Este rico propietario agrícola llegó a ser en su época el hombre más poderoso de Araya, Cuevecitas y Malpaís, donde poseía cuantiosos bienes, así como el segundo mayor contribuyente de todo el término de Candelaria. Por ello, no es de extrañar que desempeñase numerosos cargos en este municipio: recaudador, regidor del Ayuntamiento, vigilante de obras, celador de montes, perito repartidor, 2º teniente de alcalde, alcalde accidental, primer teniente de la compañía de Milicia Nacional, juez de paz suplente, hermano mayor de la Hermandad del Santísimo Sacramento, elector de diputados, concejal y síndico personero, miembro de la Junta local de Instrucción Primaria y alcalde constitucional. Curiosamente, al final de su vida tuvo serios problemas económicos y gran parte de sus bienes fueron embargados, muchos de ellos incluso después de su muerte a sus numerosos herederos.
Nació en el pago de Araya el 2 de junio de 1812, siendo hijo de don Miguel Francisco Chico de Sosa, natural de la jurisdicción de La Laguna en el pago de El Rosario, y doña Bárbara Jacinta Díaz Hernández, que lo era de la primera localidad. Dos días después fue bautizado en la iglesia de Santa Ana de Candelaria por el cura párroco don Esteban Montañés; se le puso por nombre “Antonio Marcelino” y actuó como padrino su tío don Juan José Chico de Sosa, natural de El Rosario y vecino de Araya…
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