El artículo: “Unas líneas / En Vilaflor”, de Nicolás Mingorance (1926)

    El artículo “Unas líneas / En Vilaflor”, publicado en El Progreso el miércoles 4 de agosto de 1926 por el periodista y poeta don Nicolás Mingorance Pérez, comienza con una corta, pero poética descripción de Vilaflor de Chasna, según lo contempló el autor al llegar a dicho pueblo al amanecer de un día de julio, destacando la tupida vegetación de sus campos y el fondo montañoso rematado en la cumbre con El Sombrerito, todo cubierto de pinos. Continúa con el camino de acceso lateral, bordeado de árboles; la iglesia, con los tres cipreses centenarios, que aún crecen en su frente; su plaza, poco acogedora y muy triste a esa hora; sus calles empinadas y sus pequeñas casas agrupadas. Luego, con la salida del Sol, destaca como se rompe el silencio y el calor del verano se deja sentir, en contraste con el invierno en el que se cubre de nieve. Posteriormente, se centra en la fonda en la que se iba a alojar, situada en lo alto del pueblo, en la montaña de San Roque y junto a la ermita que le daba nombre, lugar desde el que se contempla Vilaflor en toda su belleza, con sus árboles frutales (cirueleros y almendreros), además de los pinos. A continuación, habla del inmediato Sanatorio del doctor Rodríguez López, instalado para aprovechar el clima tan saludable de esta localidad, en el que trataba a enfermos procedentes de la Península y del extranjero, que enseguida apreciaban una mejoría en su salud, que los llenaba de júbilo.

     En la visita detenida que efectuó por el pueblo, se le presentaron las dos personas de mayor relieve intelectual que allí residían: don Germán Fumero Alayón (1846-1936), reconocido poeta y polifacético hombre público, quien ostentó los cargos de secretario del Ayuntamien¬to, alcalde, juez municipal, sochantre y organista de la parroquia y cartero rural; don Manuel Rodríguez Escalona (1894-1967), culto escritor, propietario de una fonda y cónsul de Cuba, casado y fallecido en dicho pueblo; y don Pablo González Morera, secretario del Ayuntamiento, oficial agregado y piloto de la Marina Mercante española, cabo de Infantería, ex-secretario de la Sociedad “Luz y Vida”, escritor y conferenciante. Destaca la obra poética del viejo poeta chasnero, cantor de todos los rincones del municipio, quien le habló del mismo con entusiasmo juvenil, a pesar de superar los 80 años. Mientras que del escritor cubano destacó su romanticismo, así como su amor por la belleza y el clima de Vilaflor. Señalando que ambos participaban en las frecuentes fiestas literarias y participaban en todas las iniciativas que redundasen en el progreso local. Concluye su artículo insistiendo en la belleza del pueblo y en la próxima terminación de la carretera que lo comunicaría con Granadilla y que, una vez completada la Carretera General del Sur, le permitiría adquirir la importancia que merecía en el contexto insular y salir del abandono en el que había estado sumido este municipio.

     Pocos meses después, el 17 de febrero de 1927, don Nicolás Mingorance participó en una velada literaria celebrada en Vilaflor, en la casa del secretario del Ayuntamiento, don Pablo González Morera. Asimismo, en noviembre de ese mismo año 1927, colaboró con 10 pesetas al homenaje que se le iba a tributar en Vilaflor al viejo poeta don Germán Fumero Alayón a finales de ese año o comienzos del siguiente, en el que también intervino.

     El autor, don Nicolás Mingorance Pérez (1903-1999), natural de Santa Cruz de Tenerife, fue actor cómico-dramático, poeta, periodista, directivo de varias sociedades culturales y deportivas, presidente de la Asociación General de Empleados de Comercio, Industria y Banca, presidente de la Sección de Tejidos, Sombrererías y Peleterías, dirigente de la Agrupación Socialista Tinerfeña y concejal del Frente Popular de Santa Cruz, preso político fugado, sargento del Ejército Republicano y exiliado en Chile, donde murió…

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Guía de Isora: Don Miguel Hernández Jorge (1852-1930), aspirante examinado para alférez de Milicias, soldado sustituido, elector contribuyente, interventor electoral, fiscal municipal, adjunto suplente de la mesa electoral y secretario interino del Juzgado Municipal

     Nuestro biografiado quiso seguir la carrera militar, como algunos de sus familiares, por lo que fue aspirante examinado para alférez de Milicias, aunque no obtuvo dicha plaza; no obstante, sí comenzó a servir como soldado de Milicias en la Sección Ligera Provincial de Abona, hasta que puso un sustituto, para dedicarse al cuidado de sus propiedades agrícolas. Llegó a ser uno de los mayores contribuyentes del municipio y tuvo un cierto compromiso público, pues fue elector contribuyente, interventor electoral, fiscal municipal, adjunto suplente de la mesa electoral y secretario interino del Juzgado Municipal.

     Nació en Guía de Isora el 20 de noviembre de 1852, siendo hijo de don Miguel Hernández Martel y González, natural del mismo pueblo, y de doña María Ignacia Jorge Brito, que lo era de Adeje. Ocho días después fue bautizado en la iglesia de Ntra. Sra. de la Luz por el cura párroco don Domingo Carreiro; se le puso por nombre “Miguel Félix del Sacramento” y actuó como padrino don Andrés Martín, natural del Puerto de la Cruz y vecino de la localidad sureña…

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Granadilla de Abona: Lcdo. don Juan Peraza del Castillo (1682-1725), sacerdote y capellán de la parroquia de San Antonio de Padua

     Este artículo está dedicado a uno de los numerosos sacerdotes que desarrollaron una modesta labor pastoral en sus parroquias de cuna, como meros capellanes y colaboradores de los párrocos titulares. Miembro de una ilustre familia, llevado por su vocación religiosa y tras obtener una capellanía, don Juan cursó sus estudios eclesiásticos y recibió sucesivamente las órdenes sagradas: Prima Tonsura, Órdenes Menores, Subdiaconado, Diaconado y Presbiterado. Como sacerdote y capellán, estuvo adscrito a su parroquia natal de San Antonio de Padua, colaborando con el párroco don Rodrigo García de Armas y, probablemente, atendiendo las misas en alguna de las ermitas de la jurisdicción.

     Nuestro biografiado nació en Granadilla de Abona el martes 1 de diciembre de 1682, siendo hijo del alférez don Marcos González del Castillo, alcalde de dicho pueblo, del que era natural, y de doña María Peraza de Ayala y Pérez de Guzmán, que lo era de La Victoria de Acentejo, y ambos “labradores y vecinos” del pueblo sureño. El 27 de ese mismo mes fue bautizado en la iglesia de San Antonio, por el cura párroco don Salvador González; se le puso por nombre “Juan” y actuó como padrino su tío abuelo el Lcdo. don Lucas Rodríguez, clérigo presbítero…

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San Miguel de Abona: Don Gregorio García Alfonso (1852-1931), comerciante, cosechero de vinos, exportador de cochinilla, agente de seguros, alférez de la compañía local de la Milicia Nacional, interventor electoral, presidente de la comisión de fiestas, alcalde constitucional y fiscal municipal

     Trabajó toda su vida como comerciante, aunque también fue cosechero de vinos, exportador de cochinilla y agente de seguros. Prestó su servicio militar como soldado de las Milicias Provinciales, pero también fue alférez de la compañía local de la Milicia Nacional. Además, al figurar entre los mayores contribuyentes de su municipio natal de San Miguel, actuó como elector y desempeñó diversos cargos: concejal del Ayuntamiento, jurado judicial, interventor electoral, miembro de la Junta Municipal, alcalde constitucional, fiscal municipal, presidente de la comisión de fiestas y vocal de la Junta Municipal del Censo electoral.

     Nació en San Miguel de Abona el 20 de julio de 1852, siendo hijo de don Juan Antonio García del Castillo, natural de Granadilla de Abona, y doña María Antonia Alfonso Feo, que lo era de la primera localidad. Cinco días después fue bautizado en la iglesia del Arcángel San Miguel por el cura párroco don Jerónimo Mora y Hernández; se le puso por nombre “Gregorio Eulogio” y actuó como padrino su tío materno don Eulogio Alfonso Feo…

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El artículo “Pequeña descripción del Valle de Güímar” de N. H. G. (1892)

     Este artículo o reportaje periodístico fue publicado en el Diario de Tenerife el 5 de abril de 1892 (pág. 2) y firmado por N.H.G., iniciales que creemos corresponden a don Nicolás Hernández González (1838-1914), Bachiller, maestro y comerciante, natural de La Laguna y establecido en Güímar, donde contrajo matrimonio y falleció, siendo la única persona con esas iniciales que por entonces residía en dicha localidad y poseía la suficiente cultura para escribir este interesante trabajo.

     En la interesante descripción que nos ocupa, en primer lugar se analiza orográficamente el Valle, destacando los accidentes que lo remarcan, su suave pendiente y las montañas que sobresalen en la costa (Montaña Grande y Montaña de los Guirres). A continuación se compara con el de La Orotava, del que lo diferencia su menor verdor, pero al que supera tanto por su cielo despejado como por su aire seco y saludable durante todo el año. Se hace hincapié en las brisas frescas del Norte, que cesan con la puesta del sol, haciendo que los atardeceres sean apacibles e inviten al paseo y las excursiones, mientras que las noches son plácidas y frescas, por lo despejado del cielo. Se resalta su clima templado y sus escasas lluvias, lo que condiciona que la costa sea árida, pero no así las zonas altas y las medianías, donde dominan los cultivos variados, que prosperan gracias al riego. La abundancia de agua en esa época procedía de dos manantiales perennes, que discurrían por los barrancos de Badajoz y El Río, que el autor describe con detalle. En el Barranco del Río destaca sus numerosas fuentes, con saltos y cascadas, el espesor del bosque de laurisilva, los precipicios y los senderos que lo recorrían. Por su parte el de Badajoz, sobresalía por las impresionantes laderas, elevadísimas y verticales, que aún sobrecogen al visitante, así como por la hermosa cascada que existía y la “Cueva del Culantrillo”, con el agua rezumante y la flora que tapizaba sus paredes. Mencionando luego los caminos que llegaban hasta dichos lugares, pendientes, pero sin peligro, que podían recorrerse en bestias. Luego se refiere a la Carretera General del Sur, deteniéndose en un punto de la misma, la “Cortada”, en la parte superior de La Ladera, desde el que se domina todo el Valle (donde luego se instalaría el Mirador de Don Martín). Ello permite al autor reproducir una interesante descripción del paisaje que desde allí se contempla, debida al culto sacerdote lagunero don Ireneo González, oriundo de Güímar por su madre. Finalmente, recomienda al viajero que desde la cumbre se detenga en un lugar desde el que se observan los dos valles opuestos y casi simétricos, a la vez que se pueden contemplar las dos corrientes de lava histórica (de 1705), que partiendo del Volcán situado entre los Roques descendieron hacia el mar, poniendo en peligro a las localidades de Güímar y Arafo.

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Candelaria: Don José Antonio Núñez Villavicencio (1786-1867), labrador, tabernero, sargento de Artillería retirado con fuero, escribiente, fiel de fechos y secretario del Ayuntamiento y del Pósito, vocal de la Junta Municipal de Beneficencia y secretario de la Hermandad del Santísimo Sacramento

     Nuestro biografiado trabajó toda su vida como labrador en las propiedades agrícolas familiares. Además, fue tabernero y sargento de Artillería retirado con fuero. También ejerció como escribiente y, como tal, desempeñó los cargos de fiel de fechos y secretario del Ayuntamiento, así como del Pósito de la localidad, vocal de la Junta Municipal de Beneficencia y secretario de la Hermandad del Santísimo Sacramento de la parroquia de Santa Ana.

     Nació en Candelaria el 3 de octubre de 1786, siendo hijo de don Santiago Núñez Villavicencio y Castellano y doña Rafaela de Barrios García. Cuatro días después fue bautizado en la iglesia de Santa Ana por el teniente de beneficiado don Agustín de Torres; se le puso por nombre “José Antonio” y actuó como padrino don Alejandro Pérez, mozo libre…

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Arona: Don José Peña y Medina (1852-1909), Maestro Elemental de Primera Enseñanza, interino de Arona y en propiedad de San Antonio de las Vegas (Cuba), de cuya escuela de niños fue director

     Miembro de una familia acomodada, de la terratenencia sureña, nuestro biografiado obtuvo el título de Maestro Elemental de Primera Enseñanza en la Escuela Normal de La Laguna y ejerció como maestro interino de Arona. Luego, tras emigrar a Cuba, ejerció como maestro interino en la escuela de niños de San Antonio de las Vegas, que luego obtuvo en propiedad, por oposición; de ella fue director y a su frente continuó probablemente hasta su muerte, que se produjo en dicha república americana.

     Nació en Arona el 23 de enero de 1852, siendo hijo de don José Tomás Peña García, natural de la Antigua (Fuerteventura), y doña Tomasa Benigna Medina Domínguez, que lo era de la antedicha localidad tinerfeña. Dos días después fue bautizado en la iglesia de San Antonio Abad por el cura propio don Miguel Rodríguez Guillama; se le puso por nombre “José Antonio de San Ildefonso” y actuó como padrino don Antonio Sarabia, de la misma vecindad…

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Arico: Don Esteban de Morales (1677-1750), capitán de Milicias y propietario agrícola

     Miembro de una destacada familia de Arico, como la mayoría de sus familiares don Esteban de Morales siguió la carrera militar, en la que ingresó como alférez de Milicias, para ascender luego a teniente y capitán de las Milicias de Abona; como tal estuvo al frente de una de las dos compañías de Arico, por lo que fue uno de los dos militares de mayor graduación residente por entonces en dicho término. Además, fue un notable propietario agrícola, lo que le permitió ostentar y disfrutar con dignidad sus empleos militares.

     Nació en el barrio de Icor (por entonces llamado Icore) el 2 de enero de 1677, siendo hijo del entonces alférez don Carlos de Morales y doña Felipa de Morales. Cuatro días después fue bautizado en la iglesia de San Juan Bautista del Lomo de Arico por el cura párroco don Pedro Lorenzo Gómez; se le puso por nombre “Esteban” y actuó como padrino el capitán don Pedro García del Castillo, “mozo y vecino de este lugar en el barrio de Arico”, primo hermano de su padre…

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El artículo descriptivo-literario “La villa de Adeje” (1892)

     Este artículo, publicado en El Liberal de Tenerife el 25 de agosto de 1892, hace un recorrido por los principales aspectos del municipio de Adeje en 1892. Comienza con una descripción de la villa, en la que destaca la belleza de su paisaje, barrancos, medianías y costa, haciendo hincapié en la feracidad de su suelo y sus abundantes aguas, que podrían haber multiplicado su población si no hubiese sido por su trayectoria política caciquil, marcada por el dominio absoluto del Señorío. Luego destaca los tapices gobelinos que por entonces se conservaban en la iglesia parroquial, restos de la antigua magnificencia del Marquesado de Adeje. Para centrarse a continuación en la Casa Fuerte, sede del Señorío y edificio más emblemático no solo de la villa sino, probablemente, de todo el Sur de Tenerife, que describe tanto desde el punto de vista arquitectónico como político-social. Posteriormente, dedica una gran parte del artículo a una curiosa anécdota sobre la pompa con la que vivía el Marqués-viejo, a pesar de las dificultades económicas que sufrió, y su tirante relación con el Rey Fernando VII. A continuación, dedica unos párrafos al bello Barranco del Infierno, con su riqueza vegetal y animal, sus angostas laderas, su cascada y riachuelo, sin duda el atractivo natural más importante del municipio y uno de los más notables de la isla. Asimismo, destaca el valor de unas aguas recién descubiertas y que podrían tener un gran valor medicinal, atribuyendo el descubrimiento a dos hermanos, destacados maestros y personajes públicos de la propia villa. El artículo se centra al final en el carácter de sus habitantes, su afición por la música, el canto y el baile, ese regocijo popular que les permitía olvidar la pobreza en la que vivían. Dedica un apartado especial a la mujer adejera, poniendo en valor su honestidad, alegría, sinceridad, aseo y fidelidad, destacando con especial énfasis su duro trabajo y el constituir el núcleo central de la familia. Por el contrario, concluye con una costumbre masculina negativa, que incorpora en tono de broma.

     De momento no sabemos con seguridad quien era el corresponsal de El Liberal de Tenerife en la villa de Adeje en dicho año, pero casi con total seguridad se trataba de alguno de los siete adejeros, de nacimiento o adopción, que reseñamos a continuación, pues por esa época eran los únicos que tenían suficiente preparación para asumir dicha responsabilidad, aunque dos de ellos figuran en el texto como “amigos” del posible autor: don Miguel García Alfonso (1834-1921), don José Ledesma (1842-1894), don Petronilo Casañas García (1847-1908), don Fernando Jorge García (1854-?), don Eduardo Díaz Ledesma (1856-1954), don Manuel Bello Ángel (1867-1952) y don Fermín Fraga y Fraga (1870-1917). De todos ellos, nos inclinamos por el último, a pesar de que tendría 22 años al publicarse este artículo, sobre todo teniendo en cuenta su cualificación profesional y su afición por la historia de Adeje, que dejó plasmada en varios artículos publicados en la prensa de la época…

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Granadilla de Abona: Don Francisco Roque Pérez Montesdeoca (1696-1757), sacerdote y capellán de la parroquia de San Antonio de Padua

     Miembro de una ilustre familia, nuestro biografiado optó por la carrera eclesiástica y, tras obtener una capellanía, recibió las órdenes sagradas hasta el presbiterado. Como sacerdote quedó adscrito a la parroquia de San Antonio de Padua de Granadilla de Abona, en la que ejerció de capellán durante tres décadas, colaborando con los párrocos de la localidad en la celebración de misas y sacramentos, así como en la atención del culto en las ermitas existentes en la jurisdicción.

     Nació en Granadilla de Abona el jueves 16 de agosto de 1696, siendo hijo del alférez de Caballos Corazas don Melchor Afonso Montesdeoca, natural de Adeje, y doña Ana Pérez, que lo era de la primera localidad, ambos labradores y vecinos de dicho lugar. El 23 de ese mismo mes recibió el bautismo en la iglesia parroquial de San Antonio de Padua, de manos del párroco don Salvador González; se le puso por nombre “Francisco Roque” y actuó como padrino su hermano de padre don Bartolo¬mé Afonso, “mozo”, hijo del citado alférez y de su primera esposa, doña Gregoria de Segovia, difunta y natural de Buenavista…

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