La Cofradía de Nuestra Señora del Socorro de Güímar y la institucionalización de la fiesta anual de la Virgen en 1643, como patrona de las sementeras

Hacia 1550 el cuidado de la casa y ermita de El Socorro estaba a cargo de un ermitaño de origen castellano, don Alejos Pérez, quien vivió en ella, siendo el primer vecino conocido del actual caserío de El Socorro. Este ermitaño murió en Icod y dejó como heredera en su testamento a la ermita en la que había pasado la mayor parte de su vida. Tras el fallecimiento de Alejos, se hizo cargo del cuidado de ese primitivo templo don Francisco Hernández de Sepúlveda, que residía en el pueblo de Candelaria, quien ya se titulaba “mayordomo de la casa y ermita de Ntra. Sra. del Socorro”; este mayordomo, entre otras limosnas dejadas a la ermita por varios vecinos del Valle en sus testamentos, recogió el finiquito de la herencia dejada por el primer ermitaño y, con todo ese dinero, se realizaron a partir de 1577 diversas obras de aumento en el primitivo templo. Pero tras la muerte de su mayordomo, acaecida hacia 1583, la ermita entró en decadencia, hasta el punto de que en pocos años quedó arruinada, por falta de reparaciones. No obstante, en 1602 dicho templo ya había sido reedificado; y hacia 1630 se elaboró la venerada imagen de la Virgen del Socorro por un imaginero tinerfeño, de momento anónimo, pues con anterioridad solo presidía el templo un cuadro de la Virgen.

Aunque la ermita del Socorro fue muy venerada y frecuentada durante el siglo XVI, antes de su ruina, fue en las primeras décadas del siglo XVII, tras su reconstrucción y la adquisición de la imagen de la Virgen, cuando logró su pleno auge. Éste tuvo un punto de inflexión el 18 de diciembre de 1643, fecha en la que se fundó en ella la Cofradía de Nuestra Señora del Socorro, se nombró un mayordomo interino y se institucionalizó la fiesta anual de la Virgen, al ser proclamada esta venerada imagen como abogada de sus necesidades, en particular de sus sementeras o cultivos. Estas decisiones se ratificaron tres años más tarde, en 1646, en que se nombraron los primeros mayordomos oficiales de la cofradía, quienes debían cobrar y administrar las limosnas que se recaudasen en todo el beneficio parroquial, así como rendir cuentas de los ingresos y gastos realizados; y en el mismo acto se aprobaron los estatutos de la cofradía, en los que destacaba la obligación de reparar la ermita y hacerle a la Virgen su fiesta anual. Así comenzó a celebrarse la Bajada o romería que se ha mantenido hasta el presente, si bien con diversos cambios a lo largo de su dilatada historia…

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