Güímar: Don Segundo de la Oliva y López (1827-1899), escribiente, maestro de las escuelas públicas de niños de Güímar y Candelaria, secretario de los ayuntamientos de Arafo y Candelaria, sochantre de la parroquia de Santa Ana, oficial de Correos en la capital, secretario del Gabinete Instructivo y jurado judicial

Nuestro biografiado se inició en la vida laboral como escribiente en la Escribanía pública que regentaba su padre en Güímar, donde vivió desde su adolescencia y contrajo matrimonio. Luego fue nombrado maestro de la escuela pública de niños de dicha localidad, a cuyo frente permaneció durante casi ocho años; dicho empleo lo simultaneó durante tres años con la secretaría del Ayuntamiento de Arafo. Tras solicitar una plaza de escribiente u oficial auxiliar de secretaría en el Ayuntamiento de Güímar, que le fue negada, renunció a su plaza de maestro para asumir la plaza de secretario del Ayuntamiento de Candelaria; en esta localidad también ejerció como sochantre de la parroquia y luego como maestro de la escuela pública de niños; y a continuación realizó algunos trabajos de estadística municipal para el Ayuntamiento güimarero. Posteriormente, se estableció en Santa Cruz de Tenerife, donde obtuvo una plaza de auxiliar y luego de oficial en la Oficina Principal de Correos, en la que continuó trabajando incluso después de su jubilación; además, en dicha capital también fue secretario de la Junta Administrativa del Gabinete Instructivo y jurado judicial. Asimismo, se dedicó a la explotación y comercialización de arena.

Nació en Las Palmas de Gran Canaria el 1 de junio de 1827, siendo hijo de don Domingo de la Oliva Bérriz, “visitador general y comandante del Resguardo de Rs. Rs. de esta Provincia”, natural de La Laguna, y doña Francisca López López, que lo era de Santa Cruz de Tenerife. Tres días después fue bautizado en la parroquia del Sagrario de la Santa Iglesia Catedral de dicha ciudad por el cura semanero don Prudencio Almeida; se le puso por nombre “Segundo Francisco Caraciolo” y actuó como madrina doña María Consolación López…

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