El Cine de El Escobonal (Güímar), principal local de esparcimiento de Agache durante medio siglo (1950-2003)

En un artículo anterior sobre el “Club Juventud” ya nos ocupamos del primer cine mudo de El Escobonal, instalado en el salón de don Graciliano Díaz. En el presente artículo nos vamos a centrar en el posterior “Cine Escobonal”, una instalación emblemática que tuvo una gran importancia para el esparcimiento del pueblo, pues fue el único local recreativo de El Escobonal durante muchas décadas, tras la desaparición de los casinos. Con un proyecto elaborado en 1944 por el arquitecto don Tomás Machado Méndez, su construcción se comenzó a tramitar en ese mismo año, aunque la licencia municipal se le concedió en 1946 y abrió sus puertas hacia 1950. Combinó las proyecciones cinematográficas con los bailes, que llegaron a gozar de notable popularidad. Aunque los propietarios eran don Arsenio Pérez Díaz y su esposa doña María Díaz Díaz, su primer empresario fue su yerno don Antonio Reyes Marrero, quien también actuaba como operador, al que siguió don José Pérez Díaz “Cheo”, hijo de los propietarios. Continuó con ambas actividades hasta 1986, en que murió su último propietario, continuando luego con otros usos hasta 2003, en que fue demolido tras su adquisición por el Ayuntamiento.

Aunque la calidad de las películas proyectadas nunca fue muy elevada, consiguió captar al público de toda la comarca, pues durante varias décadas fue el único lugar de esparcimiento de este pueblo, cuya vida social y recreativa giró en torno a este edificio, por el que entraba al pueblo la cultura cinematográfica y las relaciones sociales. Sobre todo, alegró la vida de las chicas del pueblo, pues hasta entonces las únicas salidas que podían hacer de sus casas eran para ir a misa o a las fiestas patronales, mientras que ahora podían acudir todas las semanas al cine y con mucha frecuencia a los bailes, eso sí, siempre en compañía de sus madres, hermanos u otros familiares. Los hombres también se beneficiaron con la apertura del cine, aunque siempre lo tenían más fácil, pues podían pasar parte de las tardes y noches de ocio en los bares o tabernas del pueblo, en muchos casos practicando juegos de mesa, o asistían a los frecuentes encuentros de lucha canaria, en los que la asistencia de mujeres era bastante escasa. Lo cierto fue, que tanto en los bailes como en las proyecciones cinematográficas se forjaron muchas parejas en este pueblo…

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