En el presente artículo queremos recordar a una maestra, candelariera de adopción, que nació en el siglo XIX en La Laguna. Antes incluso de obtener el título ejerció como maestra auxiliar en la escuela de niñas de la “Villa de Arriba”, en su ciudad natal. Luego se estableció en Candelaria, donde contrajo matrimonio y regentó la escuela elemental de niñas durante 34 años, 26 de ellos en propiedad. En este pueblo falleció, poco después de haber obtenido su jubilación, dejando ilustre descendencia.
Nació en La Laguna el 28 de diciembre de 1847, siendo hija de don Atanasio Nóbrega y Abad, natural de Las Palmas de Gran Canaria, y de doña Severina González Rivero, que lo era de Tacoronte, pero ambos vecinos de la ciudad de los Adelantados. El 4 de enero inmediato fue bautizada en la iglesia de la Purísima Concepción de Nuestra Señora por el sacerdote don Rafael Hernández, con licencia del Dr. don Andrés Gutiérrez Ávila, beneficiado propio curado y rector de dicha iglesia; se le puso por nombre “Eloisa Josefina Inocencia María del Carmen” y actuó como madrina doña Josefa Nóbrega, su hermana paterna…
En el siguiente enlace se puede descargar el artículo completo:
Recordar a los maestros en general es justo y necesario. Hacerlo con estas maestras y maestros de pueblo, que en la mayoría de las ocasiones dedicaban mayor esfuerzo a educar y formar, que a enseñar y rellenar estadillos burocráticos e inútiles, me parece fundamental.
Veo retratada en doña Eloísa, a la que evidentemente no conocí ni soy nadie para evaluar su trayectoria profesional, a doña Esperanza Martel, que conjuntamente con mi madre, me enseñó a leer y a escribir. Nada más importante he aprendido después.
Gracias pues a doña Eloísa, y a don Octavio que nos la descubre.
Tienes razón Pedro, estas maestras y los maestros antiguos, con escaso sueldo y con atrasos de varios años para cobrarlos, hicieron mucho por los pueblos, no solo por enseñar a leer y escribir, sino que también lucharon subir su nivel cultural y social, pues en la mayoría de los casos se implicaron en las sociedades, las fiestas y en cualquier actividad que redundase en el bien colectivo.
Por ello, cada vez que escribo la vida de uno de estos maestros rindo un homenaje a todo un colectivo, hoy tan mal comprendido y escasamente reconocido.
Saludos.