La revuelta del pueblo de Igueste de Candelaria contra una pareja de la Guardia Provincial, en el año 1896

Igueste (Fotograbado Cabrera Benítez 1939)     Dentro del municipio de Candelaria, el pueblo de Igueste siempre se ha caracterizado por su carácter reivindicativo y la defensa de su identidad, así como por una extraordinaria unión vecinal. Por ello, no es de extrañar que a finales del siglo XIX, en plena Guerra de Cuba, cuando la Guardia Provincial pretendía detener a dos hijos de la localidad considerados prófugos, los vecinos, todos a una, no dudaron en enfrentarse con ellos, dando lugar a una revuelta que fue uno de los sucesos más destacados de la isla en el año 1896. En ellos se vio implicado el sacerdote iguestero don Simón Higuera Marrero, que había regresado de Cuba a comienzos de dicho año y pasaba una temporada en la isla, donde actuaba como cura regente de Arafo.

     El serio incidente tuvo lugar el jueves 13 de agosto de 1896. Ese día llegaron al pueblo de Igueste de Candelaria dos guardias provinciales con órdenes de prender a unos prófugos, y después de haber capturado a uno de ellos, numerosos vecinos les increparon y les exigieron que lo dejaran en libertad. Ante la respuesta negativa, dichos vecinos desarmaron a la pareja de la Guardia Provincial, les propinaron algunos golpes y rompieron los fusiles, que tiraron por un barranco. La cosa no llegó a mayores gracias a la intervención del mencionado cura don Simón Higuera Marrero, que ante las súplicas y sollozos de los agentes pidió a sus paisanos que los soltaran, tras aquellos prometer que no presentarían denuncia por dichos hechos; pero, a la postre, dicho sacerdote sería el principal condenado por este grave incidente.

    Al día siguiente (viernes) llegaron a La Laguna los dos guardias heridos, que ingresaron en el Hospital de Dolores de dicha ciudad, después de haber entregado en su puesto las carabinas destrozadas y presentar la correspondiente denuncia por el incidente. Esa misma noche partieron hacia Igueste de Candelaria unos 40 guardias a caballo, que constituían el total de la Sección Montada de la Guardia Provincial, al mando del teniente Ponte. Allí procedieron a efectuar interrogatorios y en la noche del sábado 15 volvieron a Santa Cruz de Tenerife conduciendo once presos, que fueron recluidos en el cuartel de San Carlos.…

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Candelaria: Doña Eloísa Nóbrega y González (1847-1912), maestra de la escuela pública de niñas de Candelaria durante 34 años

Candelaria antigua-3      En el presente artículo queremos recordar a una maestra, candelariera de adopción, que nació en el siglo XIX en La Laguna. Antes incluso de obtener el título ejerció como maestra auxiliar en la escuela de niñas de la “Villa de Arriba”, en su ciudad natal. Luego se estableció en Candelaria, donde contrajo matrimonio y regentó la escuela elemental de niñas durante 34 años, 26 de ellos en propiedad. En este pueblo falleció, poco después de haber obtenido su jubilación, dejando ilustre descendencia.

      Nació en La Laguna el 28 de diciembre de 1847, siendo hija de don Atanasio Nóbrega y Abad, natural de Las Palmas de Gran Canaria, y de doña Severina González Rivero, que lo era de Tacoronte, pero ambos vecinos de la ciudad de los Adelantados. El 4 de enero inmediato fue bautizada en la iglesia de la Purísima Concepción de Nuestra Señora por el sacerdote don Rafael Hernández, con licencia del Dr. don Andrés Gutiérrez Ávila, beneficiado propio curado y rector de dicha iglesia; se le puso por nombre “Eloisa Josefina Inocencia María del Carmen” y actuó como madrina doña Josefa Nóbrega, su hermana paterna…

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Artículo-ELOÍSA NÓBREGA GONZÁLEZ

La histórica luchada de la “Media Montaña”, en la costa de Barranco Hondo (Candelaria)

Media Montaña-google-7     De las pocas luchadas destacadas que se conocen del llamado “período histórico” de la Lucha Canaria, aún se recuerdan los grandes encuentros disputados entre los hombres más fuertes de las dos vertientes de Tenerife. Pero ninguno de ellos tuvo la resonancia de la legendaria luchada de la “Media Montaña”, celebrada hace exactamente 179 años, en junio de 1834, en la llanura de tosca que existía al pie de la Media Montaña, en la costa de Barranco Hondo de Candelaria. Este hito aún no ha sido superado, tanto por el número y categoría de los luchadores que en ella participaron, como por el impresionante gentío que de todos los lugares de la isla acudió a presenciarla.

     Esta célebre luchada duró tres días (24, 25 y 26 de dicho mes) y en ella se enfrentaron con sus mejores elementos los bandos del Norte y Sur de la isla, compitiendo casi medio millar de luchadores, de hasta tres generaciones diferentes. A él acudieron, desde la víspera, casi todos los aficionados de la isla, incluso desde los rincones más alejados, tanto a pie como en bestias; y se montaron numerosos ventorrillos, que desde el primer día agotaron sus existencias de carne y vino, que tuvieron que reponer en los pueblos vecinos. Por la noche, mientras unos intentaban dormir envueltos en sus mantas entre los arbustos de los alrededores, otros permanecían en los ventorrillos, comiendo y bebiendo a más no poder, mientras eran amenizados por un sinnúmero de parrandas que alegraban la vigilia con la música de la tierra. La gente del Sur de nuestra isla logró la victoria, si bien gracias a algunas argucias que forzaron la balanza a su favor, y una vez caído el temido Pancho Melián de Tegueste a manos del poco escrupuloso Correísta de Fasnia, el güimarero Juan González (Cartaya), principal baluarte del Sur, eliminó a los que quedaban del Norte, hazaña que ha quedado recogida en una copla popular…

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Artículo-LUCHADA MEDIA MONTAÑA-BARRANCO HONDO

Candelaria: Fray Francisco Sabina (1764-1828), presentado dominico, suprior, depositario, misionero, pro-secretario, maestro, lector, preceptor y presidente del Convento Real de Candelaria

Candelaria-Patio convento       El Convento Real de Candelaria fue cuna de muchas vocaciones religiosas, por lo que esta Villa destaca en el contexto insular por el elevado número de sus hijos que siguieron la carrera eclesiástica a través de la Orden dominica. Un ejemplo de ello es el personaje al que dedicamos este artículo, fray Francisco Sabina, quien profesó en el Convento Real de Candelaria, en el que permaneció toda su vida religiosa y ostentó numerosos cargos de responsabilidad: suprior, depositario, misionero del Rosario, pro-secretario, maestro de novicios, lector de los casos de conciencia y preceptor de Gramática. En reconocimiento a sus méritos se le concedió el título de Presentado, que le fue retirado cuando se secularizó con motivo de la primera supresión temporal de dicho convento. Una vez restituido a su Orden y reabierto el convento, volvió al mismo como presentado y presidente, así como en sus anteriores cargos de maestro de novicios y preceptor de Gramática, en los que permaneció hasta su muerte. Durante su vida religiosa le tocó vivir de cerca dos tristes acontecimientos: la destrucción del Convento y la Basílica en el incendio de 1789 y la desaparición de la imagen primitiva de la Virgen de Candelaria en el aluvión de 1826.

     Nació en el lugar de Candelaria el 3 de abril de 1764, siendo hijo de don Juan Rodríguez Sabina y doña Josefa de los Reyes. El 15 de ese mismo mes fue bautizado con óleo y crisma en la iglesia de Santa Ana por fray Juan de Mora, teniente de beneficiado de dicha parroquia; se le puso por nombre “Francisco Rafael” y actuó como padrino el muy reverendo padre presentado fray Pedro de Barrios, prior del Real Convento de Candelaria…

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Artículo-FRAY FRANCISCO SABINA

Los antiguos enterramientos en los templos y la habilitación del primer cementerio de Candelaria

Esqueletos San Blas-3     El municipio de Candelaria cuenta en la actualidad con tres cementerios, pero solo desde mediados del siglo XX, pues con anterioridad sólo existía uno en el casco de Candelaria y hasta comienzos del siglo XIX, durante más de tres siglos, los enterramientos se efectuaban exclusivamente en los recintos religiosos de la localidad: el Santuario de la Virgen, la Cueva-ermita de San Blas, la iglesia parroquial de Santa Ana, la capilla del Convento dominico y raramente en las ermitas de la jurisdicción. No debemos olvidar, que en estos lugares también se enterraron los vecinos de Arafo hasta 1795, en que se segregó su parroquia.

     En el año de 1811, con motivo de la tristemente célebre epidemia de fiebre amarilla que asoló Tenerife, se habilitó un campo santo parroquial, en el que fueron enterrados al menos dos vecinos fallecidos del rigor de dicha epidemia, uno de ellos el propio párroco de la localidad. Tras pasar la epidemia, los entierros continuaron efectuándose de forma mayoritaria en la iglesia de Santa Ana, aunque muchos se hicieron también en la capilla del Convento. En 1828 se habilitó un cementerio parroquial provisional, a consecuencia del gran número de fallecidos en una epidemia de viruelas, aunque solo se mantuvo abierto durante nueve meses, pues dado que carecía hasta de vallado los entierros volvieron a la iglesia parroquial. Finalmente, en 1835 los enterramientos abandonaron definitivamente los templos, al abrirse de nuevo el cementerio provisional, que ya estaba cercado con un muro de piedra seca, el cual permaneció en funcionamiento hasta 1843, en que fue clausurado al trasladarse a las ruinas de la inacabada Basílica de la Virgen de Candelaria, donde continuó durante muchos años. El cementerio antiguo solo volvió a utilizarse esporádicamente y en cortos períodos coincidiendo con algunas epidemias, como ocurrió en 1862-1863 y 1897…

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El antiguo caserío de Pasacola en Igueste de Candelaria

Pasacola-Google     Uno de los aspectos más curiosos y desconocidos de la historia de Candelaria lo constituye el devenir del pequeño caserío de Pasacola, también denominado en el pasado Panzacola o Pansacola, que se asentaba cerca de Igueste y junto al antiguo Camino real de Candelaria que comunica dicho pueblo con Barranco Hondo. Ocupaba una franja de terreno en forma de cuña, orientada de Norte a Sur, comprendida entre los barrancos del Saltadero de las Gambuesas y Salto de Chajarche.

       Lo constituían varios edificios, con sus corrales y cuevas, y se dividía en dos partes, la de arriba y la de abajo, y en parcelas como “El Alférez”, “El Calabozo” o “La Vera”, esta última la preferida. Las casas, de típica arquitectura canaria, estaban construidas con piedras y barro o argamasa, que garantizaba la solidez del muro, apoyándose en las esquinas en pilares de piedras archetadas o tosca roja de montaña. Poseía una cueva grande, con vistas al Barranco de Chajarche, y una hermosa era comunitaria, que aún se conserva en buen estado, en la que aparte de su uso agrícola también se celebraban sus tradicionales bailes. Hoy casi todo está abandonado y en ruinas…

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La erupción volcánica de 1705 en el Valle de Güímar. Un suceso que produjo daños en los tres pueblos de la comarca y una gran inquietud en toda la isla

Volcán de las Arenas-2     Ya se han cumplido más de tres siglos de un acontecimiento geológico que en la primera mitad del siglo XVIII vino a alterar el normal devenir del Valle de Güímar, tanto en lo material como en lo espiritual: la erupción volcánica de 1705. A pesar del tiempo transcurrido, sus huellas son perceptibles en el paisaje y sus efectos aún se recuerdan en los tres municipios de esta comarca. El cono volcánico del que partió la lava se conoció en el pasado como “Volcán de Güímar” y en la actualidad como “Volcán de Arafo” o “Volcán de las Arenas”. Conviene recordar que en el momento de la erupción, los tres pueblos del Valle estaban unidos bajo una única alcaldía pedánea y en una misma parroquia.

     Tras dos erupciones volcánicas ocurridas un mes antes en las cumbres de Arico y Fasnia, el 2 de febrero de 1705, cuando se celebraba la festividad de la Virgen de Candelaria, surgió un volcán en los altos del Valle de Güímar, en la caldera de Pedro Gil y junto al Pico del Valle o de Cho Marcial, erupción que amenazó con destruir los pueblos de Arafo y Güímar, y que se constituyó en el suceso más devastador de la historia local. Duró casi dos meses, hasta el 27 de marzo, fue visible desde La Orotava y sus efectos se dejaron sentir en toda la isla. Las coladas de lava se dividieron en tres brazos y provocaron graves daños: el más largo se dirigió a Arafo y llegó hasta por encima del caserío de El Socorro y sobre él están asentados hoy los barrios de El Carmen (Arafo) y San Francisco Javier (Güímar), así como parte del polígono industrial; el segundo brazo se dirigió a Güímar y sobre él se asientan los actuales barrios de Fátima, Constitución y Afonso Carrillo; y el tercero, el más corto, se quedó por encima de Chacaica. Solo en Güímar se arruinaron 70 casas y fallecieron 16 personas, en su mayoría de miedo…

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Candelaria: Don Agustín Rodríguez del Castillo (1749-1791), cosechero de vinos, promotor y primer mayordomo de la ermita de Igueste, alcalde real de Candelaria y subteniente de Milicias

Igueste Candelaria      Miembro de la familia más acomodada de Igueste de Candelaria, nuestro biografiado destacó como labrador, dedicado a la cosecha y compraventa de vinos. Además, fue el principal promotor de la construcción de la ermita de la Santísima Trinidad y su primer mayordomo; perteneció a las Hermandades de la Santa Misericordia, Santísimo Sacramento y Santísimo Rosario de la parroquia de Santa Ana; resultó elegido alcalde real de Candelaria en tres etapas; y al final de su vida solicitó y obtuvo el empleo de subteniente de Milicias, aunque su carrera militar se vio truncada por su prematuro fallecimiento. No obstante, ésta fue continuada por su hijo Pedro, que llegó a ser teniente de Milicias.

      Nació en el pago de Igueste el 14 de diciembre de 1749, siendo hijo de don Francisco Gaspar Rodríguez del Castillo y doña María Josefa de Ledesma. El 21 de ese mismo mes fue bautizado en la iglesia de Santa Ana de Candelaria por el padre presentado ex‑regente fray Domingo Oropesa, de la Orden de Predicadores y servidor de dicha parroquia; se le puso el nombre “Agustín” y fue su padrino don Juan Gaspar, vecino del pago de Barranco Hondo…

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Artículo-AGUSTÍN RODRÍGUEZ DEL CASTILLO

La Sociedad “Patria y Unión” de Candelaria (1921-1922), el segundo casino en la historia de este municipio

     Buscando en archivos y hemerotecas hemos descubierto la existencia de dos sociedades, las primeras existentes en el municipio de Candelaria, de las que ni siquiera se acuerdan los vecinos más mayores; se trata de “El Porvenir de Candelaria” y “Patria y Unión”, las dos con sede en la cabecera municipal. La existencia de ambas fue efímera, pues de la primera sólo existen referencias puntuales, mientras que de la segunda sólo tenemos constancia de su funcionamiento durante unos cinco meses, al ser disuelta tras la briosa irrupción de la Sociedad “Casino de Candelaria”. En este artículo vamos a ocuparnos de la segunda sociedad, el Casino “Patria y Unión”.

    Esta sociedad fue fundada por don Juan Reyes Fariña, vecino de Candelaria y maestro nacional, quien el 31 de octubre de 1921 firmó como “Fundador” el Reglamento por el que se habría de regir, el cual constaba de 56 artículos, agrupados en 15 capítulos. En el artículo 1º se fijaban sus objetivos: “El objeto de esta Sociedad es el de procurar a los miembros que la constituyen la distracción que reporta la lectura de las obras y periódicos que se adquieran, y principalmente aumentar y avivar la devoción a la Santísima Imagen de Na. Sa. la Virgen de Candelaria, el amor a la Patria y al pueblo, así como la protección mutua de todos los asociados. / Dar reuniones, como bailes, conciertos, funciones dramáticas y permitiéndose los juegos no prohividos por las leyes”…

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Candelaria: Don Felipe Víctor Otazo Ramos (1812-1870), párroco propio de Matanzas en la isla de Cuba y cura encargado de Arafo

25-Candelaria-Convento-Bannerman (1922)     A pesar de nacer en el seno de una familia destacada, como tantos otros canarios emigró a América en unión de un hermano y se estableció en Venezuela, de donde pasó a Curazao. No sabemos a qué se dedicó en dicho continente, pero lo cierto es que ya mayor cursó allí la carrera eclesiástica y, tras ser ordenado sacerdote, obtuvo en propiedad la importante parroquia de la ciudad de Matanzas, en la isla de Cuba, que regentó durante casi una década. Luego regresó a Tenerife, donde solo pensaba estar una temporada, pero vivió los tres últimos años de su vida, en los que estuvo encargado durante unas semanas de la parroquia de Arafo, sorprendiéndole la muerte sin volver a su destino.

      Nació en Candelaria el 21 de julio de 1812, siendo hijo de don Juan Obtazo de Barrios, natural de dicho pueblo, y doña Manuela Ignacia Ramos Villa, que lo era de Sevilla. Dos días después recibió el bautismo en la iglesia parroquial de Santa Ana, de manos del cura párroco don Esteban Montañés; se le puso por nombre “Felipe Víctor de Santa Práxedes” y actuó como su padrino el presbítero don José Rafael Otazo, su tío paterno…

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Artículo-FELIPE VÍCTOR OTAZO RAMOS