Enfrentamientos en las fiestas de Igueste de Candelaria en el último tercio del siglo XIX, con motivo de la procesión

    Desde 1788, en que se terminó y bendijo la ermita de la Santísima Trinidad de Igueste de Candelaria, comenzaron a celebrarse las fiestas patronales de dicha localidad, cuyo acto principal era la misa y procesión con las imágenes existentes en el templo. Desde sus inicios, la financiación y organización de éstas se hizo de forma alterna entre los dos sectores del pueblo, los vecinos de arriba en los años pares y los de abajo en los impares, como ocurría en otros muchos pueblos de Tenerife y aún continúa haciéndose en las de San Pedro de Güímar.

     En el último tercio del siglo XIX, tras la misa del día principal de la fiesta, en Igueste sacaban en procesión el antiguo cuadro con la representación de la Santísima Trinidad, así como las imágenes de la Purísima Concepción y San Juan, precedidas por la Cruz parroquial y el estandarte, por un itinerario acordado entre los párrocos y los vecinos. Pero en 1871, los vecinos de la parte de abajo, que ese año organizaban la fiesta, suplicaron al párroco de Candelaria, don Antonio de la Barreda y Payba, que se cambiase el itinerario de la procesión, dirigiéndola por un camino que daba un rodeo hasta la ermita, a lo que aquel accedió y así se hizo. Dicha innovación desagradó a los vecinos del lugar de arriba, quienes se alarmaron, protestaron y se quejaron a las autoridades religiosas, por lo que al año siguiente se verificó la procesión por el itinerario acostumbrado desde antiguo.

    Sin embargo, en 1873, cuando la fiesta volvió a corresponder a los vecinos del lugar de abajo, estos instaron nuevamente para que la referida procesión volviera por el camino por el que ya había transcurrido en 1871 y, al verificarlo así, se produjo un grave enfrentamiento, incluso físico, entre los vecinos de arriba y los de abajo, por lo que la procesión tuvo que retirarse a la ermita, lo que dio lugar a la formación de causas criminales, detenciones, enemistades y discordias entre los vecinos, por cuyo motivo la autoridad eclesiástica prohibió que la procesión discurriese por dicho camino y se dispuso que a partir de entonces se llevase a cabo alrededor de la plaza, con aprobación de las dos partes del pueblo que estaban enfrentadas. Pasaron algunos años de cierta tranquilidad hasta que en agosto de un año impar de ese mismo siglo XIX, en el que las fiestas eran organizadas de nuevo por los vecinos de abajo, se volvió a liar…

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