La fugaz Federación Obrera de Igueste de Candelaria (1936)

Como ya hemos señalado en otros trabajos, la proclamación de la II República Española supuso un enorme revulsivo político y sindical en Candelaria, así como en todo el territorio nacional. Por ello, a lo largo de sus cinco años de existencia en Canarias se fueron constituyendo diversas agrupaciones políticas, federaciones obreras y sociedades recreativas, tanto en la cabecera de este municipio y con jurisdicción sobre todo él, como en los importantes pagos de Igueste y Barranco Hondo, con ámbito restringido a los mismos, dado su notable peso demográfico y su característica unión vecinal, centrada en el logro de mejoras y la defensa de su identidad.

Este breve artículo está dedicado a la efímera existencia de la Federación Obrera de Igueste de Candelaria, cuya finalidad era aglutinar a todos los obreros y jornaleros del pueblo, con el fin de reivindicar los derechos de los trabajadores frente a los patronos y solicitar a las autoridades la realización de obras públicas para mitigar el paro obrero. Fue constituida tan solo un mes antes del golpe de estado que inició la Guerra Civil, por lo que prácticamente no tuvo tiempo de iniciar su andadura. Por dicho motivo, su sede fue clausurada y sus bienes incautados por las Milicias de Acción Ciudadana. Además, sus dirigentes sufrieron represión, pues algunos también pertenecían a la Agrupación Socialista local. Su promotor fue el recordado carpintero don Juan Bello Padilla, que también era concejal del Ayuntamiento por el Frente Popular de izquierdas…

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Granadilla de Abona: Don Benigno Reyes Martín (1835-1873), militar profesional, sargento 1º de Milicias y escribiente de la Comandancia Militar de Abona, fallecido en plena juventud

Miembro de una familia muy destacada de Granadilla, antes de cumplir los 17 años ingresó en la Sección Ligera Provincial de Abona como soldado voluntario para seguir la carrera militar, a la sombra de su progenitor. Pronto ascendió a cabo 2º, cabo 1º y sargento 2º de Milicias; y con los dos últimos empleos estuvo movilizado durante 15 años en la Comandancia Militar de dicho cuerpo, como escribiente auxiliar del brigada, mientras desempeñaba este cometido su padre. Luego alcanzó el grado y el empleo efectivo de sargento 1º de Milicias, pero su prometedora trayectoria se vio truncada por una muerte prematura, cuando contaba tan solo 38 años de edad, de los cuales llevaba casi 22 de servicio en las Milicias Canarias.

Nació en Granadilla de Abona el 26 de julio de 1835, siendo hijo del militar don Juan Reyes Sánchez y doña Rosa Martín de León. Cuatro días después fue bautizado en la iglesia de San Antonio de Padua por el cura párroco don Francisco Rodríguez Méndez; se le puso por nombre “Benigno Santa Ana del Sacramento” y actuó como padrino el ayudante del Regimiento de Milicias Provinciales de Abona don Francisco José Domínguez, natural de Gran Canaria…

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El antiguo Hotel o Casa de huéspedes “La Raya” en Güímar

En el siglo XIX se incrementó el número de visitantes al municipio de Güímar, la mayoría extranjeros atraídos por la naturaleza o la historia de esta parte de la isla, que se alojaban en casas particulares, dada la falta de alojamientos hoteleros. Pero en el último cuarto de esa misma centuria comenzaron a surgir las primeras instalaciones de este tipo, con lo que se cubrió una demanda cada vez mayor, en gran parte por turistas europeos atraídos por la benignidad del clima de este Valle, idóneo para el tratamiento y curación de las enfermedades pulmonares, que tanto daño hacían en esa época. Así se abrieron en Güímar dos instalaciones hoteleras, el Hotel “El Buen Retiro” y “El Sanatorio”, ambos en Chacaica además de una fonda en la “Casa de La Raya”, también conocida por entonces como Hotel “La Raya”. El enclave de las tres instalaciones en lo alto de Güímar contribuyó en gran parte a su atractivo para el visitante.

A partir de la apertura del primero, se desató una gran campaña de difusión de las ventajas que suponía Güímar para zona de descanso, basadas sobre todo en su clima benigno, aire puro y cielo despejado, por lo que era el lugar ideal para quienes buscaban descanso y recuperación; incluso se llegó a afirmar que “Güímar posee, quizás, el mejor clima de toda la isla, y, por ende, probablemente del Hemisferio Occidental entero”. Se editaron numerosas postales de la localidad y de los distintos hoteles, así como folletos elogiosos en inglés y alemán, que tuvieron gran difusión entre todos los turistas de dichas nacionalidades que se acercaban a las islas. En ellos también se destacaban sus respectivos jardines, que se enriquecieron con notables árboles exóticos, tanto ornamentales como frutales, transformándose en los más bellos de la localidad. Asimismo, entre los recreos, aparte de los más variados juegos, entre los que se podía practicar el billar, se programaban excursiones, tanto en montura como a pie, por los diversos lugares de interés del Valle: Barrancos de Badajoz, El Río y Añavingo; La Ladera; la Montaña Grande y el Malpaís de Güímar; El Puertito; Arafo y Candelaria; el pinar; etc.; dichos parajes se veían constantemente frecuentados por los turistas, quienes además podían visitar en Güímar sus principales bienes patrimoniales, entre ellos las iglesias de San Pedro y Santo Domingo, las capillas, los molinos de agua, los lavaderos, etc., además de participar en la sana alegría de las Fiestas de San Pedro, El Socorro o San Juan.

En este trabajo nos vamos a centrar en la “Casa de La Raya”, antigua casa señorial cuyo origen se cree que se remonta al siglo XVI y que, tras ser habitada por destacadas familias, fue transformada en un hotel o pensión en el siglo XIX y luego en una casa de huéspedes, en la segunda década del XX. Luego se cerró y entró en ruina, hasta que en 1999 fue rehabilitada para dedicarla de nuevo al turismo rural.

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Santiago del Teide: Don Lorenzo Dorta del Castillo (1788-1874), propietario agrícola, mayor contribuyente, alcalde constitucional y real de la villa de Santiago, cogedor de la cilla de granos del valle y mayordomo de fábrica de la parroquia

Nacido en Los Silos, pero casado y establecido definitivamente en la villa de Santiago, nuestro biografiado trabajó en este municipio como labrador y propietario agrícola, llegando a ser el mayor contribuyente de todo el Valle. En virtud de ello figuró entre los electores con derecho a participar en la elección de diputados a Cortes y propuesta de senador. Además, dada su posición preeminente, fue nombrado alcalde constitucional y real, cogedor de la cilla de granos de dicho valle y mayordomo de fábrica de la parroquia.

Nació en el pueblo de Los Silos hacia 1788, siendo hijo de don Fernando Dorta Acevedo, natural de dicho pueblo, y doña Clara Gorrín Dorta, que lo era de la villa de Santiago. Fue bautizado en la iglesia parroquial de Ntra. Sra. de la Luz. Contrajo matrimonio en la parroquia de San Fernando de Santiago del Teide con doña María González Martel y Gorrín, natural de dicha villa y oriunda por su padre de Guía, y se establecieron en el mismo valle…

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Arafo: Don Francisco Marrero Bencomo (1615-1661), sacerdote, Doctor en Sagrada Teología, beneficiado de Teguise y vicario de Lanzarote, de origen guanche

Miembro de una familia de claro origen guanche, este culto arafero siguió la carrera eclesiástica y, tras su ordenación como presbítero, obtuvo los títulos de Bachiller, Licenciado y Doctor en Sagrada Teología en la Universidad de Sevilla, siendo el primer hijo de Arafo que alcanzaba la máxima titulación académica. De su trayectoria sacerdotal sabemos que fue beneficiado de la parroquia matriz de Teguise y vicario de la isla de Lanzarote, promoviendo por entonces la reconstrucción de la iglesia parroquial, que había sido destruida en un ataque de piratas berberiscos. Permaneció en dichas responsabilidades hasta su prematura muerte. Tuvo dos hermanos oficiales de las Milicias Canarias.

Nació en Arafo en abril de 1615, siendo hijo de don Juan Marrero y doña María Magdalena González. El 20 de ese mismo mes fue bautizado en la iglesia parroquial de Santa Ana de Candelaria por el Lcdo. don Marcos Xuárez, cura y beneficiado de la misma, y actuó como padrino fray Félix de Fonseca.

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Fasnia: Don Gabriel Borges García (1850-1917), soldado enganchado y sustituto de Milicias, guardia provincial de 1ª clase, labrador, jornalero, estibador portuario, ventero e industrial

El origen modesto de nuestro biografiado le llevó a buscar una salida profesional en las Milicias Canarias, primero como soldado enganchado en el Batallón Provisional de Canarias, de guarnición en Santa Cruz de Tenerife, movilizado durante siete años; luego como soldado sustituto en el Batallón Provincial de La Laguna, durante casi un año y medio; y, finalmente, como guardia provincial en la Compañía de Guardias Provinciales de Canarias (antecedente en estas islas de la Guardia Civil), en la que prestó sus servicios durante por lo menos cinco años como guardia 2º y guardia 1º, en los puestos de Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria. Con posterioridad trabajó en la capital tinerfeña como labrador, jornalero, estibador portuario (siendo detenido en una huelga), ventero e industrial en Santa Cruz de Tenerife, dedicado sobre todo a la venta de vino.

Nació en el pago de La Sombrera (Fasnia) el 4 de septiembre de 1850, siendo hijo de don Domingo Borges Morales y doña Petra García Chico. Siete días después fue bautizado en la iglesia de San Joaquín de Fasnia por el cura párroco propio don Basilio José Acosta Valladares; se le puso por nombre “Gabriel Lorenzo Justiniano” y actuó como padrino don Gabriel Morales, natural del pueblo de Arico.

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Arico en 1930, según el artículo “El Sur de Tenerife” del obispo Fray Albino González Menéndez-Reigada

El interesante artículo “El Sur de Tenerife” fue publicado en sucesivas entregas en el periódico católico Gaceta de Tenerife en junio de 1930, hace 90 años, por el obispo de esta Diócesis Fray Albino González y Menéndez-Reigada. En él relata la visita que había efectuado a las parroquias del Sur de Tenerife, de la que en este artículo nos hemos limitado a su paso por el municipio de Arico. Comienza describiendo la aridez del paisaje sureño, donde los árboles eran raros, pues los pinares estaban limitados a la cumbre y en las medianías solo habían algunos frutales, sobre todo higueras; de resto, una pendiente suave hasta el mar que parecía un desierto, en una visión que domina y abruma al visitante, mezclando la tristeza con lo sublime, con lo espiritual, debido a su luminosidad. El sol que brilla sobre el horizonte y el mar también llaman la atención del obispo. También menciona las plantas peculiares de esa vegetación subdesértica que domina el paisaje, algunas cubiertas de espinas, como el cardón y la tunera, otras con savia tóxica, como el mismo cardón y la tabaiba amarga; también menciona al balo, que igualmente supone con savia cáustica, aunque no es así a pesar de que desprende mal olor. Describe las continuas curvas de la carretera, que sortean lomos y barrancos, así como los pueblos. Comienza con Icor, con sus pocas casas viejas y un aspecto que considera triste. Le sigue Arico el Nuevo, con casas señoriales y huertas frondosas, una especie de oasis entre tanta sequedad. Por arriba, subiendo hacia la cumbre, La Degollada y La Sabinita, que junto con el anterior y Arico el Viejo (al que curiosamente no nombra) conformaban la nueva parroquia de Ntra. Sra. de la Luz, cuya iglesia se pretendía ampliar por los propios feligreses, con el alcalde a la cabeza, para convertirla en un auténtico templo parroquial. Luego, asciende hasta El Lomo de Arico, donde se detiene en su bello y espacioso templo, la antigua parroquia del término. A continuación menciona las numerosas cuevas del lugar, algunas utilizadas como viviendas y otras, las más, como bodegas o depósitos de productos agrícolas. Con posterioridad, tras recorrer otro paisaje desierto y rocoso, llega a El Río, el núcleo más poblado del municipio, donde a pesar de su nombre en el pueblo el agua solo corría por atarjeas, y en cuya ermita sugiere establecer una parroquia filial de Arico, con un coadjutor residente. Finalmente, tras cruzar el profundo barranco del Río, llega a Chimiche, ya en el término municipal de Granadilla de Abona.

El autor del artículo, Fray Albino González y Menéndez-Reigada (1881-1958), fue un destacado sacerdote dominico, Ldo. en Filosofía y Letras, Doctor en Teología y Derecho Civil, obispo de Tenerife y de Córdoba, escritor y predicador, que tuvo una polémica actuación durante la Guerra Civil y una fuerte vinculación con el Régimen de Franco…

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San Miguel de Abona: Don Miguel Hernández Feo (1822-1892), propietario agrícola, procurador síndico y alcalde constitucional, 2º teniente de la 1ª Compañía de San Miguel y ayudante del Batallón de la Milicia Nacional de Abona

Trabajó durante toda su vida en el cuidado de sus cuantiosas propiedades agrícolas, llegando a figurar entre los mayores contribuyentes del municipio y, como tal, con derecho a participar en las elecciones de concejales, diputados provinciales, diputados a Cortes y compromisarios para senadores. En esta situación, fue elegido alcalde constitucional de San Miguel de Abona y procurador síndico del Ayuntamiento en dos etapas. Además, fue designado por sorteo soldado suplente de las Milicias Provinciales; y se alistó como voluntario en la Milicia Nacional de San Miguel, siendo elegido 2º teniente de la 1ª Compañía de dicho municipio, así como ayudante del cuadro de mandos del Batallón de Abona de ese mismo cuerpo. También fue uno de los miembros de la comisión nombrada para la adquisición de la urna del Señor Difunto para la iglesia parroquial del Arcángel San Miguel.

Nació en San Miguel de Abona el 7 de abril de 1822, siendo hijo del militar don Tomás de Aquino Hernández de Fuentes y doña María Isabel Rodríguez Feo y Pérez. Tres días después fue bautizado en la iglesia del Arcángel San Miguel por el cura párroco propio don Francisco Guzmán y Cáceres; se le puso por nombre “Miguel Antonio de San Agustín” y actuó como padrino don Agustín Pérez Alonso…

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Güímar: Don Indalecio Cubas Castro (1885-1948), agricultor, comerciante, perito apreciador y partidor, delegado de la Asociación de Cazadores de Tenerife, presidente de la Asociación Pro Cultural de El Escobonal y teniente de alcalde republicano del Ayuntamiento

Nuestro biografiado trabajó en El Escobonal como agricultor, comerciante, perito apreciador de tierras y partidor. Además, desempeñó diversos cargos: vocal de la Junta Municipal del Censo electoral, delegado en El Escobonal de la Asociación de Cazadores de Tenerife, adjunto suplente de la mesa electoral de dicha sección y presidente fundador de la Asociación Pro Cultural de El Escobonal, que promovió un intento de segregación de este pueblo. Asimismo, formó parte del Ayuntamiento de Güímar durante la II República, como miembro de la Comisión Gestora y teniente de alcalde (2º y 3º), primero como político republicano independiente y luego como miembro del Partido Republicano Tinerfeño. Falleció en su domicilio de Güímar, cuando contaba 63 años de edad.

Nació en el pago de El Escobonal el 29 de abril de 1885, a las siete de la noche, siendo hijo de don Abelardo Cubas Padilla, natural de San Sebastián de La Gomera, y doña Rita Castro Díaz, que lo era del citado pago. El 4 de mayo inmediato fue bautizado en la iglesia de San Pedro Apóstol de Güímar por el coadjutor don Juan Elías Hernández, con licencia de don Fidel Farré Pujol, Lcdo. en Sagrada Teología, examinador sinodal, beneficiado curado propio y arcipreste del partido; se le puso por nombre “Pedro Indalecio” y actuó como padrino don Cándido Castro Delgado, siendo testigos don Rafael Hernández Delgado y don Domingo Torres Campos…

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Candelaria: Don Pedro Delgado Rodríguez (1795-?), clérigo tonsurado, capellán de la parroquia de Santa Ana, fiel de fechos del Ayuntamiento de Candelaria, perito repartidor de contribuciones y emigrante a América

Tras obtener un patrimonio vitalicio fundado por sus padres, nuestro biografiado comenzó la carrera eclesiástica, que abandonó siendo ya clérigo tonsurado, después de haber estado adscrito durante un quinquenio como capellán a la parroquia de Santa Ana. Pero no se desvinculó totalmente de ella, ya que en adelante actuó como testigo en los testamentos otorgados en la misma por sus paisanos. Además, dada su preparación, fue designado fiel de fechos del Ayuntamiento de Candelaria y perito repartidor de contribuciones en el mismo. Finalmente, emigró a América, donde falleció, mientras que su familia permaneció en su pueblo natal.

Nació en Candelaria el 22 de febrero de 1795, siendo hijo de don Rafael Delgado Ledesma y Castellano y doña Catalina de las Nieves Rodríguez de Mesa y García (también conocida como doña Catalina Benítez), naturales y vecinos de dicho lugar (donde habían contraído matrimonio en 1785). Tres días después fue bautizado en la iglesia de Santa Ana por el cura párroco teniente don Agustín Tomás de Torres; se le pusieron los nombres “Pedro Antonio de Jesús” y actuó como padrino don Juan Agustín Delgado Corona…

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