Los vecinos más viejos de Arico recuerdan todavía a un ilustre paisano, que creció en el seno de una familia destacada de la localidad y al cumplir los 26 años de edad comenzó una intensa vida pública, hasta convertirse en una de las personalidades más prestigiosas y populares que Arico ha dado a lo largo de su historia, pues dedicó casi toda su vida al servicio público del pueblo donde había nacido, actividad que se extendió a la enseñanza, la parroquia, el ayuntamiento y el juzgado municipal. Tras obtener el título de maestro elemental de Instrucción Primaria desarrolló su labor docente en su pueblo natal durante 36 años, en dos períodos diferentes. Con respecto a la parroquia de San Juan Bautista, y quizás influido por su padre que había sido clérigo tonsurado, don Irencio colaboró desde niño como monaguillo y luego como sochantre, organista y notario público eclesiástico, empleos que ejerció durante unos 20 años. En la vida municipal fueron varios los cargos que ocupó: secretario del Ayuntamiento de Arico, recaudador de contribuciones, vocal asociado de la Junta Municipal, delegado comisionado de reclutamiento, secretario acompañado del Juzgado Municipal en cuatro períodos, jurado, interventor y presidente de mesa electoral, compromisario, etc. Fue, además, corresponsal de los periódicos El Valle de Orotava y El Liberal de Tenerife, y siempre mostró su preocupación por los temas sociales y humanitarios.
Nació en Arico el 20 de abril de 1840, hijo de don Simón Hernández Gómez, natural de la Sabina Alta (Fasnia), y de doña María de la Concepción Morales Gómez, que lo era de la primera localidad. Tres días después recibió el bautismo en la iglesia de San Juan Bautista, de manos del párroco don Hipólito Casiano Bello; se le puso por nombre “Irencio Aurelio” y actuó como padrino don Juan Antonio González…
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