Uno de los aspectos más curiosos y desconocidos de la historia de Candelaria lo constituye el devenir del pequeño caserío de Pasacola, también denominado en el pasado Panzacola o Pansacola, que se asentaba cerca de Igueste y junto al antiguo Camino real de Candelaria que comunica dicho pueblo con Barranco Hondo. Ocupaba una franja de terreno en forma de cuña, orientada de Norte a Sur, comprendida entre los barrancos del Saltadero de las Gambuesas y Salto de Chajarche.
Lo constituían varios edificios, con sus corrales y cuevas, y se dividía en dos partes, la de arriba y la de abajo, y en parcelas como “El Alférez”, “El Calabozo” o “La Vera”, esta última la preferida. Las casas, de típica arquitectura canaria, estaban construidas con piedras y barro o argamasa, que garantizaba la solidez del muro, apoyándose en las esquinas en pilares de piedras archetadas o tosca roja de montaña. Poseía una cueva grande, con vistas al Barranco de Chajarche, y una hermosa era comunitaria, que aún se conserva en buen estado, en la que aparte de su uso agrícola también se celebraban sus tradicionales bailes. Hoy casi todo está abandonado y en ruinas…
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Ayer, bancales que nos disteis de comer
hoy, eriales que no valen para pacer.
Jarales ¿cornicales? ponen verde su color
piterales invasores, dan su glauco o azulón.
Como casi siempre, una poesía acertada para comentar este artículo, en la que describes el abandono de las medianías y la transformación del paisaje, muy acusados en este caso, pero que se repiten por muchos lugares del Sur de Tenerife, como en mi Agache natal. Saludos.
Hola. Un artículo maravilloso. Pero me gustaría saber de que año data el poblado. Si fue el primer asentamiento tras la conquista. Muchas gracias.