El artículo “Pequeña descripción del Valle de Güímar” de N. H. G. (1892)

     Este artículo o reportaje periodístico fue publicado en el Diario de Tenerife el 5 de abril de 1892 (pág. 2) y firmado por N.H.G., iniciales que creemos corresponden a don Nicolás Hernández González (1838-1914), Bachiller, maestro y comerciante, natural de La Laguna y establecido en Güímar, donde contrajo matrimonio y falleció, siendo la única persona con esas iniciales que por entonces residía en dicha localidad y poseía la suficiente cultura para escribir este interesante trabajo.

     En la interesante descripción que nos ocupa, en primer lugar se analiza orográficamente el Valle, destacando los accidentes que lo remarcan, su suave pendiente y las montañas que sobresalen en la costa (Montaña Grande y Montaña de los Guirres). A continuación se compara con el de La Orotava, del que lo diferencia su menor verdor, pero al que supera tanto por su cielo despejado como por su aire seco y saludable durante todo el año. Se hace hincapié en las brisas frescas del Norte, que cesan con la puesta del sol, haciendo que los atardeceres sean apacibles e inviten al paseo y las excursiones, mientras que las noches son plácidas y frescas, por lo despejado del cielo. Se resalta su clima templado y sus escasas lluvias, lo que condiciona que la costa sea árida, pero no así las zonas altas y las medianías, donde dominan los cultivos variados, que prosperan gracias al riego. La abundancia de agua en esa época procedía de dos manantiales perennes, que discurrían por los barrancos de Badajoz y El Río, que el autor describe con detalle. En el Barranco del Río destaca sus numerosas fuentes, con saltos y cascadas, el espesor del bosque de laurisilva, los precipicios y los senderos que lo recorrían. Por su parte el de Badajoz, sobresalía por las impresionantes laderas, elevadísimas y verticales, que aún sobrecogen al visitante, así como por la hermosa cascada que existía y la “Cueva del Culantrillo”, con el agua rezumante y la flora que tapizaba sus paredes. Mencionando luego los caminos que llegaban hasta dichos lugares, pendientes, pero sin peligro, que podían recorrerse en bestias. Luego se refiere a la Carretera General del Sur, deteniéndose en un punto de la misma, la “Cortada”, en la parte superior de La Ladera, desde el que se domina todo el Valle (donde luego se instalaría el Mirador de Don Martín). Ello permite al autor reproducir una interesante descripción del paisaje que desde allí se contempla, debida al culto sacerdote lagunero don Ireneo González, oriundo de Güímar por su madre. Finalmente, recomienda al viajero que desde la cumbre se detenga en un lugar desde el que se observan los dos valles opuestos y casi simétricos, a la vez que se pueden contemplar las dos corrientes de lava histórica (de 1705), que partiendo del Volcán situado entre los Roques descendieron hacia el mar, poniendo en peligro a las localidades de Güímar y Arafo.

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Candelaria: Don José Antonio Núñez Villavicencio (1786-1867), labrador, tabernero, sargento de Artillería retirado con fuero, escribiente, fiel de fechos y secretario del Ayuntamiento y del Pósito, vocal de la Junta Municipal de Beneficencia y secretario de la Hermandad del Santísimo Sacramento

     Nuestro biografiado trabajó toda su vida como labrador en las propiedades agrícolas familiares. Además, fue tabernero y sargento de Artillería retirado con fuero. También ejerció como escribiente y, como tal, desempeñó los cargos de fiel de fechos y secretario del Ayuntamiento, así como del Pósito de la localidad, vocal de la Junta Municipal de Beneficencia y secretario de la Hermandad del Santísimo Sacramento de la parroquia de Santa Ana.

     Nació en Candelaria el 3 de octubre de 1786, siendo hijo de don Santiago Núñez Villavicencio y Castellano y doña Rafaela de Barrios García. Cuatro días después fue bautizado en la iglesia de Santa Ana por el teniente de beneficiado don Agustín de Torres; se le puso por nombre “José Antonio” y actuó como padrino don Alejandro Pérez, mozo libre…

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Arona: Don José Peña y Medina (1852-1909), Maestro Elemental de Primera Enseñanza, interino de Arona y en propiedad de San Antonio de las Vegas (Cuba), de cuya escuela de niños fue director

     Miembro de una familia acomodada, de la terratenencia sureña, nuestro biografiado obtuvo el título de Maestro Elemental de Primera Enseñanza en la Escuela Normal de La Laguna y ejerció como maestro interino de Arona. Luego, tras emigrar a Cuba, ejerció como maestro interino en la escuela de niños de San Antonio de las Vegas, que luego obtuvo en propiedad, por oposición; de ella fue director y a su frente continuó probablemente hasta su muerte, que se produjo en dicha república americana.

     Nació en Arona el 23 de enero de 1852, siendo hijo de don José Tomás Peña García, natural de la Antigua (Fuerteventura), y doña Tomasa Benigna Medina Domínguez, que lo era de la antedicha localidad tinerfeña. Dos días después fue bautizado en la iglesia de San Antonio Abad por el cura propio don Miguel Rodríguez Guillama; se le puso por nombre “José Antonio de San Ildefonso” y actuó como padrino don Antonio Sarabia, de la misma vecindad…

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Arico: Don Esteban de Morales (1677-1750), capitán de Milicias y propietario agrícola

     Miembro de una destacada familia de Arico, como la mayoría de sus familiares don Esteban de Morales siguió la carrera militar, en la que ingresó como alférez de Milicias, para ascender luego a teniente y capitán de las Milicias de Abona; como tal estuvo al frente de una de las dos compañías de Arico, por lo que fue uno de los dos militares de mayor graduación residente por entonces en dicho término. Además, fue un notable propietario agrícola, lo que le permitió ostentar y disfrutar con dignidad sus empleos militares.

     Nació en el barrio de Icor (por entonces llamado Icore) el 2 de enero de 1677, siendo hijo del entonces alférez don Carlos de Morales y doña Felipa de Morales. Cuatro días después fue bautizado en la iglesia de San Juan Bautista del Lomo de Arico por el cura párroco don Pedro Lorenzo Gómez; se le puso por nombre “Esteban” y actuó como padrino el capitán don Pedro García del Castillo, “mozo y vecino de este lugar en el barrio de Arico”, primo hermano de su padre…

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El artículo descriptivo-literario “La villa de Adeje” (1892)

     Este artículo, publicado en El Liberal de Tenerife el 25 de agosto de 1892, hace un recorrido por los principales aspectos del municipio de Adeje en 1892. Comienza con una descripción de la villa, en la que destaca la belleza de su paisaje, barrancos, medianías y costa, haciendo hincapié en la feracidad de su suelo y sus abundantes aguas, que podrían haber multiplicado su población si no hubiese sido por su trayectoria política caciquil, marcada por el dominio absoluto del Señorío. Luego destaca los tapices gobelinos que por entonces se conservaban en la iglesia parroquial, restos de la antigua magnificencia del Marquesado de Adeje. Para centrarse a continuación en la Casa Fuerte, sede del Señorío y edificio más emblemático no solo de la villa sino, probablemente, de todo el Sur de Tenerife, que describe tanto desde el punto de vista arquitectónico como político-social. Posteriormente, dedica una gran parte del artículo a una curiosa anécdota sobre la pompa con la que vivía el Marqués-viejo, a pesar de las dificultades económicas que sufrió, y su tirante relación con el Rey Fernando VII. A continuación, dedica unos párrafos al bello Barranco del Infierno, con su riqueza vegetal y animal, sus angostas laderas, su cascada y riachuelo, sin duda el atractivo natural más importante del municipio y uno de los más notables de la isla. Asimismo, destaca el valor de unas aguas recién descubiertas y que podrían tener un gran valor medicinal, atribuyendo el descubrimiento a dos hermanos, destacados maestros y personajes públicos de la propia villa. El artículo se centra al final en el carácter de sus habitantes, su afición por la música, el canto y el baile, ese regocijo popular que les permitía olvidar la pobreza en la que vivían. Dedica un apartado especial a la mujer adejera, poniendo en valor su honestidad, alegría, sinceridad, aseo y fidelidad, destacando con especial énfasis su duro trabajo y el constituir el núcleo central de la familia. Por el contrario, concluye con una costumbre masculina negativa, que incorpora en tono de broma.

     De momento no sabemos con seguridad quien era el corresponsal de El Liberal de Tenerife en la villa de Adeje en dicho año, pero casi con total seguridad se trataba de alguno de los siete adejeros, de nacimiento o adopción, que reseñamos a continuación, pues por esa época eran los únicos que tenían suficiente preparación para asumir dicha responsabilidad, aunque dos de ellos figuran en el texto como “amigos” del posible autor: don Miguel García Alfonso (1834-1921), don José Ledesma (1842-1894), don Petronilo Casañas García (1847-1908), don Fernando Jorge García (1854-?), don Eduardo Díaz Ledesma (1856-1954), don Manuel Bello Ángel (1867-1952) y don Fermín Fraga y Fraga (1870-1917). De todos ellos, nos inclinamos por el último, a pesar de que tendría 22 años al publicarse este artículo, sobre todo teniendo en cuenta su cualificación profesional y su afición por la historia de Adeje, que dejó plasmada en varios artículos publicados en la prensa de la época…

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Granadilla de Abona: Don Francisco Roque Pérez Montesdeoca (1696-1757), sacerdote y capellán de la parroquia de San Antonio de Padua

     Miembro de una ilustre familia, nuestro biografiado optó por la carrera eclesiástica y, tras obtener una capellanía, recibió las órdenes sagradas hasta el presbiterado. Como sacerdote quedó adscrito a la parroquia de San Antonio de Padua de Granadilla de Abona, en la que ejerció de capellán durante tres décadas, colaborando con los párrocos de la localidad en la celebración de misas y sacramentos, así como en la atención del culto en las ermitas existentes en la jurisdicción.

     Nació en Granadilla de Abona el jueves 16 de agosto de 1696, siendo hijo del alférez de Caballos Corazas don Melchor Afonso Montesdeoca, natural de Adeje, y doña Ana Pérez, que lo era de la primera localidad, ambos labradores y vecinos de dicho lugar. El 23 de ese mismo mes recibió el bautismo en la iglesia parroquial de San Antonio de Padua, de manos del párroco don Salvador González; se le puso por nombre “Francisco Roque” y actuó como padrino su hermano de padre don Bartolo¬mé Afonso, “mozo”, hijo del citado alférez y de su primera esposa, doña Gregoria de Segovia, difunta y natural de Buenavista…

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Güímar-Fasnia: Don Juan Domingo Yanes (1778-1850), agricultor, sargento 2º de Milicias, escribiente y fiel de fechos accidental del Ayuntamiento de Fasnia

     Nuestro biografiado siguió una modesta carrera en las Milicias Canarias, siempre en el Regimiento Provincial de Güímar, en la que comenzó como soldado, para ir ascendiendo a cabo 2º, cabo 1º y sargento 2º; con el penúltimo empleo estuvo movilizado en los Destacamentos de Santa Cruz de Tenerife. Contrajo matrimonio en Fasnia, donde se estableció y vivió más de la mitad de su vida. En esta localidad actuó como escribiente y testigo en la otorgación de testamentos, incluso ejerció como fiel de fechos accidental del Ayuntamiento, aunque en un corto período. Desde el punto de vista profesional, trabajó siempre como agricultor, en las propiedades que poseía en El Escobonal y Fasnia, lo que le permitió sostener a su familia.

     Nació en el pago de Agache (El Escobonal) el 24 de mayo de 1778, siendo hijo de don José Yanes Bello y doña María Miguel (Rodríguez) Márquez, naturales y vecinos del mismo pago. El 31 de ese mismo mes recibió el bautismo en la iglesia de San Pedro Apóstol de Güímar de manos del presbítero don Agustín Antonio Núñez, con licencia de don Luis Ambrosio Fernández del Castillo, beneficiado propio de Güímar y Candelaria; se le puso por nombre “Juan Domingo” y actuó como padrino su tío político don Bernardo Pérez Elías, de la misma vecindad…

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Arafo: Don Leovigildo César Rodríguez Rodríguez (1929-2018), puntal, capitán, mandador y vocal del “C.L. Chimisay”, agricultor, cabo de Ingenieros y policía municipal de Arafo, donde da nombre al Terrero municipal de lucha canaria

     Miembro de una familia muy conocida de Arafo, oriunda de El Escobonal (Güímar), don César comenzó a luchar a los 14 años de edad en el equipo aficionado “Ayesa” de su pueblo natal y, tres años después, pasó al “C.L. Chimisay” de la misma villa, en el que continuó el resto de su carrera deportiva, otros 19 años, en los que actuó como puntal, entrenador y capitán, aunque también formó parte de selecciones del Sur de la isla; después de retirado volvió a actuar como mandador y vocal del mismo club. Además, durante el servicio militar, que prestó como cabo de Ingenieros, fue puntal-entrenador de un equipo de lucha militar, así como atleta lanzador de jabalina, peso y martillo, modalidad ésta en la que quedó 4º en el Campeonato de Canarias. Desde el punto de vista profesional, se inició en el comercio de su padre y luego trabajó como agricultor, empleado de la Cooperativa agrícola de Arafo, paredero y guardia municipal de dicha localidad durante casi tres décadas, ejerciendo también como tallador-pesador de quintos en el Ayuntamiento. En reconocimiento a sus méritos deportivos, el Ayuntamiento de Arafo dio su nombre al Terrero municipal de lucha canaria.

     Nació en Arafo el 20 de agosto de 1929, a la una de la madrugada, siendo hijo de don Ricardo Rodríguez Curbelo y doña Ernestina Rodríguez y Rodríguez. El 17 de noviembre de ese mismo año fue bautizado en la iglesia de San Juan Degollado por el cura párroco propio don Hildebrando Reboso Ayala; se le puso por nombre “Leovigildo César” y actuó como padrino don Antonio Rodríguez y Rodríguez…

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Relación de alcaldes del municipio de Santiago del Teide (1548-2019)

     No conocemos todos los alcaldes que ha tenido la jurisdicción de Santiago del Teide, pues al haberse perdido el archivo municipal en un incendio producido hacia 1910 no se conservan actas ni libros de oficios anteriores a esa fecha, por lo que es solamente desde dicho año cuando disponemos de las fechas exactas de posesión y cese, aunque también faltan las actas de 1912 a 1923 y de 1938 a 1944. Sin embargo, gracias a documentos consultados en otros archivos locales, insulares y regionales, tanto públicos como privados, hemos podido elaborar una lista bastante amplia de las personas que ocuparon tanto la alcaldía pedánea o real desde 1548, o la alcaldía mayor u ordinaria desde 1663, ambas en el Antiguo Régimen al XIX, como la posterior alcaldía constitucional. La jurisdicción de estos alcaldes no ha variado a lo largo del tiempo, pues siempre ha abarcado la misma jurisdicción territorial.

     Como curiosidad, de los 81 alcaldes titulares que conocemos, pues muchos repitieron en el cargo, el récord de permanencia en la alcaldía lo ostenta D. Pancracio Socas García, durante más de 15 años consecutivos, seguido por: D. Rafael González Pérez (casi 14 años), D. Juan García Dorta (13 años, en tres etapas), D. Juan Damián Gorrín Ramos (12 años), D. Agustín Rodríguez Guanche (más de 10 años), D. José Trujillo Hernández (unos 10 años, en cuatro etapas), D. José Antonio Navarro Díaz (casi 9 años), D. José Forte González (unos 7 años, en tres etapas), D. Pedro Acevedo Bisshop (casi 6 años), etc. Con respecto al lugar de nacimiento, conocemos por lo menos a 10 alcaldes que no han nacido en este municipio: don D. Antonio González Velázquez (de El Tanque), D. Lorenzo Dorta del Castillo (de Los Silos), D. Agustín Ferrer y González (de Guía de Isora) y Dª. Concepción García Suárez (de La Laguna); además de D. Nicoloso de Ponte y Cuevas, D. Manuel Antonio Ramos, D. José Antonio de Acosta, D. Francisco Olavarrieta, D. Antonio Rodríguez Montana y D. Pedro Acevedo Bisshop, de los que de momento desconocemos su lugar de nacimiento. Como curiosidad, han sido alcaldes vecinos de varios núcleos de población del municipio, pero hasta el momento solo una mujer ha ostentado la alcaldía (Dª. Concepción García Suárez)…

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Güímar: Don Sixto Pérez Alberto (1891 1981), agricultor, zapatero, profesor particular, artillero telemetrista y telefonista, comandante de Artillería condecorado, presidente delegado de la Comisión de Reincorporación de Excombatientes y de la Residencia de Suboficiales de Santa Cruz de Tenerife

     Pasó los primeros años de su vida en Santa Cruz de Tenerife, donde cursó los Estudios Primarios y comenzó el Bachillerato. Luego se estableció en Güímar, donde vivió parte de su infancia y toda su adolescencia, trabajando como agricultor, zapatero y profesor particular. Inició la carrera militar como artillero 2º y, tras ascender a cabo, obtuvo el nombramiento de telemetrista ordinario; ya como sargento se le nombró telemetrista preferente y como suboficial pasó a telemetrista-telefonista. Con los empleos de brigada y alférez de Artillería fue subayudante del Grupo y como teniente hizo un curso de Prácticas de Topografía. Al estallar la Guerra Civil, se le nombró censor de la Central de Telégrafos de Santa Cruz de Tenerife, comandante militar del Castillo de Paso Alto y profesor del curso de Alféreces Provisionales. Tras ser habilitado como capitán de Artillería ejerció como jefe de la Prisión Militar Costa Sur y comandante militar del Castillo de Paso Alto; y, tras su ascenso a capitán efectivo, fue jefe de la 1ª Batería de Costa de Tenerife. Posteriormente pasó a los frentes de guerra de Madrid, Toledo y Extremadura, donde ostentó el mando de una Unidad de Municionamiento y del Parque de Artillería, en sendas divisiones, destinos en los que tuvo una destacada y reconocida actuación. De regreso a Tenerife tras finalizar la contienda bélica, fue jefe del Centro de Movilización y Reserva del Regimiento, encargado del suministro a los presos del Castillo de Paso Alto, secretario y cajero del Regimiento Mixto de Artillería de Tenerife. Finalmente, tras ascender a comandante de Artillería, recibió los nombramientos de jefe de la Agrupación de Artillería de Fuerteventura, mayor interino de Santa Cruz, presidente delegado de la Comisión de Reincorporación de Excombatientes y de la Residencia de Suboficiales de la capital y comandante militar del Castillo de San Joaquín. A lo largo de su carrera obtuvo numerosas condecoraciones, entre ellas la Cruz y la Placa de la Orden Militar de San Hermenegildo, y obtuvo su retiro a los 60 años de edad, 39 de ellos en el Ejército.

     Nuestro biografiado nació en Güímar el 8 de agosto de 1891, siendo hijo de don Isidro Pérez Delgado y doña Josefa Alberto González, naturales de la misma localidad y vecinos en Los Majuelos. En algunos documentos figura erróneamente como natural de Santa Cruz de Tenerife, pues fue bautizado en la iglesia matriz de Ntra. Sra. de la Concepción de dicha capital…

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