el mencionado don Agustín Díaz Núñez, la impresión de unas estampas que recogían el acto en el que el Rey Acaymo pidió “socorro” a los guanches, con la finalidad de repartirlas en la festividad de la Virgen del Socorro. Pero en ellas se representó a la Virgen de Candelaria y no a la del Socorro, lo que despertó la suspicacia del párroco de Candelaria, don Juan Núñez del Castillo, natural de dicho municipio, al pensar que con ello se pretendía potenciar la festividad de El Socorro a costa de la de Candelaria; por ello elevó una protesta al arcipreste e impidió que las estampas se distribuyesen. Pero, tras la muerte de ambos sacerdotes, el sucesor del Dr. Díaz Núñez, el también güimarero don Juan Elías Hernández, decidió repartir dichas estampas el 8 de septiembre de 1866, en la festividad de la Virgen del Socorro, lo que dio lugar a un curioso enfrentamiento con el nuevo párroco de Candelaria, el herreño don Antonio de la Barreda y Payba, quien presentó una denuncia ante el Obispado, la cual motivó un largo expediente, que se vino a resolver el 1 de agosto de 1867, por auto del gobernador eclesiástico en sede vacante, Dr. don José Martín Méndez, en el que daba la razón al denunciante…

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Los vínculos de Arafo con el Convento dominico de Candelaria. La hacienda y la capilla de “La Granja de los Frailes”

La Granja-Arafo    Hasta el siglo XIX, gran parte del término de Arafo estaba gravado con tributos pertenecientes a distintos conventos y órdenes religiosas establecidas en Canarias. En este sentido, destacaban las extensas propiedades pertenecientes a dos conventos, el agustino de La Laguna y el dominico de Candelaria, que influyeron notablemente en el devenir histórico de dicha localidad y en su trayectoria religiosa.

     En este trabajo nos vamos a centrar en el asentamiento dominico de Arafo, en la conocida como “La Granja de los Frailes”, que pertenecía al Convento Real de Nuestra Señora de Candelaria. Contaba con unas amplias instalaciones y en ella vivían los medianeros, así como temporalmente los frailes que administraban dicha hacienda. Poseía una capilla u oratorio de considerables dimensiones, preparada para albergar a la imagen de la Virgen de Candelaria, en la que se veneraba un antiguo cuadro que la representaba, hoy expuesto en la Basílica.

     En 1620 los frailes dominicos de Candelaria compraron terrenos en Arafo a don Tomás Pacheco Solís, con el fin de trasladar allí el santuario de la Virgen, por temor a los ataques de piratas que se acercaban hasta las costas del Valle atraídos por sus tesoros; asimismo, se acordó construir la capilla mayor del nuevo convento a costa de los bienes de propios del Cabildo. Aunque no se realizó la traslación prevista, ignoramos si por aquel entonces se llevó a cabo la proyectada edificación o si ésta se retrasó; lo cierto es que en las ruinas de “La Granja” se conservan las paredes de una capilla de gran tamaño, para tratarse de un simple oratorio, pues tiene 150 m²…

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