Los aprovechamientos de agua en Agache (Güímar) hasta el primer tercio del siglo XX, una lucha constante contra la sequía

OLYMPUS DIGITAL CAMERA      Este artículo es la primera contribución al estudio de la importancia que el agua ha tenido siempre en la Comarca de Agache (Güímar). En primer lugar recordamos cómo este elemento líquido, durante millones de años ha ido erosionando la superficie del terreno hasta formar la maraña de barrancos que hoy la configuran. Luego analizaremos la constante lucha del agachero contra la pertinaz falta de agua en esta tierra, desde de los ritos de sequía guanches, de los que queda como testimonio el bello Bailadero de El Escobonal. La mayor parte del trabajo está dedicada al aprovechamiento de las aguas naturales, de charcos, pilones, eres, fuentes y manantiales, con las medidas de control dictadas por las autoridades, tanto para su justo reparto, debido a su escasez, como el necesario control higiénico-sanitario, dedicando especial atención a la acuciante necesidad de agua en el primer tercio del siglo XX. Acabaremos recordando el revulsivo que supuso la construcción del “Acueducto del Escobonal” o “Canal de Güímar”, que permitió el regadío en una amplia franja de esta comarca, cuando ya comenzaban a perforarse las primeras galerías. Los restantes aspectos de la historia del agua en Agache los dejamos para otra ocasión.

      El agua forma parte de la naturaleza e historia de la Comarca de Agache. Incluso en su propia configuración orográfica ha tenido mucho que ver la erosión hídrica, que la ha surcado de profundos barrancos, más o menos paralelos en sus cursos principales, pero ramificados en múltiples afluentes. Entre los barrancos más importantes cabe citar los siguientes: el de Her­ques, considerado uno de los más notables de Tenerife, que nace en Izaña con el nombre de Guaco y se ramifica en numerosos afluentes a medida que desciende, siendo el más impor­tante el de Archifira que enlaza por su derecha procedente de los altos de Fasnia; la suma de todos ellos supone casi la totalidad de la cuenca hidrográfica de la cumbre de la comarca. A partir de los 1.000 m.s.m. se mantiene más o menos uniforme hasta su desembocadura en la playa del Callao y, gra­cias a los elevados escarpes de sus laderas, impresiona desde cualquiera de los puntos en que se permite su contemplación. Rico en flora canaria, así como en cuevas y yacimientos aborígenes (en él se descubrió la necrópolis guanche más importante de la isla), lo cruza la serpenteante calzada del antiguo camino real, que conserva su empedrado en un tramo de gran belleza, y uno de los puentes de mampostería más altos de la isla lo salva para permitir el paso de la Carretera General del Sur….

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La histórica luchada de la “Media Montaña”, en la costa de Barranco Hondo (Candelaria)

Media Montaña-google-7     De las pocas luchadas destacadas que se conocen del llamado “período histórico” de la Lucha Canaria, aún se recuerdan los grandes encuentros disputados entre los hombres más fuertes de las dos vertientes de Tenerife. Pero ninguno de ellos tuvo la resonancia de la legendaria luchada de la “Media Montaña”, celebrada hace exactamente 179 años, en junio de 1834, en la llanura de tosca que existía al pie de la Media Montaña, en la costa de Barranco Hondo de Candelaria. Este hito aún no ha sido superado, tanto por el número y categoría de los luchadores que en ella participaron, como por el impresionante gentío que de todos los lugares de la isla acudió a presenciarla.

     Esta célebre luchada duró tres días (24, 25 y 26 de dicho mes) y en ella se enfrentaron con sus mejores elementos los bandos del Norte y Sur de la isla, compitiendo casi medio millar de luchadores, de hasta tres generaciones diferentes. A él acudieron, desde la víspera, casi todos los aficionados de la isla, incluso desde los rincones más alejados, tanto a pie como en bestias; y se montaron numerosos ventorrillos, que desde el primer día agotaron sus existencias de carne y vino, que tuvieron que reponer en los pueblos vecinos. Por la noche, mientras unos intentaban dormir envueltos en sus mantas entre los arbustos de los alrededores, otros permanecían en los ventorrillos, comiendo y bebiendo a más no poder, mientras eran amenizados por un sinnúmero de parrandas que alegraban la vigilia con la música de la tierra. La gente del Sur de nuestra isla logró la victoria, si bien gracias a algunas argucias que forzaron la balanza a su favor, y una vez caído el temido Pancho Melián de Tegueste a manos del poco escrupuloso Correísta de Fasnia, el güimarero Juan González (Cartaya), principal baluarte del Sur, eliminó a los que quedaban del Norte, hazaña que ha quedado recogida en una copla popular…

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La concesión a Güímar del título de “Ciudad” y del tratamiento de “Excelentísimo” a su Ayuntamiento (1961)

Güímar-plaza-1965-ciudad      El municipio de Güímar ostenta tres distinciones concedidas por el jefe del Estado. Por gestión del diputado don Félix Benítez de Lugo, Hijo Adoptivo de Güímar, el 28 de junio de 1900 la Reina regente doña María Cristina, en nombre de su hijo el Rey Alfonso XIII, concedió a Güímar el título de “Villa” y a su Ayuntamiento el tratamiento de “Muy Ilustre”, coincidiendo con el cuarto centenario de la fundación moderna de esta localidad, bajo la cultura europea. El 2 de febrero de 1928, el Rey Alfonso XIII, y en su nombre el ministro de la Gobernación, concedió a Güímar el derecho a usar como propio su Escudo municipal, a propuesta del Ayuntamiento presidido por don Tomás Cruz García (autor de su diseño). Y el 23 de noviembre de 1961, hace 51 años y medio, el jefe del Estado don Francisco Franco Bahamonde, a propuesta del Consejo de Ministros, le hizo merced a Güímar del título de “Ciudad” y del tratamiento de “Excelentísimo” para su Ayuntamiento. En el presente artículo queremos recordar cómo se tramitó este último expediente.

   El 18 de mayo de 1961, en sesión extraordinaria celebrada por el Pleno del Ayuntamiento de Güímar, se adoptó entre otros el siguiente acuerdo: “Previa declaración de urgencia, que hacen los miembros presentes por unanimidad, se procedió a oír la propuesta que hace el Sr. Alcalde de que se solicite de la Superioridad el título de Ciudad para Güímar y el tratamiento de Excelentísimo a este Ayuntamiento, proposición que apoya en el papel que juega esta localidad durante la conquista de la Isla y en la importancia que tiene en el presente como cabeza de toda la zona sur, y el Pleno de la Corporación aprueba esta moción por el voto unánime de los asistentes”…

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La recuperación del naciente de Añavingo en Arafo. El prodigio o “milagro” de San Agustín (1751)

Añavingo-640.8 (CFIT)-2      En la primera mitad del siglo XVIII dos sucesos vinieron a alterar el normal devenir del pueblo de Arafo, tanto en lo material como en lo espiritual: la erupción volcánica de 1705 y el desprendimiento que hacia 1745 cegó el naciente de Añavingo, con el prodigio de su reaparición en 1751, uno de los sucesos más extraños y hermosos de la historia local. De este último nos vamos a ocupar en el presente artículo.

     Hacia 1745 ó 1746, se desmoronó un risco de enorme altura sobre el naciente del Barranco de Añavingo, sepultando bajo muchas toneladas de piedras, grava y arena la madre del agua, así como el cauce de dicho barranco en un tramo descendente de más de 800 pasos. Los vecinos trataron de descubrir de nuevo el naciente, para lo que se dividieron en escuadras que trabajaron con ahínco durante largo tiempo, un poco más abajo del punto original. Pero a pesar de que abrieron un profundo pozo “capaz de derriscar un perro”, como comentó uno de los trabajadores, no se descubrió agua alguna, ni quedó esperanza de recuperarla con los medios humanos de la época. Al no encontrarse agua en ninguna otra parte, durante cinco o seis años el pueblo experimentó con angustia su falta y para el abasto doméstico tuvo que desplazarse hasta el vecino pueblo de Güímar, con el fin de aprovisionarse de tan imprescindible líquido.

      Por dicho motivo, en el año 1751 don Juan Hernández Santiago, en nombre de varios vecinos, propuso al capellán encargado de la ermita de San Juan Degollado el llevar en rogativa hasta dicho naciente la imagen de San Agustín, que desde hacía algunos años se veneraba en dicho templo. Pero dicho sacerdote, don Pedro de Castro y Ledesma, le aclaró que para ello era necesario hacerle un novenario a dicho Santo, ante lo cual el antedicho Sr. Hernández, empeñado con su idea, dispuso que se le hiciese…

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Artículo-PRODIGIO DE SAN AGUSTÍN

Los antiguos enterramientos en los templos y la habilitación del primer cementerio de Candelaria

Esqueletos San Blas-3     El municipio de Candelaria cuenta en la actualidad con tres cementerios, pero solo desde mediados del siglo XX, pues con anterioridad sólo existía uno en el casco de Candelaria y hasta comienzos del siglo XIX, durante más de tres siglos, los enterramientos se efectuaban exclusivamente en los recintos religiosos de la localidad: el Santuario de la Virgen, la Cueva-ermita de San Blas, la iglesia parroquial de Santa Ana, la capilla del Convento dominico y raramente en las ermitas de la jurisdicción. No debemos olvidar, que en estos lugares también se enterraron los vecinos de Arafo hasta 1795, en que se segregó su parroquia.

     En el año de 1811, con motivo de la tristemente célebre epidemia de fiebre amarilla que asoló Tenerife, se habilitó un campo santo parroquial, en el que fueron enterrados al menos dos vecinos fallecidos del rigor de dicha epidemia, uno de ellos el propio párroco de la localidad. Tras pasar la epidemia, los entierros continuaron efectuándose de forma mayoritaria en la iglesia de Santa Ana, aunque muchos se hicieron también en la capilla del Convento. En 1828 se habilitó un cementerio parroquial provisional, a consecuencia del gran número de fallecidos en una epidemia de viruelas, aunque solo se mantuvo abierto durante nueve meses, pues dado que carecía hasta de vallado los entierros volvieron a la iglesia parroquial. Finalmente, en 1835 los enterramientos abandonaron definitivamente los templos, al abrirse de nuevo el cementerio provisional, que ya estaba cercado con un muro de piedra seca, el cual permaneció en funcionamiento hasta 1843, en que fue clausurado al trasladarse a las ruinas de la inacabada Basílica de la Virgen de Candelaria, donde continuó durante muchos años. El cementerio antiguo solo volvió a utilizarse esporádicamente y en cortos períodos coincidiendo con algunas epidemias, como ocurrió en 1862-1863 y 1897…

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Los lavaderos y la fuente pública de Güímar, en el barrio de Chacaica

Lavanderas Güímar 1910-1915      Han pasado los años y las actuales generaciones, sumidas en los grandes adelantos de finales del siglo XX, contemplan con bastante indiferencia como van desapareciendo los últimos testimonios de un pasado que nos resulta muy lejano, aunque en muchas ocasiones no lo sea tanto. En lo alto de Güímar persisten todavía, en un aceptable estado de conservación, unas instalaciones que se remontan a casi dos siglos de antigüedad, y que fueron vitales para el acontecer diario de la localidad hasta hace poco más de medio siglo. Nos estamos refiriendo a los lavaderos y chorros públicos de Chacaica, a los que muchas generaciones de güimareras acudieron para lavar sus ropas, al tiempo que se enteraban de las últimas noticias que corrían por el pueblo.

      Desde estas instalaciones se puede contemplar algunas de los principales edificios de interés histórico que conserva el municipio: el antiguo molino de agua “de Abajo” (hoy vivienda particular), el Hotel “Buen Retiro” (en la actualidad de uso privado), la casa natal de don Domingo Pérez Cáceres, la capilla de San Pedro de Arriba y el antiguo Sanatorio alemán (hoy colegio regentado por las Misioneras de Nazaret). Afortunadamente, la mayoría han sido restaurados y se encuentran en buen estado, aunque con claras alteraciones frente a su construcción original…

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El antiguo caserío de Pasacola en Igueste de Candelaria

Pasacola-Google     Uno de los aspectos más curiosos y desconocidos de la historia de Candelaria lo constituye el devenir del pequeño caserío de Pasacola, también denominado en el pasado Panzacola o Pansacola, que se asentaba cerca de Igueste y junto al antiguo Camino real de Candelaria que comunica dicho pueblo con Barranco Hondo. Ocupaba una franja de terreno en forma de cuña, orientada de Norte a Sur, comprendida entre los barrancos del Saltadero de las Gambuesas y Salto de Chajarche.

       Lo constituían varios edificios, con sus corrales y cuevas, y se dividía en dos partes, la de arriba y la de abajo, y en parcelas como “El Alférez”, “El Calabozo” o “La Vera”, esta última la preferida. Las casas, de típica arquitectura canaria, estaban construidas con piedras y barro o argamasa, que garantizaba la solidez del muro, apoyándose en las esquinas en pilares de piedras archetadas o tosca roja de montaña. Poseía una cueva grande, con vistas al Barranco de Chajarche, y una hermosa era comunitaria, que aún se conserva en buen estado, en la que aparte de su uso agrícola también se celebraban sus tradicionales bailes. Hoy casi todo está abandonado y en ruinas…

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La erupción volcánica de 1705 en el Valle de Güímar. Un suceso que produjo daños en los tres pueblos de la comarca y una gran inquietud en toda la isla

Volcán de las Arenas-2     Ya se han cumplido más de tres siglos de un acontecimiento geológico que en la primera mitad del siglo XVIII vino a alterar el normal devenir del Valle de Güímar, tanto en lo material como en lo espiritual: la erupción volcánica de 1705. A pesar del tiempo transcurrido, sus huellas son perceptibles en el paisaje y sus efectos aún se recuerdan en los tres municipios de esta comarca. El cono volcánico del que partió la lava se conoció en el pasado como “Volcán de Güímar” y en la actualidad como “Volcán de Arafo” o “Volcán de las Arenas”. Conviene recordar que en el momento de la erupción, los tres pueblos del Valle estaban unidos bajo una única alcaldía pedánea y en una misma parroquia.

     Tras dos erupciones volcánicas ocurridas un mes antes en las cumbres de Arico y Fasnia, el 2 de febrero de 1705, cuando se celebraba la festividad de la Virgen de Candelaria, surgió un volcán en los altos del Valle de Güímar, en la caldera de Pedro Gil y junto al Pico del Valle o de Cho Marcial, erupción que amenazó con destruir los pueblos de Arafo y Güímar, y que se constituyó en el suceso más devastador de la historia local. Duró casi dos meses, hasta el 27 de marzo, fue visible desde La Orotava y sus efectos se dejaron sentir en toda la isla. Las coladas de lava se dividieron en tres brazos y provocaron graves daños: el más largo se dirigió a Arafo y llegó hasta por encima del caserío de El Socorro y sobre él están asentados hoy los barrios de El Carmen (Arafo) y San Francisco Javier (Güímar), así como parte del polígono industrial; el segundo brazo se dirigió a Güímar y sobre él se asientan los actuales barrios de Fátima, Constitución y Afonso Carrillo; y el tercero, el más corto, se quedó por encima de Chacaica. Solo en Güímar se arruinaron 70 casas y fallecieron 16 personas, en su mayoría de miedo…

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La Milicia Nacional de Güímar, un cuerpo de seguridad local del siglo XIX

Güímar-Ossuna     En el presente trabajo tratamos de dar a conocer cómo se organizó en Güímar la Milicia Nacional, un cuerpo no profesional y voluntario creado en el siglo XIX, cuyos empleos eran electivos y temporales, aunque al final de su existencia su reclutamiento era forzoso. A diferencia de las Milicias Provinciales, sus competencias estaban más centradas en la seguridad local que en la defensa militar y al principio se las llamó también Milicias Honradas o Cívicas. Tuvo una existencia entrecortada, en cinco etapas que coincidieron con otros tantos períodos progresistas en el Gobierno de la Nación: 1808-1814, 1820-1823, 1836-1844, 1854-1856 y 1868-1874. La Milicia Nacional ya no tuvo razón de ser cuando sus competencias fueron asumidas en la Península por la Guardia Civil (creada en 1844) y en Canarias por la Guardia Provincial (creada en 1877).

     En Güímar tenemos constancia de la existencia de la Milicia Nacional en las tres últimas etapas. En todas ellas se crearon dos compañías, pero solo sabemos con certeza que en la cuarta una correspondía al Valle y otra a Agache, modelo que probablemente se repitió en las otras dos. Asimismo, solo conocemos el cuadro de oficiales de ambas compañías en la mencionada etapa, de 1854 a 1856, pues falta el acta de elección de los mismos en las restantes…

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La Sociedad “Patria y Unión” de Candelaria (1921-1922), el segundo casino en la historia de este municipio

     Buscando en archivos y hemerotecas hemos descubierto la existencia de dos sociedades, las primeras existentes en el municipio de Candelaria, de las que ni siquiera se acuerdan los vecinos más mayores; se trata de “El Porvenir de Candelaria” y “Patria y Unión”, las dos con sede en la cabecera municipal. La existencia de ambas fue efímera, pues de la primera sólo existen referencias puntuales, mientras que de la segunda sólo tenemos constancia de su funcionamiento durante unos cinco meses, al ser disuelta tras la briosa irrupción de la Sociedad “Casino de Candelaria”. En este artículo vamos a ocuparnos de la segunda sociedad, el Casino “Patria y Unión”.

    Esta sociedad fue fundada por don Juan Reyes Fariña, vecino de Candelaria y maestro nacional, quien el 31 de octubre de 1921 firmó como “Fundador” el Reglamento por el que se habría de regir, el cual constaba de 56 artículos, agrupados en 15 capítulos. En el artículo 1º se fijaban sus objetivos: “El objeto de esta Sociedad es el de procurar a los miembros que la constituyen la distracción que reporta la lectura de las obras y periódicos que se adquieran, y principalmente aumentar y avivar la devoción a la Santísima Imagen de Na. Sa. la Virgen de Candelaria, el amor a la Patria y al pueblo, así como la protección mutua de todos los asociados. / Dar reuniones, como bailes, conciertos, funciones dramáticas y permitiéndose los juegos no prohividos por las leyes”…

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