El incendio de la Basílica y el Convento de Candelaria (1789), el traslado de la Virgen a la Cueva de San Blas, la ampliación de ésta con una capilla y su declaración como “Iglesia del Real Convento” (1790)

Candelaria-Cueva de San Blas     Como ya detallamos en otro artículo, en 1669 el obispo don Bartolomé García Ximénez decidió levantar en el solar de la primitiva iglesia de la Virgen un nuevo templo de tres naves (en el que luego recibiría sepultura), que constituyó la primera Basílica de Candelaria. Se edificó en menos de tres años y en la festividad del 2 de febrero de 1672 se trasladó a ella la Santa Imagen, en medio del fervor popular. Por su parte, el Convento Real fue reedificado de nueva planta en 1729 por iniciativa de su prior fray Félix de Guzmán, que también fue provincial de su Orden en Canarias, y se convirtió en uno de los mejores de las islas por su amplitud. La Basílica alcanzó su mayor esplendor tras ser consagrada el 28 de diciembre de 1739, por el arzobispo palmero Domingo Pantaleón Álvarez Abreu; y a lo largo de esa centuria, el Santuario de la Virgen de Candelaria llegó a atesorar una riqueza en platería verdaderamente considerable, gracias sobre todo a la fama de la que gozaba entre los canarios asentados en América. Pero todo el trabajo de siglos desapareció de repente, al ser destruido por completo a causa de un incendio incontrolado.

     En la noche del 15 de febrero de 1789, poco después del toque de queda, se inició un voraz incendio que en pocas horas destruyó el Convento de Candelaria. El fuego se extendió con rapidez a todo el edificio a causa del viento huracanado, reduciéndose a cenizas el apreciable y antiguo archivo, así como la importante biblioteca y la Basílica contigua, que con tanto esmero se había construido por iniciativa del obispo García Ximénez; también parece que falleció un religioso que estaba ciego. Los religiosos, que se encontraban solos, poco pudieron hacer, aparte de salvar la Virgen y los principales objetos de culto. Aunque con motivo del incendio el corregidor y el Cabildo de la isla pretendieron trasladar la venerada imagen de la Patrona de Canarias al convento de Santo Domingo de La Laguna, los religiosos dominicos se opusieron de plano, por lo que colocaron el Sacramento, la Virgen y otras imágenes, que se habían logrado salvar milagrosamente, en la antigua cueva de San Blas, que le serviría de capilla durante 14 años, mientras se reedificaba el  Convento. En cuanto a los pocos frailes que ya tenía el convento, fueron alojados en las casas del Conde de la Gomera y en otras inmediatas a dicha cueva…

     En el siguiente enlace se puede descargar el artículo completo:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *