En el siglo XIX, la práctica de la lucha canaria estaba extendida por el Sur de Tenerife y toda la isla de Tenerife, como lo demuestra el encuentro celebrado por las fiestas de San Pedro entre los bandos de Güímar y Arafo, así como en las célebres luchadas que se celebraban entre los bandos del Sur y del Norte, siendo la primera documentada la famosa “Luchada de la Media Montaña”, en 1834, que por cierto ganó el Sur gracias al güimarero “Cartaya”, que quedó en el terrero. A ésta se sumaban las célebres luchadas que tenían lugar en agosto por las fiestas de la Virgen de Candelaria y en septiembre por las de la Virgen de El Socorro, en la playa de Chimisay (Güímar).
Simultáneamente, en las dos últimas centurias era habitual que, con motivo de las principales festividades, se celebrasen luchadas entre bandos de aficionados, pues no existían competiciones oficiales ni equipos reglados, los cuales se enfrentaban en terreros improvisados, por lo general huertas o canteros de tosca. Las normas se fijaban al comienzo de cada encuentro, que eran aplicadas por dos jueces de terrero, nombrados entre los luchadores veteranos de cada bando; el número de bregadores podía ser ilimitado, aunque lo más frecuente era 15 por cada equipo; y el sistema era de lucha corrida. Entre pueblos vecinos, la rivalidad alcanzaba sus más altas cotas en estos encuentros de lucha canaria celebrados, sobre todo, por las fiestas patronales, tal como ocurría entre Güímar y Arafo, como se recoge en este artículo…
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