El Distrito parroquial, la Vicaría foránea y el Arciprestazgo del Sur de Tenerife (1835-1928)

Arciprestazgo Sur     Para mejorar la atención espiritual de los pueblos, el Obispado de Canarias convino en que, además de los párrocos encargados del Cura animarum en sus respectivas jurisdicciones, hubiese también comisionados eclesiásticos permanentes, autorizados hasta cierto punto por el diocesano, para que a su nombre desempeñasen en determinados pueblos las facultades que les eran delegadas, sirviendo al mismo tiempo de oportuno conducto para la más pronta circulación de las órdenes que se comunicaban por éste. Estas comisiones especiales fueron denominadas “Vicarías foráneas”, la primera de las cuales se estableció en La Laguna y la segunda en La Orotava, creándose posteriormente otras en las principales localidades del Norte de la isla. Los pueblos de Candelaria, Arafo y Güímar dependían de la Vicaría de La Laguna, mientras que los restantes del Sur, desde Fasnia hasta Arona y Vilaflor, estaban sujetos a la de La Orotava, situación que se mantuvo hasta bien avanzado el siglo XIX. Los inconvenientes de esta adscripción se sufrían sobre todo en los pueblos del Sur, a los que llegaban muy tarde las órdenes circulares de la autoridad eclesiástica, una de las cuales tardó un año en llegar a Vilaflor desde La Orotava, atravesando la cumbre.

     Tras meditar sobre los problemas que acarreaba tan demorada comunicación, el obispo Folgueras determinó el 25 de febrero de 1835 que Güímar, perteneciente hasta entonces al distrito de La Laguna, fuese nuevo conducto para dirigir en adelante las circulares hasta Vilaflor; en función de su encargo, el beneficiado de Güímar servía de enlace entre el obispo y los párrocos del Sur. Una vez justificada plenamente la mayor comodidad de la nueva línea parroquial desde Güímar, el 14 de junio de 1841 el obispo de Tenerife don Luis Folgueras y Sion proveyó en la ciudad de La Laguna el importante decreto de creación de la Vicaría foránea del Sur de Tenerife, con capital en Güímar; y en la misma fecha, el prelado comunicó al Dr. don Agustín Díaz Núñez, beneficiado propio de Güímar, su nombramiento como vicario eclesiástico foráneo de la Banda del Sur. En 1852 la Vicaría se transformó en Arciprestazgo, confirmándose a don Agustín como primer arcipreste y manteniendo la capital en Güímar hasta 1910, en que pasó a Granadilla de Abona…

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La Sociedad de recreo “Unión y Libertad” de La Sabinita de Arico (1932-1936)

Arico-casino-Sabinita-muebles     En este artículo nos vamos a ocupar de los casinos o sociedades culturales y recreativas, que en el primer tercio del siglo XX proliferaron por todos los pueblos de la isla, fundamentalmente durante la II República, hasta tropezar con la intransigencia surgida al producirse el golpe de estado que inició la Guerra Civil, lo que supuso el cierre de la mayor parte. De algunos de ellos se conservan los reglamentos o los libros de actas y poseemos mucha información, mientras que de otros sólo tenemos referencias indirectas, a veces poco más que su nombre. Un caso intermedio es el de la Sociedad “Unión y Libertad” de La Sabinita, en Arico, de la que tenemos documentada su fundación e inauguración, así como su disolución y los bienes con que contaba, pero de momento carecemos de información sobre las juntas directivas y la actividad concreta que desarrolló en sus cuatro años de existencia.

   La Sociedad de Recreo “Unión y Libertad” de La Sabinita fue constituida en junio de 1932, quedando registrada en el Gobierno Civil el 28 de dicho mes; y el 25 de julio inmediato fue inaugurada, con un festival y un baile. Cuatro años más tarde, en cumplimiento de un bando de la Comandancia Militar de Canarias del 3 de septiembre de 1936, se procedió a su clausura por la Guardia Civil del Puesto de Arico, por pertenecer varios de sus miembros al Frente Popular; simultáneamente sus bienes fueron incautados por el Estado…

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Artículo-SOCIEDAD SABINITA-ARICO

El actual término municipal de Fasnia y sus pagos, según el padrón vecinal de 1779

Padrón Arico-1779     En el último cuarto del siglo XVIII, en 1779, el corregidor de Tenerife, a petición expresa de la Real Sociedad Económica de Amigos del País, levantó un curioso censo de todos los pueblos de la isla y, por este precioso documento estadístico podemos conocer la pasada pobreza general de los pueblos del Sur, que nunca disfrutaron de las ventajas agrícolas y comerciales de los del Norte. Así, gracias al “Padron general del vecindario del Lugar de Arico con esprecion, de sus Barrios; edades, estado y ocupaciones, oficios y exercicios con las demas Notas, conforme a Riales ordens.”, confeccionado en dicho año por el fiel de fechos don Pablo Gómez y firmado por don José Martín Bello, “Alcalde atual de la Referida jurisdicion y sus territorios”, conocemos los límites de la amplia jurisdicción de Arico en esa época: “Esta jurisdición confina por la parte del Norte con la de Guimar, su divicion un Barranco que titulan de Herque. Por la parte del Sul con la juridicion de la Granadilla su divicion el Barranco que llaman del Río; puede tener de estremo a estremo sinco leguas con poca diferencia; por el poniente confina con la cumbre o tierras consexiles, por el Naciente el mar y del estremo del Mar a lo consexil puede aber quatro leguas poco mas o menos”. Por lo tanto, como se aprecia en dichos límites, incluía a los actuales términos municipales de Arico y Fasnia. Según este padrón, la población total de la jurisdicción ascendía a 472 vecinos (o familias), de los que 217 vivían en el actual término de Fasnia y 255 en lo que al presente es el municipio de Arico.

     Gracias a dicho documento, podemos conocer la situación de los cuatro núcleos o pagos que constituían el actual término de Fasnia, que sumaban en total 963 habitantes, agrupados en las mencionadas 217 familias. Aunque el pago de Fasnia ya contaba con 65 vecinos (279 almas), todavía era superado por La Zarza con 81 familias (332 personas); también había crecido La Sombrera, que en esa fecha casi había duplicado su población con respecto a la de 1737, con 38 vecinos (182 habitantes), y La “Savina Alta” o “Sabinalta”, que estaba a punto de triplicarla, con 33 familias (170 almas). Por esta razón, no es de extrañar que la primera ermita del término se construyese dentro del territorio correspondiente a dicho pago de La Zarza, el núcleo principal. La población activa se dedicaba casi en su totalidad al sector primario, tanto a la agricultura (jornaleros, labradores, mozos de labranza y medianeros) como a la ganadería (pastores de cabras u ovejas) y la pesca (tan sólo dos hombres de una misma familia). En cuanto al resto de las actividades, que ocupaban a menos del 10 % de la población activa, destacaban: dos carpinteros (uno de los cuales sabía medir tierras), un zapatero, un albañil, un fabricante de tejas y un marchante; además, un grupo considerable de hombres estaban “acomodados a sueldo” y otros figuraban ausentes “en Indias”. Por su parte las mujeres se dedicaban en su mayoría a atender a su familia, educar a sus hijos y hacer las tareas de la casa; en los ratos libres hacían labor (hilar, tejer y coser), en muchos casos para poder mantenerse; algunas compaginaban esas actividades con la agricultura y un pequeño grupo tenía profesiones u oficios específicos: varias acomodadas a sueldo, tres mercachifles o traficantes (dedicadas a comprar y vender), dos loceras (una de ellas también panadera), una criada, una esclava, etc.; además, muchas jóvenes cuidaban a sus padres. No podían faltar algunos enfermos e imposibilitados: ciegos, mancos, inválidos y dementes. Ningún niño iba a la escuela, que no existía, dedicándose a hacer mandados y ayudar a sus padres en lo que éstos les ordenasen, así como a aprender su oficio. La inmensa mayoría de los vecinos vivían pobremente o “con cortedad”, aunque muchos eran considerados sumamente pobres e infelices y algunos sobrevivían de limosna; un sector minoritario pasaba regularmente o “no tan mal” y tan sólo dos vivían “con buena comodidad”. En cuanto a la cultura, solamente 8 hombres sabían leer y escribir en toda la jurisdicción, que eran los labradores más acomodados o los artesanos (un carpintero y un zapatero); a ellos se unían otros tres hombres y una mujer que tan sólo sabían leer…

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Arico: Don Zoylo Pablo de Herrera y Cruz (1776-1837), capellán de La Orotava y párroco propio de Arico durante 29 años

Arico-iglesia-San Juan     Miembro de una destacada familia orotavense de gran vocación religiosa, nuestro biografiado siguió la tradición familiar y también cursó la carrera eclesiástica. Tras su ordenación, quedó adscrito como capellán a la parroquia de Ntra. Sra. de la Concepción de su villa natal, desde donde colaboró con su hermano Luis, por entonces párroco de Arona, en la adquisición de dos imágenes para la Parroquia de San Antonio Abad que hoy figuran entre las más veneradas en esa localidad sureña: el Cristo de la Salud y la Virgen de los Dolores. Luego fue nombrado cura párroco propio de San Juan Bautista de Arico, así como mayordomo de fábrica de dicha parroquia, a cuyo frente permaneció durante 29 años, hasta su muerte.

     Nació en la Villa de La Orotava el 27 de junio de 1776, siendo hijo de don Antonio Ignacio Martín González de Herrera y García de la Cruz y doña Antonia Rafaela de la Cruz Alayón y Borges Valladares, naturales y vecinos de dicha villa, pero la madre oriunda de Arico. Tres días después fue bautizado en la iglesia del Señor San Nicolás Obispo del Monasterio de religiosas dominicas de dicha villa, que servía de parroquia durante la reedificación del templo parroquial de la Concepción, por el presbítero don José Hernández de Ara, con licencia del Dr. don Francisco Domingo Román y Lugo, examinador sinodal del Obispado y beneficiado rector de la iglesia matriz de Ntra. Sra. de la Concepción; se le puso por nombre “Zoylo Pablo Ignacio Domingo Antonio” y actuó como padrino su pariente el Lcdo. don Pablo Alayón y Salcedo, presbítero…

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Artículo-ZOYLO PABLO HERRERA CRUZ

Arico: Doña Margarita González Hernández (1891-1944), maestra de las escuelas de niñas de El Río, Charco del Pino, Chimiche, La Cisnera y Arico el Viejo

Arico-Iglesia Río Arico     A una edad avanzada, nuestra biografiada comenzó la carrera de Magisterio, que concluyó con brillantez cuando contaba 30 años de edad. Como maestra interina regentó sus primeras escuelas de niñas, siendo la primera la de su pueblo natal, El Río de Arico; a ella siguieron otras dos unitarias en el vecino municipio de Granadilla de Abona, Charco del Pino y Chimiche, para regresar en la misma situación a El Río. Tras tres intentos fallidos logró ingresar por oposición en el Magisterio nacional, por lo que pasó a ser propietaria provisional de la escuela que por entonces regentaba como interina, La Cisnera, también en Arico, a cuyo frente estuvo un total de nueve años. Finalmente pasó, igualmente como propietaria provisional, a la escuela de Arico el Viejo, donde solo permaneció durante siete meses, hasta su prematura muerte, que se produjo cuando contaba 52 años de edad, unos 20 de ellos de actividad docente en dos municipios del Sur de Tenerife. Además, a lo largo de su vida dio pruebas de su espíritu solidario, al colaborar con varias suscripciones o donativos para distintas causas.

      Nació en El Río de Arico el 4 de octubre de 1891, a las ocho de la mañana, siendo hija de don Leto González y González, oriundo de dicho pago, y de doña Catalina Hernández y González, ambos naturales de Buenavista. Como curiosidad, su nacimiento no fue inscrito en el Registro Civil de Arico hasta el 30 de abril de 1918…

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Artículo-MARGARITA GONZÁLEZ HERNÁNDEZ

Arico-Güímar: Don José Bernardo Carrillo (1760-1822), sacristán, colector, bolsero, cura servidor, notario público y teniente de beneficiado de Güímar, y cura encargado de Arafo

Arico-iglesia     Numerosos han sido los sacerdotes que hemos ido dando a conocer en este blog, algunos de los cuales llegaron a ocupar puestos de relieve dentro del clero tinerfeño, mientras que otros fueron más modestos, menos conocidos, ganándose exclusivamente el aprecio de los feligreses de las distintas parroquias que regentaron a lo largo de su vida. Los hubieron que nunca llegaron a estar al frente de una iglesia parroquial, sino que se limitaron a desempeñar cargos secunda­rios en los templos e, incluso, fueron numerosos los que no llegaron a salir en toda su existencia de los pueblos donde habían nacido; sin embargo, no por ello fueron menos queridos por cuantos tuvieron la dicha de conocerles, ni su labor ministerial fue por dicha causa menos brillante y fructífera.

     El presbítero que hoy nos ocupa, don José Bernardo Carrillo, se pareció más a los últimos que a los primeros. Su vida transcu­rrió en el Sureste de Tenerife; nació en Arico y de corta edad se estableció en Güímar, localidad donde desarrolló casi toda su labor parroquial: sacristán, colector, bolsero, cura servidor, notario público eclesiástico y teniente de beneficiado. Realizó algunas cortas escapadas a Fasnia y a su Arico natal, con el fin de celebrar algunos sacramentos, y al final de su vida regentó durante dos años, como cura encargado, la parroquia de San Juan Degollado de Arafo, destino en el que le sorprendió la muerte.

     Nuestro biografiado nació en Arico el 8 de enero de 1760, siendo hijo de don Pedro Lorenzo Carrillo y doña Catalina Lorenzo González de Vera (conocida por Catalina Gaspar), naturales y vecinos de dicho lugar. Tres días después fue bautizado en la iglesia de San Juan Bautista por don José Nicolás Vallada­res, cura propio de la misma; se le puso por nombre “José Bernardo” y actuó como padrino el presbítero don Andrés Francisco de la Cámara, capellán de la ermita de El Río…

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Artículo-JOSÉ BERNARDO CARRILLO

Arico: Don Diego Gómez Cartaya (1800-1866), labrador, tazmiero, sochantre-organista y notario público eclesiástico de la Parroquia, y teniente de alcalde del Ayuntamiento de Arico

Arico-Lomo-1905-1910    Miembro de una conocida y respetada familia de Arico, don Diego Gómez Cartaya trabajó toda su vida como labrador en sus propiedades agrícolas. Además, estuvo muy vinculado a la parroquia de San Juan Bautista, la única existente por entonces en su municipio natal, en la que ejerció durante muchos años como tazmiero, sochantre-organista y notario público eclesiástico. Asimismo, dado el prestigio de que gozaba entre sus paisanos, fue elegido teniente de alcalde del Ayuntamiento de Arico.

      Nuestro biografiado nació en Arico el 25 de enero de 1800, siendo hijo de don Salvador Gómez García y doña María (Rodríguez) Cartaya y Llarena. Cuatro días después fue bautizado en la iglesia de San Juan Bautista por el cura párroco don José Hernández de Ara; se le puso por nombre «Diego Antonio Francisco» y actuó como padrino don Diego García de Vera…

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Artículo-DIEGO GÓMEZ CARTAYA

Arico: Don Antonio Peraza y Mejías (1804-1887), comandante graduado de Milicias, comandante de armas de Arico y mayordomo de la ermita de Abona

Arico-casa Peraza     Este artículo está dedicado a un ilustre personaje sureño, cuya vida transcurrió íntegramente en su Arico natal. Al igual que sus antepasados fue un destacado militar que ascendió desde cadete hasta capitán de Milicias, empleo con el que desempeñó durante algún tiempo la Mayoría y la primera Comandancia del Regimiento Provincial de Abona, retirándose con el sobregrado de comandante. Heredó de su padre varias vinculaciones y la Mayordomía de la ermita de las Mercedes de Abona, que ostentaba cuando ésta sufrió el incendio que la destruyó en 1835. Además, desarrolló una incipiente actividad política como miembro del Comité Republicano de Arico.

     Nació en Arico el Nuevo el 5 de septiembre de 1804, siendo hijo del capitán graduado don Francisco Basilio Peraza y Ayala, natural de Granadilla de Abona, y de doña Bárbara Luisa Mejías y Torres, que lo era del mencionado Arico. Cinco días después recibió el bautismo en la iglesia de San Juan Bautista, de manos de fray Nicolás Peraza y Ayala, predicador jubilado y guardián del convento franciscano de Granadilla, con licencia del cura párroco propio don Francisco García y Castillo; se le puso por nombre “Antonio Esteban Francisco” y actuó como padrino su tío don Fernando Peraza y Ayala, vecino del citado pueblo de Granadilla de Abona. Fue el mayor de ocho hermanos…

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Artículo-ANTONIO PERAZA MEJÍAS

Arico-Granadilla de Abona: Don Marcos Antonio Peraza del Castillo (1716-1764), sacerdote, capellán y párroco servidor de Arico y Granadilla

Arico-iglesia     Miembro de una antigua e ilustre familia sureña, don Marcos Antonio siguió la carrera eclesiásti­ca y fue ordenado sacerdote. Como tal, durante casi toda su vida estuvo adscrito como capellán a la Parroquia de San Juan Bautista de su Arico natal, al frente de la cual estuvo dos veces como cura servidor, lo mismo que hizo en una ocasión en la Parroquia de San Antonio de Padua de Granadilla de Abona, pueblo del que era oriundo por su padre. Pero su prematura muerte pudo truncar la que pudo haber sido una carrera eclesiástica más destacada.

     Nuestro biografiado nació en el lugar de Arico el 16 de mayo de 1716, siendo hijo del capitán don Marcos González Peraza del Castillo, natural de Granadilla, y de su esposa doña Sebastiana María de Mexía, que lo era de la primera localidad. Cinco días después fue bautizado en la iglesia de San Juan Bautista por el cura párroco don Salvador Quixada y Castillo; se le puso por nombre “Marcos Anto­nio” y actuó como padrino el alférez don Esteban de Morales, vecino del pago de Icor…

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Artículo-MARCOS ANTONIO PERAZA DEL CASTILLO

El cuento canario “La Lucharona”, por El Barón de Imobach (Francisco Pedro Montes de Oca y García)

Lucha canaria-FEDAC     El cuento “La Lucharona”, publicado en Gaceta de Tenerife el domingo 31 de agosto de 1930 por el escritor portuense don Francisco Pedro Montes de Oca y García (Cronista Oficial del Puerto de la Cruz y de la Región Canaria), bajo el pseudónimo “El Barón de Imobach”, se basa en algunos de los vicios más frecuentes del ser humano, la crítica cruel al diferente, las burlas sobre el débil o el que ya no puede defenderse, la cobardía del que no se atreve a dar la cara por el criticado, la vergüenza e indignación del humillado, las ansias de venganza, la chulería del que se cree más fuerte que los demás, etc. Sin duda, se adentra en la conducta humana, al describir como se comportan las personas cuando actúan en grupo y las relaciones de pareja. Pero, sobre todo, posee claros valores etnográficos, centrados en el deporte canario por excelencia, la lucha canaria, así como en el frecuente uso para este fin de las eras, estructuras de tanto significado en nuestra historia agraria, aprovechando para amortiguar las caídas el polvo fino o paja menuda que quedaba tras la trilla, sin olvidar la tradicional emigración de nuestros antepasados a América. Además, el texto está salpicado de palabras del vocabulario canario, que le dan un toque de historia de la tierra inevitable: maga, chasnero, cho, terrero, agarrada, tumbado, sopladera, punta, corrido, chascona, ajijide, tumbar, rancho, etc. Lo mismo ocurre al centrar la historia en un lugar concreto de la isla, utilizando topónimos conocidos de las “Bandas del Sur”, como El Roque, Valle de San Lorenzo, Era Alta y Arico, curioso para tratarse de un escritor del Norte de la isla, aunque profundo conocedor de nuestra geografía e historia.

     Se trata de un cuento canario, que se centra en uno de los temas más representativos de nuestra seña de identidad, la lucha canaria, en un lugar característico de nuestro paisaje agrario, como es una era, y en un lugar concreto del Sur de Tenerife, comarca de la que también son todos los personajes. Quitando los adornos literarios incluidos por el autor, este cuento se apoya en alguna de las hazañas luchísticas realizadas por mujeres que, más o menos conocidas, salpican la historia de la lucha canaria en el Sur de Tenerife…

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