La Villa de Arafo, situada al centro del Valle, ha mantenido estrechos vínculos históricos, económicos y sociales con los dos pueblos vecinos, Candelaria y Güímar, que la llevaron a organizar en varias ocasiones, a partir de 1930, la recordada “Fiesta del Valle”. En 1996 el Ayuntamiento de Arafo reeditó dicho hermanamiento en el transcurso de las Fiestas Patronales, con el deseo de que estos actos no se limitasen a un encuentro folclórico y festivo, sino que constituyesen el primer paso de una mancomunidad del Sureste, que no del Valle, pues existen barrios y pueblos fuera de él, que sirviese para potenciar los servicios existentes y lograr otros de los que se carece.
Arafo constituye un ejemplo de la fuerte relación existente entre los pueblos de la comarca. Varios de sus párrocos han nacido en Güímar, Candelaria y Arico; alcaldes, tenientes de alcalde y jueces municipales de esta villa lo han hecho en Candelaria y Güímar; también han nacido en pueblos vecinos maestros, guardias municipales, carpinteros, panaderos, herreros, empresarios, etc. Asimismo, hijos de Arafo han regentado, aunque en cortos períodos, las parroquias de Candelaria, Güímar y Fasnia; varios han dirigido bandas de música en Güímar, Fasnia y Arico; algunos han ejercido como alcaldes, tenientes de alcalde y jueces municipales en Candelaria, Güímar y Arico; y otros han trabajado y continúan haciéndolo en los pueblos vecinos como maestros, médicos, farmacéuticos, comerciantes, etc.
Aprovechando mi fuerte vinculación con Arafo, villa de la que soy Hijo Adoptivo, y la circunstancia de ser Cronista Oficial de Güímar, quiero dedicar este trabajo a resaltar las estrechas relaciones existentes entre ambos municipios desde tiempo inmemorial, en especial a su continuo trasiego humano…
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