El terrible aluvión que azotó Tenerife en 1826 y sus irreparables daños en Candelaria

Candelaria-ruinas basílica-cementerio      Aunque ya me he ocupado en alguna ocasión de los daños ocasionados en el Valle de Güímar por el célebre aluvión o temporal de 1826, el más grave registrado en la historia de Tenerife, no queremos que se olvide ese suceso natural que en cualquier momento puede volver a ocurrir y del que, a pesar de haber transcurrido 186 años, aún quedan muchos datos por conocer. A continuación vamos a analizar someramente los efectos del aluvión en la isla, para centrarnos luego en las graves pérdidas materiales, humanas y religiosas que causó en Candelaria, donde se llevó el Castillo de San Pedro, con el cabo de guarnición y toda su familia, así como una docena de casas y parte de la Capilla del Convento dominico, de la que desapareció la primitiva imagen de la Virgen de Candelaria, la Patrona de Canarias.

      Los días 7 y 8 de noviembre de dicho año 1826 acometió a las islas, y con especial crudeza a Tenerife, uno de esos tempora­les de viento y lluvias torrenciales que en periodos más o menos largos suelen visitarla y que, por desgracia, siempre dejan hondas huellas de su marcha destructora. Pero si de todos los ocurridos habían quedado recuerdos imperece­deros, del que nos ocupa aún perdura su memoria aterradora, viva y fresca, durante casi dos siglos, pues tal fue la magnitud de sus estragos que se reputa por el mayor de los ocurridos después de la Conquista…

       En el siguiente enlace se puede descargar el artículo completo:

4 comentarios en “El terrible aluvión que azotó Tenerife en 1826 y sus irreparables daños en Candelaria

  1. Sin quitarle gravedad a la posibilidad de que un hecho similar se repita en la actualidad, uno de los términos fundamentales de la ecuación que se suele obviar es la desforestación que sufrían las cumbres de Tenerife por aquel entonces.
    El suelo, desprovisto de la cubierta vegetal que lo proteje del impacto directo de la lluvia y de las raices que mantienen la cohesión del terreno, no fue capaz de retener el tremendo aguacero que generó los aluviones mencionados (de aquellos polvos son estos lodos).
    Hoy en día, la situación es bien distinta, con unos bosques de pinos superpoblados la protección del suelo es muy superior, la absorción del agua y la retención de los materiales es, sin duda, una primera defensa contra las avenidas.
    No he calculado el caso de Candelaria, pero la cuenca de advección del barracanco del Fregenal (el que causó la catástrofe de Güímar), es de unos 6.000.000 de m2, si allí cayeron los 210 l/m2 que cayeron en Santa Cruz el 30M en 2 horas, (símplemente por mencionar algo dentro de lo posible), tendríamos 1.600 millones de litros de agua en el desprotegido suelo de esta cuenca que abarca desde Izaña hasta el Pico Cho Marcial. En metros cúbicos, hablamos de 1.600.000 m3, a los que habría que sumarle una ingente cantidad de suelo arrastrado por este agua, lo que superaría con mucho los 2 o 3 millones de toneladas de materia desplomándose hacia el mar, sin nada que lo retuviese.
    Insisto en que la situación hoy es bien distinta, pero también es verdad que una mayor densidad de población y la ocupación indiscriminada de los cauces de los barrancos y SOBRE TODO, de las desembocaduras de los mismos, hacen imprevisibles las consecuencias de una gran lluvia en nuestras cumbres.

    • Hola Fernando, tienes toda la razón. La cubierta forestal ha mejorado en estos dos siglos, pero el principal problema radica en os barrancos. Urbanizaciones y núcleos descontrolados en sus desembocaduras, puentes en la autopista estrechos o directamente obstruidos, extracciones de áridos que han anulado o desviado los cauces, etc. Los temporales volverán periódicamente y debemos estar preparados para que provoquen el menor daño posible y que no se repitan los daños que contamos en este artículo y en otros que publicaremos en el futuro.
      Saludos.

  2. Impresionante. Y pensar que:

    Volverán los barrancos a correr
    llenarán de muerte los desbordes
    presagio de un mal amanecer
    tragedia pura y dura, sus acordes.

    • Muy oportuna tu vena poética y muy realista de lo puede pasar en el futuro si no nos mentalizamos de que la naturaleza siempre pone los límites que nosotros queremos saltarnos.

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